VII

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 Llego al departamento apurada, y los vio. En una riña silenciosa por primera vez en años. Desde que los conocía estando juntos, nunca creyó que el silencio fuera una opción. 

—¿Qué esta pasando? —pregunto, y ambos la vieron. 

—Ah, Ella, que gusto verte de nuevo —dijo el hombre, y le sonrió como siempre lo hacía. 

—Me gustaría decir lo mismo pero —se callo, cuando Hisirdoux se puso a su lado.

—Galaga, Arabella, aun siguen con vida —dijo nervioso.

 Estrella dio un paso al frente, y continuo hasta pasar entre los dos adultos frente a la entrada. Vio a Hisirdoux, y le hizo una seña para que la siguiera. Claro, él no desaprovecho la oportunidad de seguirla. 

—Luego hablamos —le murmuro Estrella a Arabella. 

—Si, mas luego, hay una sorpresa en el departamento —dijo con claros nervios. 

 Se apuro a entrar, y allí vio a una adolescente rubia, con los dos familiares. Era una mezcla precisa de Arabella y Galaga. En silencio, acariciando el pelaje de la gata blanca, en ningún momento alzo la cabeza, para ver de quien se trataba. 

—Lana —dijo, y sonrió. 

—Wuau, cuanto has crecido —dijo Hisirdoux. 

 La mas joven, al fin los vio, y ambos mágicos notaron cierta pena en su mirada marrón. Cada uno se sentó a su lado, y se quedaron en silencio. Lo cual era algo abrumador. No se oía nada del otro lado, y solo los suspiros de Lana eran evidentes. 

 Estrella se puso de pie, y se acerco a la puerta. 

—¿Qué piensas hacer? —pregunto Hisirdoux. 

—Iré por respuestas, al menos algo debo obtener hoy —dijo, y abrió la puerta. 

 Arabella y Galaga estaban un poco mas lejos, hablando en susurros. Los notaba preocupados, mucho mas que en cualquier ocasión. Estrella sabía la situación de la relación, pero estaba claro que algo no le dijeron.

  ¿Por qué Arabella se separo de su hija? Si de algo estaba segura, es que la rubia por nada en el mundo alejaría a Lana. En mas de una ocasión le dijo lo mucho que le dolía tener que dejarla para hacer algún viaje importante. 

—Es hora de que hablen, hay una niña triste en mi departamento, y no lo puedo permitir —dijo, y los vio con regaño. 

—Pensé que le dirías —gruño Galaga—, no necesito que le des mas razones para que me odie. 

—No te odio, solo no me caes bien —dijo Estrella y se cruzo de brazos. 

—Itza, Gal, se calman —intervino Arabella. 

 Se acerco a Estrella, y la tomo de brazo para alejarla un poco mas. 

—Debo solucionar algo con Galga, y juro que te diré la verdad de todo esto —murmuro—, ¿Puedes por favor quedarte con mi hija? Diosas, me debe estar odiando, y lo único que quiero es ... 

Tomo aire, y Estrella la vio llena de pena. La entendía, y a su dolor también. Lana era el mayor tesoro de Arabella, por eso sabia que lo que estaba haciendo era para protegerla. A ambas parecía ser que sus pasados las seguían a todos lados, y lo ultimo que deseaban era que sus hijas supieran de este. 

—Ve, me quedare con ella. 

—Y con Douxie —sorbio su nariz, y dio una sonrisa picara—, Lanita lo quiere ¿Por qué tu no lo puedes querer?

—Vete antes que me arrepienta de dejarte ir sin hablar —dijo y le sonrió.  

Hechicera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora