Pedro Pascal +18

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Lenguaje Explicito

















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- Oscar...Oscar por favor - suplicabas entre gemidos acostada en la gran cama, el mayor solo te miraba parado en la orilla de la cama - ¿No me vas a tocar?, porque de verdad lo necesito.

Algo dentro de ti vibró, pues antes de estar en esa posición te habías divertido un rato con un vibrador para mantenerte caliente en lo que Oscar llegaba a casa.

Pero al llegar sólo te observó, dándole gracia cómo te retorcías de placer por ese pedazo de plástico vibratorio, anhelando tenerlo dentro de ti.

- Oscar hazme caso, te lo suplico - en tú cuerpo sentías varias corrientes eléctricas, pero solo eso, ya que las manos de tú novio no estaban sobre ti.

Oscar: No lo haré nena - acarició su entrepierna, pues el también estaba bastante excitado por semejante sorpresa - Te estoy castigado.

- ¿¡Pero por qué?!

Oscar: Es divertido verte sufrir de ésta manera, también sufro por no tocar tu hermoso cuerpo, pero aprenderás que no todo se puede conseguir en ésta vida - se subió a la cama, gateando hasta quedar su cara enfrente de la tuya - iré a una junta - besó su mejilla - espero aprendas la lección - su mano alcanzó el vibrador y lo metió más en tu interior, haciéndote gemir en alto.

- Me vengaré - dijiste sobre sus labios, ni siquiera se atrevió a besarte.

Oscar: Pues piensa bien tú venganza mi amor - te dió una última mirada y salió de la habitación.

Escuchaste cómo se iba, ni siquiera habías llegado al orgasmo y aún sentías la necesidad de tener sexo, el vibrador funcionaria por un tiempo, los dedos igual , pero querías algo más grande, algo que palpitara dentro de ti y que mejor venganza que hacerlo con el mejor amigo de tú novio.

¿Es cruel?

Obviamente

¿Es una infidelidad?

Si, pero Oscar también ya te había sido infiel con tú ex mejor amiga, entonces era momento de devolvérsela.

Tomaste tú teléfono de una mesita al lado de la cama y marcaste al número. Le habías dicho a Pedro que era una emergencia y que tenía que venir con el pretexto de que te quedaste encerrada en la habitación y no podías llamar a Oscar porque estaba en una junta, obviamente Pedro accedió.

Con rapidez te levantaste de la cama, arreglaste un poco tú cabello y entre tú armario buscaste una bata de ceda para ocultar por un tiempo la desnudes, arreglaste la cama, guardaste el vibrador, pusiste a la mano algunos condones, pues sabías que no quedarías satisfecha con una sola vez, a demás las juntas de trabajo de Oscar duran más de una hora.

En tú boca se formó una sonrisa, pues Pedro ya estaba en la puerta de tú casa, no querías bajar, pues el sabía que estabas en tú cuarto encerrada, abriste la ventana para aventarle las llaves.

- ¡Aquí arriba! - el levantó la cabeza, ambos se regalaron una sonrisa.

Pedro: ¿¡Estás bien?!

- ¡Si!...¡Solo entrá y ayudame! - soltaste las llaves que cayeron en las manos del chileno.

Cerraste la ventana, parecías una niña a punto de cometer una travesura, pero será una muy grande y la venganza es dulce.

Mis Cuatro Latinos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora