Día 11 - Insectos

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¿Esperarlo de ella? No, definitivamente aquello de permanecer su estadía en total soledad mientras el astro se asoma a su visibilidad periférica; irradia penumbra por cada cacería que se lleva a cabo, su única solución es escabullirse para no perd...

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¿Esperarlo de ella? No, definitivamente aquello de permanecer su estadía en total soledad mientras el astro se asoma a su visibilidad periférica; irradia penumbra por cada cacería que se lleva a cabo, su única solución es escabullirse para no perder el desafío. Su precisión era tambaleante, y su presión se desparramaba a una escala preocupante.

Sus orbes perplejos se llenan de asombro por los sonidos escalofriantes que resuenan por el bosque; su mayor miedo era estar abandonada. Su asiento era ese indemne roble desgastado que desgarraba sus sentidos con cada minuto que pasaba ahí,
no existían esos rayos solares que atraviesan los pequeños espacios a través de las hojas de los árboles, el reflejo del agua de la fuente del lago era cercana. Su arrepentimiento era no iluminarse con el sol de mediodía, ahora detonaría la luna titilante que se lleva consigo a los desgraciados; el brillo le intrigaba, le dejaba ciega, pero es tan potente que por más que desee dejar de mirarlo volvería a posar su vista en aquellos destellos de mil maravillas. 

Extrañaba los focos de tenue electricidad que alumbran; con ese sentimiento etéreo en el aire, con una sensación fresca cada que bailaba por las calles. Solía tararear versos sin sentidos en otro planeta musical y con colores celestino cuando hacía una excursión. Sus nervios se aferran al fulgor del polvo de las estrellas, sin despegarse de su objetivo en la opaca atmósfera que la rodea.

Una brisa tibia hace volar su coleta mientras mantiene sus palmas escondidas en su buzo con tal de no ser despedazada por el frío; aunque dudaba que la hipotermia no estaba a sus talones en esos instantes. Era un rostro tan cálido que emana vapor caliente por sus mejillas, un dulce aroma a vainilla, canela y a la lluvia.

Sus esmeraldas fusionadas con el oro se dirigen a sus costados porque siente que está en constante vigía; estaba impregnada a las flores silvestres que yacen bajos sus impotentes pies que se balancean con nula paciencia. Su anhelo era que aquel reto grotesco llegara a su conclusión y ella esté adentro de su zona de confort, con los demás campistas sean o no de los bagres. Extrañaba a su varón de sombrero vaquero sin duda, él la consolará de estar en su compañía.

Su percepción se encontraba alterada, asimila todo ladeando su altanería mientras experimenta diversos pares de rubíes examinar su complexión adornada de esa blusa celeste. No con la curiosidad natural de las personas ante un nuevo integrante; más bien eran leones en reposo, escogiendo con demasiada cautela el tiempo propicio para devorarla.

"¿Q-quién está ahí?" Formula la surfista, sin el querer de que sus entrañas fueran brutalmente arrancadas de su estómago mientras su organismo es un revoltijo; esa efímera confianza sobre sí misma se esfuma con una velocidad vertiginosa la cual le desagrada, justo igual que los exóticos mamíferos que la acechaban desde las sombras.

Ella poseía un amor eterno a ellos, sin embargo; desde que se tornó alguien vegetariana, nunca tuvo intenciones crudas de alimentarse con los intestinos de lo mismo que nuestro superior nos brindó para impulsar el oxígeno. Además, eran adorables si no eran salvajes. Su opinión de que su temor sería pasajero era sólida, no dudaba que solo era algo superficial y que estaría con salud cuando esta ronda sumida en la asesina cotidianidad de los campestres se va a deshacer.

goretober 2023 | drama totalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora