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II.

Segundo requisito: tener una hija.

Ten cuidado con las personas.

Jamás pensó en volver a sentir a su lobo y peor volver a tener un olor. Le desagradaba la idea.

El simple hecho de imaginarlo le provocaba un sentimiento de frustración y agobio en el pecho. No podía creer que pudiera ser necesario hacer algo así. Su lobo era una parte de él, sí. Sin embargo, años estuvo sin el lobo y así se sintió mucho mejor.

Dos pequeñas pastillas reposaba en el asiento del copiloto del auto acompañadas de una botella de agua. Esas capsulas eran para prohibir la libertad de su aroma y dormir al propio lobo. Durante dos días había sufrido un conflicto interno entre obedecer o fingir obediencia. El conflicto derivaba en una tormenta de pensamientos contradictorios.

Optó por la primera opción, sino obedecía a Jihyo a pesar de ser una excelente jefa en quien pueda confiar o agarrarse de la mano, cuando la desobedecen o hacen algo de mal gusto poniendo en riesgo a alguien o a algo, libera su masa de enojo y es capaz de todo.

Obedece a la oveja si no quieres levantar al lobo.

Con un fuerte jadeo de desespero agarró las pastillas y las resguardó directo en la guantera.

Desde la misión asignada ya ha transcurrido dos días, dos días sin tomar dichosas pastillas. Los cambios yacían presentes por efectos primarios tal como la primera vez que digirio las cápsulas.
Síntomas físicos habían aumentado gradualmente, creciendo su malestar en su cuerpo. El aumento de temperatura y sudoración se habían incrementado, y se sentía mareado y cansado. El malestar en su cuerpo era molesto, pero soportable. Además agregando exceso de feromonas dulces.

Iugh.

—Tú y tu auto apestan.

Con un movimiento lento y cansado, Jungkook giró la cabeza y vio a Yoongi, un alfa con una figura de tamaño promedio, pálido y delgado su compañero de la agencia. En la mirada de Yoongi del momento solo existía burla.

—No me molestes —gruño molestó.

Yoongi se despegó de la ventana del auto cubriendo su propia nariz con la palma de la mano. Realizó una mueca.

—Cuida tus emociones, las feromonas salen más fuertes —agitó el rostro. Inhalo mucho olor dulce, demasiado para su ser.

Jungkook sabía que debía respirar, tomarse un momento y recuperarse. Empezó a respirar de forma lenta y consciente, entrelazando el aire que inspiraba con su relajación. Le costaba, pero intentó mantenerse tranquilo para que así su aroma no salga tan fuerte.

—Lo siento —le dijo avergonzado.

—No te preocupes. Sal del auto, Jihyo esta adentro esperando.

Acató.

Desabrocho el cinturón de seguridad y agarró una pequeña bolsa de regalo, después salió del auto casi con violencia, como si de una caída se tratara. Bajó las ventanas del automóvil, el olor que llenaba el interior del auto era nauseabundo, era como un fuerte olor a desinfectante dulce, como si uno hubiera explotado.

Las arcadas llegaron como un impulso involuntario, repulsivo e incontrolable. La agitación en sus ojos se hizo evidente, sudando frío, inclinó su cuerpo hacia delante y notó que tenía la garganta cada vez más seca. Parecía no tener fuerzas, le costaba mantenerse en pie.

—¿Estás bien? —interrogó Yoongi tenso si su compañero se desmaya ahí no sabría que hacer por sí solo.

—Sí —se reincorporó, observando la preciosa vista frente suyo.

Love is war | KTH & JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora