Capítulo 27: Puente

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🩸 Sebastian 🩸





~Día 357~

Observo el humo que vota el auto y maldigo en mi mente, sabiendo que ya no tenemos transporte

—Lo mejor es empezar a caminar —dice Amber y la miro.

Ella sigue atada, pero obviamente ahora debemos como mínimo soltarle los pies para que avance por su cuenta.

—Ustedes tomen las cosas, yo me hago cargo de la loca.

—Vete a la mierda —me insulta y bajo hasta quedar de rodillas, para quitar el nudo.

—¿Dónde aprendiste a hacer estos nudos? Son imposibles de quitar.

—No son imposibles de deshacer —respondo —. Y los aprendí a hacer viendo videos.

—¿Para cumplir tus locas fantasías sexuales? —se burla —. Acaso eres uno de esos hombres que le gusta amarrar a las mujeres.

—Nunca me dio por amarra a alguna persona —termino de soltar sus pies —. Pero no me cierro a las opciones y a veces es necesario.

Le doy una última mirada y me alejo. Sin embargo, el que me llame me hace detener el paso.

—¿Y las manos qué? Tengo que darle de comer a la niña y llevar mi mochila —no respondo —. Ustedes no podrán con todo el peso del equipaje.

—Quítale las cuerdas de las manos, ella se encargará de Aitana —me dice Aquiles, así que me acerco a hacerlo.

—Si huyes, te disparo —ella ríe un poco —. Y no bromeo, Amber —su gesto desaparece y camina para ir por la niña que sigue en el auto.

Una vez estamos preparados, simplemente empezamos a caminar por el asfalto.

En dos ocasiones encontramos a algunos caminantes y nos deshacemos de ellos, sin problema alguno.

En un punto, una nube cubre el sol, cosa que agradecemos, ya que, nuestros zapatos al estar un poco desgastados, lo caliente del suelo nos ocasiona rozaduras que nos lastiman.

—No le quites los ojos de encima, ella es capaz de correr —me dice Aquiles.

—Descuida, estoy atento.

—¿Otra vez cuchicheando? Hablen alto para que los escuche.

No respondemos y en el momento en que empiezo a sentir una ventisca fría, miro al cielo.

Cuento algunas nubes negras, antes de sentir algo húmedo en mi cara. Enseguida siento más gotas impactar en mi rostro y ahí me doy cuenta de que en nada lloverá.

—Genial, lo que faltaba —reclama ella —. ¿Buscamos refugio o seguimos caminando?

—Caminemos un poco más. Si la lluvia empeora, haremos algo al respecto.

Durante casi diez minutos se mantiene en una simple brisa y eso humedece la carretera, pero cuando parece querer parar, simplemente aumenta de una manera abrupta.

—A menos que quieran que la niña se resfríe, mejor busquemos algo con que cubrirnos de la lluvia.

—Deja de decir tonterías —sisea Dominick de mala gana.

—¿Acaso miento? Ya mejor vámonos.

Ella se adelanta y se adentra en la vegetación.

—Es más segura la calle, Amber —indica Aquiles —. Regresa.

X - ENS: Dónde Todo Comenzó© - Saga: X - ENS - Libro #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora