Capítulo 1. Impacto

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Un viento abrasador danzaba entre las dunas. Sus garras invisibles grababan líneas crípticas en la arena infinita. Sus soplos, en arrebatos vacuos, levantaban rocíos de polvo y gravilla, enardecidos por los soles gemelos que resplandecían en lo alto. Al rayar el alba, el primer sol inició su trayectoria ardiente por el cielo, mientras que el segundo permanecía en su punto sobre el horizonte. Bajo ellos, el viento recorría la vastedad del desierto con velocidad y fiereza crecientes, hasta convertirse en una tormenta de arena rugiente y caótica. Al poco tiempo, su aullido ahogó cualquier otro sonido; sus colmillos de arena mordiente arañaban y acuchillaban todo lo que se interpusiera en su camino. La tormenta carcomía los salientes de piedra, aquellos restos de monumentos naturales y artificiales, y roía la carne de las bestias salvajes demasiado lentas como para huir de ella.

En el apogeo de su furia, cerca de su corazón indómito y tempestuoso, un repentino centelleo de luz, una distorsión del aire, una ondulación de sombra, una ráfaga de fuego y un destello verde se manifestaron en el interior de la tormenta de arena. Cinco siluetas aparecieron donde instantes atrás no había nada, atrapadas por sorpresa entre las arenas cegadoras.

Y el viento continuó soplando, ajeno a su presencia.

Y el viento continuó soplando, ajeno a su presencia

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Poco antes, en Kaladesh...

JACE

Observo a Ajani mientras se separa de nosotros, aferrando su capa y desvaneciéndose en un destello de luz. Mi mente lo sigue por un instante, hasta que pierdo el rastro y sus pensamientos se disipan en el velo de la Eternidad Invisible. Gideon carraspea detrás de mí; me vuelvo hacia él y asiento.

—Estamos solos.

—Entonces, no nos demoremos —responde Gideon—. Liliana, ¿seguro que conoces el lugar donde nos reuniremos con él más adelante?

Liliana enarca una ceja y levanta una mano con pereza para colocarse un mechón suelto detrás de la oreja.

—Querido Gideon, he viajado a incontables mundos del Multiverso durante los siglos anteriores a que nacieras. Conozco muchos planos y el que ha sugerido Ajani lo conozco especialmente bien.

—De acuerdo, contamos contigo para que nos orientes. Te seguiremos a Amonkhet y al lugar de reencuentro. —Gideon le muestra lo que parece una sonrisa cordial.

—Tu confianza me halaga y me honra —responde Liliana con una reverencia tan exagerada que incluso me da grima.

Se está esforzando, Liliana. No seas tan mala con él —le digo mentalmente. Liliana me lanza una mirada furtiva y me guiña un ojo. Contengo el impulso de soltar un suspiro.

—¿Cuál es el plan una vez en Amonkhet? —La pregunta de Nissa rompe el silencio que se había producido.

—Llegar, buscar a un dragón y asarlo. —Chandra está sentada en la barandilla de la terraza, ajustándose los guantes. Gideon frunce el ceño al oír la propuesta, pero asiente.

AmonkhetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora