El canto que proviene de las montañas (especial de Halloween)

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El pequeño pueblo de Busbanzá, es un lugar acogedor; todos se conocen entre sí y se tratan como familia.

A Daniel le resulta un sitio aburrido que se encuentra en medio de la nada y lejos de la civilización; sin embargo, cada día acude a la escuela y juega con sus amigos en sus ratos libres, todo ello para combatir el aburrimiento.

Anualmente, en la víspera de todos los santos, un cántico se escucha procedente de las cuevas de occidente, donde los montes cobijan dichos túneles.

—Es un lugar maldito —dice la gente.

Muchos creen que se trata de jóvenes que realizan bromas y ponen música con sus extraños aparatos hasta después de la medianoche —que es cuando comienza a escucharse—, o, tal vez, de algunos desadaptados que realizan rituales satánicos. Son varios los rumores sobre las cuevas, pero nadie se atreve a investigar; más por temor, que por cualquier otra cosa.

Una vez más, ha llegado Halloween a Busbanzá, todos los niños salen a pedir dulces con disfraces que hace la costurera, y, Daniel, dice que esa tradición ya no es para él porque tiene trece años y se siente adulto.

—Truco o trato —dice su amiga Cindy, moviendo los dedos para convencerlo, va disfrazada de espantapájaros.

Daniel dice que no con su cabeza y se despide. Camina sin rumbo fijo, la luz incandescente de los postes eléctricos, son testigos de su congoja. Suspira.

Es otoño en el pueblo; las hojas en tono ocre de los árboles, son arrastradas por los fuertes vientos y van cubriendo terreno. También, hay calabazas en cada rincón, esqueletos de plástico y otras decoraciones. Todo digno de la temporada.

Ve a la señora Torrijos amamantando a su bebé y viene a su mente lo aprendido en biología, donde el profesor le enseñó a la clase que la oxitocina contribuye a que suceda el parto y, también, fomenta la eyección de leche. Deduce que la glándula está haciendo su trabajo y, de cierto modo, se estremece. Unos minutos más tarde, Daniel se da cuenta de que es una noche aburrida y se va a su casa.

A la medianoche, comienzan a sonar los cánticos; el sonido lo despierta, pues es estridente. Su curiosidad es grande. Se deja el pijama, se pone unos zapatos, y, armado con una linterna, sale de la casa a hurtadillas para investigar.

Cinco casas lo separan de la ladera de la montaña, lugar de donde provienen aquellos sonidos misteriosos. Está asustado, pero decidido, así que continúa.

Y ahí lo ve: el canto que proviene de las montañas.

—Son brujas —pronuncia, y forma una «o» con su boca.

Las ve rodeando una fogata. Símbolos extraños se observan en las paredes. La escena es demasiado tétrica. Intenta regresar sobre sus pasos, pero sus pies se enredan y cae.

—Ouch —expresa, por el golpe en su trasero.

La atención de una bruja recae sobre él, lo alcanza y lo arrastra hasta al interior de la cueva, mientras Daniel grita por ayuda.

La atención de una bruja recae sobre él, lo alcanza y lo arrastra hasta al interior de la cueva, mientras Daniel grita por ayuda

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El cuento mencionado en la actualización anterior fue este. La temática de brujas es algo que me encanta y la idea surgió por un desafío de escritura en donde debía escribir un relato ambientado en otoño y con las palabras: solsticio, incandescente, oxitocina y bahorrina, además, debía tener una extensión máxima de 600 palabras. Todo un desafío que quise aceptar y este fue el resultado.

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Ignoto (antología - en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora