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La sociedad de hoy en día poco a poco se desintegra.

Se convierte en todo aquello que muchos odiamos, pero que para otros es su base de vida.

Donde ya solo se valida a aquel que sale de fiesta en fiesta, que buscan, pero no más allá de una relación, que critican la forma de vestir, la forma de ser, los gustos especiales de cada uno; riéndose de aquel que cree en el amor puro, aquel que es empático, de la sensibilidad; despreocupándose del futuro y tirándolo peligrosamente para que otro se encargue de sus propias responsabilidades y obligaciones ...

Pero aquel que está centrado en lo suyo, que está enfocado en entrenar, que le gusta estudiar para conseguir todo aquello que quiere, que no sale porque prefiere la soledad con un buen libro, que cuida de sí mismo, poniendo límites y barreras a todo aquello que no le hace bien...

Ese es al que critican de extraño, alguien demasiado fuera de lo común, poniéndole la etiqueta de: raro.

Arrebatando sueños, destrozando el trabajo de los demás para alimentar el ego propio, rompiendo objetivos y deshaciendo poco a poco, toda la pureza que se haya podido encontrar.

¿Y si dejamos vivir? ¿Y si dejamos que cada uno sea el dueño de su vida? ¿Y si aprendemos de una vez ya el significado de la palabra respeto?

Porque sin duda es algo que la humanidad hoy en día pierde cada milésima de segundo que pasa.

Y es cruel, ver como una ola de egoísmo, hipocresía y falsedad, se lleva por delante millones y millones de personas.

Creo que por ello cuesta a veces encontrar a gente real y buena, porque llega un momento donde la sociedad nos absorbe, llevándonos al más profundo núcleo de la oscuridad.

Días en la RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora