Citas.
Todos en algún momento tendrán una cita. Quizá médica, quizá judicial, que ojalá no, quizá una romántica o una de negocios, pero todos tendrán una cita al menos una vez en la vida. No. No digo que lo mío sea una cita. Es una salida de amigos. Es solo un poco de tiempo compartido, una caminata como cualquiera.
Solo somos dos ex que no sienten nada el uno por el otro y pasaremos una linda tarde comiendo y paseando por el centro comercial. O al menos eso me repito cuando siento el auto detenerse y con una mirada pido ayuda de Augusto.
No, claro que no me ayuda, sonríe y desvía la mirada. Gruño como respuesta al notar su indiferencia cómica.
Bajo y lo primero que veo es a ella. Usa un vestido naranja con pequeñas flores amarillas esparcidas por doquier, en una de sus manos lleva las típicas pulseras que siempre llevaba, me pregunto si aún tiene aquella que lleva una J, la que un día compró pensando en mí, porque yo aún suelo utilizar el collar con una A que me dio una vez. No, no debo pensar en eso. El punto es que la veo.
Imagina conmigo.
Lleva el cabello mojado, como si hubiese salido corriendo de casa aunque yo sé que es muy puntual, solía arreglarse siempre una hora antes de salir, yo me bañaba diez minutos después de la hora indicada, ¿y te digo algo? Ella jamás se molestó conmigo por eso.
— Hola, Dry —menciona en forma de saludo y le sonrío.
Durante un segundo la imagen de Nora viene a mi mente, pero se desvanece tan rápido como aparece. No, no hemos hablado.
— Hola, girasol, ¿cómo estás?
Sí, comencé con mucha confianza.
— Bien, solecito, ¿y tú?
¿Sonreí? Sí y mucho.
— Bien.
— Me alegra.
— Igual.
Cualquiera pensaría que nos pusimos muy incómodos y al ratito ya nos queríamos ir, pero no. Todo se sintió muy normal de forma rápida. Cuando quise notarlo ya estábamos riendo y hablando mientras caminábamos fuera de cada almacén.
— ¿Y qué hace una vaca meditando?
— No comiences con tus chistes malos, Reyes —advierto fingiendo mal humor aunque la sonrisa ya me delata.
— ¡Leche concentrada! —Y suelta una risa, no es escandalosa ni muy fuerte, pero es suficiente para invitarme a unírmele. Pronto los dos reímos.
— No has dejado de hacer chistes malos, eh.
— Y tengo muchos más.
— No, ya cállate.
Entramos a un almacén de esos donde venden juguetes y en un par de minutos nos perdemos entre los pasillos jugando con cada peluche y cada carrito que encontramos.
Bueno, ella juega con los carritos, yo busco un pony y suelto pequeños gritos al ver los muchos modelos y colores que hay.
— ¿Compramos patines?
— No sé patinar.
— Yo tampoco, Reyes, pero es mejor quedarse con la anécdota que con las ganas.
— ¿Y si nos rompemos algo?
— Podremos advertirle a alguien más sobre cómo no se hace.
Siempre fuimos así, ella era mucho de pensar y planear, pero yo funcionaba mejor improvisando y diciendo que sí o que no a la mayoría de cosas.
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La mentira. [Williams #3.5] ©
Novela JuvenilLos recuerdos, a veces, llegan de la nada para abrir heridas con la única excusa de hacerte sangrar. ⚊⚊⚊⚊⚊⚊⚊⚊⚊⚊⚊⚊ El mundo de un adolescente es complicado, ¿pero cuánto más se puede complicar con el regreso de un antiguo amor? Presta atención porq...