Cookies With Milk 🥛🍪 국민/Kookmin

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Todo inició un día normal en el que iba de camino a la universidad, usando su típica vestimenta negra y la capucha de su sudadera, con su mochila colgada al hombro y una expresión seria, más sus botas de suela gruesa que le daban ese aire de chico malo.

Lo cual no era, simplemente que el alfa Jeon Jungkook no era de socializar mucho con otras personas, era muy cerrado en cuanto a sus emociones y sentimientos, no era de compartir sonrisas amistosas a cualquiera en que le viera en la calle, los omegas que le coqueteaban el simplemente los ignoraba y fingía que nunca los había visto, cuando llegaba al instituto, se sentaba en la mesa más alejada de las personas, tampoco era de tener muchos amigos, solo uno, que era Kim Namjoon, un estudiante de Literatura, y aspirante a ser escritor.

Era el único amigo que tenía y en quien confiaba sus problemas diarios que vivía en su casa, y de en la cual estaba harto de vivir, pues sus padres querían que dejara lo que estaba estudiando y tomara la carrera de Derecho, pero Jungkook quería ser un importante productor, quería tener su propia empresa discográfica y componer música para ellos, eso era lo único que quería. Pero sus padres estaban en total desacuerdo y se negaban a pagarle el semestre, por lo que tuvo que comenzar a trabajar de medio tiempo para juntar el dinero de sus materiales y pagar su colegiatura.

No tiene pareja, tampoco está en busca de una, solo tiene cabeza para pensar en sus estudios y cumplir su sueño, lo demás podrá venir después.

Fue cuando dobló en una esquina que se encontró con una cafetería, una que antes no estaba ahí, y claramente era nueva pues esa ruta era la que siempre tomaba cuando iba a la universidad, por lo que junta sus cejas un poco confundido observando el exterior del recinto. Habían dos mesas de madera afuera, y las puertas eran de vidrio, y en una de ellas se veía el cartel de aviso que decía "cerrado" en letras blancas sobre un fondo rojo, lo cual le pareció extraño, ya que veía como tres figuras se movían dentro, además de que el local estaba abierto.

Hasta que de pronto, una mano gira el cartel para mostrar la palabra "abierto" en las mismas letras blancas pero sobre un fondo verde. Es ahí cuando decide posar su mano sobre la manilla y bajarla para abrir la puerta y entrar, de inmediato dando un ojo de revista al interior. No mentiría, era muy bonito y se sentía acogedor, daba un aire de familiaridad muy agradable.

No era tan grande como lo sería una cafetería normal, pero era lo suficientemente espaciosa como para albergar unos cuantos clientes. Jungkook recorrían cada rincón del lugar en silencio con su mirada, desde los lindos cuadros decorativos hasta la barra del mostrador donde se exhibían unos postres que, vaya, se veían apetitosos, sobre todo la tarta de fresas.

En ese momento, nota al chico castaño que se encuentra detrás del mostrador, el cual al percibir una nueva precensia en su negocio, levanta su rostro y se topa con el chico encapuchado, exaltandose de inmediato de la impresión y asustandose al pensar que se trataba de un ladrón.

–¡No tenemos dinero, a penas hemos abierto!

Gritó el chico, tan fuerte que a Jungkook le zumbaron los oídos, ya que el castaño prácticamente había chillado, y para su sentido auditivo subdesarrollado, aquello había sido muy molesto. En ese mismo instante aparecen dos personas más, una mujer y un chico más bajo que él, con cabello castaño claro y facciones finas igual que la mujer, quien al verlo, escuda a su hijo detrás de ella con temor.

–¡Por favor, no tenemos nada, a penas estamos abriendo el local!–Dice casi llorando la mujer rubia, angustiada por el hecho de que creía que la iban a robar en su primer día.

Jungkook literalmente quiso virar los ojos por lo irritante que era aquella escena. ¿Cómo iban a pensar que era un ladrón cuando ni siquiera les había apuntado con ningún arma ni obligado a entregarles algo de valor como sus teléfonos o la caja registradora? Era una completa ridiculez.