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Pasaron los días desde que la cafetería Delicake's, fue abierta para el público de manera oficial, y que cada vez, se llenaba más y más de clientes debido a la calidad del menú y la buena atención. Pero también era la misma donde Jungkook fue confundido con un ladrón y conoció a Park Jimin, un lindo y dulce omega que había logrado encantarle con su hermosa sonrisa y agradable personalidad.

Todas las mañanas antes de ir a la universidad, Jungkook se detenía en el pequeño local para comprar alguna bebida o un desayuno, usando aquello como excusa para pasar sus ratos libres antes de clases conversando con el omega, o mirándole caminar de aquí para allá, inclusive ayudaba en lo que podía, habían tenido alguna que otra salida casual como amigos, al cine, a comer, a una pista de patinaje, en la cual Jungkook se cayó más de tres veces y Jimin no quería soltar la barandilla por nada del mundo, como si su vida dependiera de ello.

Y claramente las miradas discretas, los coqueteos y los pequeños roses de manos nunca faltaban, y que terminaban siempre en sonrisas tímidas o tomando la mano del otro mientras caminaban por las calles de la ciudad. Y al final de la noche, Jungkook iba a dejar a Jimin a su casa, despidiéndose con un lindo beso en la mejilla para después observar como el omega se alejaba por el sendero hasta la entrada, y hasta que no entraba, el alfa no dejaba de mirarlo con una sonrisa boba y llena de cariño.

Había algo en el omega que le hacía querer mirarlo por horas y horas sin cansarse, y es que ¿Qué persona no se detendría a admirar tal belleza como la suya? ¡Era hermoso! Sentía celos de su espejo por ser el único en tener el privilegio de mirarlo todos los días, a cada hora, a cada minuto, a cada segundo. Lo tenía a babeando la mesa como un idiota, lo tenía tan cautivado, maravillado, únicamente mirándolo como si no hubiera nadie más a su alrededor, solo era Jimin frente a sus ojos y nada más.

-Por lo visto, te trae por las nubes ¿cierto?-Comenta Namjoon mientras leía un libro, escribía en su cuaderno y escuchaba a su amigo hablar sobre sus dilemas, como siempre.

Kim Namjoon, un alfa de veintitres años, estudiante de Literatura que hace lo posible por cumplir su sueño de ser escritor, aplicado en sus estudios, con alto nivel de inteligencia y el mejor promedio de toda la universidad, además, impartía clases cuando su profesor no estaba o otros lo necesitaban. Por un momento quiso cambiar a ser profesor, pero prefiere quedarse con la opción de escribir libros que logren transmitir un bonito mensaje de reflexión y motivación a quienes lean su poesía.

Ah si, también era mejor amigo de Jungkook desde la infancia, creciendo juntos como hermanos, ayudándose mutuamente y apoyándose siempre. Aunque no iba a mentir que habían momentos en los que debía pasar de ser un hermano, a ser un padre que da consejos a su hijo sobre como no cagarla para no tener consecuencias en el futuro. Namjoon era el reemplazo del señor Jeon cuando éste se iba de viaje de negocios. Como ahora.

-¿Qué te puedo decir? Es hermoso.-Responde Jungkook, recostandose del respaldar de la silla de la mesa de la biblioteca donde estaban haciendo la tarea juntos.

-Me sorprende que alguien se haya fijado en ti-Habla el alfa mayor con diversión disimulada, sin despegar la vista del libro que usaba para copiar los párrafos.-A éstas alturas creía que ya no podrías enamorar ni a una roca, y eso que las rocas son igual de duras.

El alfa lo mira con el ceño fruncido y la boca abierta en indignación total ante las palabras del pelinegro, quien le mira de reojo y esboza una sonrisa divertida con unos bonitos hoyuelos.

-Para tu información, las rocas se derriten al verme.-Dice con arrogancia, provocando que el chico aprete los ojos y vuelva a reír.

-No lo creo, una roca no puede derretirse al ser de un material consistente y mineral de la tierra...

Cookies With Milk 🥛🍪 국민/KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora