Cartas de Nadie

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Disclaimer: Esto ha tardado una eternidad, lo sé, y me gustaría disculparme con todo aquel que me haya leído. Primero no se me ocurría nada con este título, después creí que me habían eliminado la cuenta por una confusión y entonces llegó la inspiración y he acabado escribiendo algo más largo de lo planeado.

¡Advertencia! (¿Algo así?): Este "corto" es largo.

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En U.M.A. (Unidad de Médicos Astral) no había día y noche de forma natural, esto iba según cada persona, cada ciclo de sueño personal. Por tanto, determinar que la llamada de emergencia llegó temprano, tarde, de día o de noche no tenía mucho sentido. Llegó a las 6:00 h (según el horario intergaláctico). Yago era el único que estaba despierto en ese momento, acababan de tener un rescate y el resto de la tripulación estaba agotado tras más de 12 horas seguidas de arduo trabajo sin descanso.

El telecomunicador sonó haciéndose eco en los pasillos vacíos y algún gruñido de protesta se escuchó a través de las puertas cerradas. Yago frunció el ceño y apretó el pequeño aparato circular naranja, para responder.

-Está contactando con la Unidad de Médicos Astral. Soy el Doctor Yago ¿en qué...?

El holograma estaba vacío. Por los altavoces se escuchaba, muy de fondo, una canción. [Sinnerman, de Nina Simone.]

-¿Qué coño? -gruñó. A pesar de creer que era una broma, como las tantas que siempre recibían, algo en él le dijo que no cortara la trasmisión. Con las notas agudas de un piano, el panel de control se iluminó con una ubicación. Cuando la canción acabó, el holograma se apagó y la llamada acabó.

Unos minutos más tarde, Sonya lo encontraría en medio de cientos de pantallas informando de un lugar.

-¿Yag?

-Han llamado.

-Lo oí.

Él la miró, con entre una sonrisa y una mueca.

-Del Desierto Negro, en Apofis 13.

-¡JA! - La chica sacudió la mano, descartando la broma. Pero Yago no se reía. Frunció el ceño. - Estás de coña, ¿verdad?

-Ojalá.

-No es posible.

-Lo sé.

-Ahí no hay nada Yag.

-Lo...

-Es terreno muerto.

-...

-Fue destruido. Solo hay planetas rotos, estrellas que son pequeños agujeros negros, rocas y basura alien por todos lados...

-Ia, cielo, querida, lo sé, pero yo no puse la ubicación en la central y esa llamada la realizó alguien.

-¿Desde el Desierto Negro?

-Eso es.

-¿En Apofis 13?

-¿Existe otro Desierto Negro, referido a Sistema, en nuestra galaxia?

La mujer hizo una mueca, apretó los labios y miró preocupada a su compañero.

-Voy a llamar a los demás.

Desapareció por uno de los pasillos antes de ver al hombre asentir.

En realidad Apofis 13 no era un Sistema, sino un conjunto de seis de ellos. Nadie ha podido dar luz a lo que pasó en ellos, pero parecían haber sido machacados. No había estrellas, sólo, también, seis agujeros negros que rotaban entre si y hacían rotar entre si a todo lo demás.

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