En su casa no me querían

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Una vez que Marialuisa me aceptó como su enamorado, claro está, que para ello fue todo un acontecimiento ya que, ella es una chica muy hermosa y yo bueno soy de Perú, pero cómo logre conquistar a ese monumento de mujer, pues ahí va el secreto; a las chicas les gusta que el hombre sea decidido, tenga tema de conversación ya que a todas las chicas les gusta mucho conversar, y además de eso, ser agradable y hasta gracioso, no un payaso, pero si que seas quien le pueda arrancar muchas sonrisas, pero también me estaba olvidando, hay que saber bailar muy bien y todo tipo de música, eso atrae mucho a las mujeres y Marialuisa, no era la excepción, gracias a Dios, tengo todas esas cualidades, que cautivaron al amor de mi vida, una vez que era ya mi enamorada, yo estaba orgulloso y era todo un gusto llevarla del brazo, me daba cuenta que muchos me miraban y era más que evidente, que me envidiaban, claro está, que no era para menos Marialuisa resaltaba a la vista muy quebradita (era literal una sirena) cada vez que salíamos la llevaba a los mejores lugares ya que ella se lo merecía, yo era Gerente General de 2 empresas y no me iba mal, económicamente, por eso le podía dar esos gustitos.

Casi a los tres meses de relación, le hice saber que lo que yo quería, era una relación seria y le pedí ir a su casa, ella me advirtió, que su mamá no iba a estar muy agusto con la diferencia de edades y era verdad, cuando llegué a su casa la primera vez, me presentó a sus mamá y la señora toda prepotente, reaccionó al verme y en ese momento me dijo de todo, ya que, yo era 20 años mayor que su hija, en uno de esos momentos me dijo: usted que se a creído, no se da cuenta que al lado de mi hija, es un viejo, porque no se busca una mujer de su edad, que quiere, jugar con sus sentimientos, claro está que yo solo la escuchaba y una vez que acabó de hablar y refregarme mi edad, le respondí, mire señora usted tiene toda la razón, soy mayor para su hija y podría muy bien estar a escondidas con ella, ya que la recojo todos los días de su trabajo en mi auto y como es mayor de edad no pasaría nada si me la llevo a escondidas a donde yo quiera, pero si estoy parado frente a usted, es porque amo a su hija y deseo hacer bien las cosas, por eso estoy aquí por que la respeto y la amo.

Bueno señor!, me dijo la madre, ya lo escuché y si dice qué tiene buenas intenciones con mi hija, eso se verá con el tiempo, además discúlpeme pero no quiero que pase a mi casa, si viene a ver a mi hija, se quedará en la puerta conversando y nada de estar sentados en su carro ya que quien sabe, a cuantas mujeres abrá subido a ese carro... solo atiné a sonreír de forma disimulada...

Marialuisa escuchaba todo lo que su madre me decía y ella no dijo ni una sola palabra, pero al escuchar lo que yo le decía a su mamá, la empoderó y la vi que se sentía orgullosa de mí, porque yo muy tajante le dije a su mamá que estaba ahí porque amaba a su hija. Hasta que después de varios días, no me importó llegar todas las tardes a casa de Marialuisa y estar parado en la puerta de su casa conversando como si fuéramos dos adolescentes enamorados, y solo para darme uno que otro piquito y nada más. Pero eso es así, cuando uno quiere hacer las cosas bien y yo estaba más que seguro que Marialuisa era el amor de mi vida...

Pasaron varios meses que en pleno invierno y bajo la lluvia, solo estaba parado en la puerta de su casa, muriéndome de frío y solo con agarraditas de mano, y uno que otro besito, porque podría salir alguien de su casa y nos encontraba en esas pequeñas caricias que nos profesabamos y me imagino a su mamá gritándole a ella, a veces tenía que estar muy atento, ya que tenia dos hermanos y cuatro hermanas, que cada cierto tiempo salían de la casa con cualquier pretexto para estar chequeándonos y ver que era lo que hacíamos...

Cuando su mamá empezó a trabajar, ya me dijo que podía ingresar a su sala, poco tiempo después ya llegaba a la cocina y después de un año ya podía ingresar a su cuarto, no saben todo lo que tuve que pasar para llegar hasta donde estaba, pero valió la pena, ya había momentos en que en su cuarto nos quedábamos solos y ahí esos minutitos lo aprovechavamos al máximo, siempre le pedía pedía usara minifaldas porque era más fácil de poder hacerlo en cualquier momento y así pasó casi ocho meses...

La Perra de mi ExDonde viven las historias. Descúbrelo ahora