Once

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Como engañar al oponente

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Tres días después del incidente en el estacionamiento, Jimin estaba sentado en la cabina de prensa, mirando hacia la pista.

–¿La comida y la bebida aquí son gratis? –le preguntó Hoseok.

–Hay comida y bebida gratis en la sala de prensa. –Le había pedido a Hoseok que lo acompañara para tener alguien con quien hablar. Alguien que le ayudara a mantener la mente alejada de los problemas con los hombres–. Yo no voy hasta un poco más tarde.

Hoseok llevaba una camiseta de Warriors muy ceñida y un jean igualmente entallado. Ya había llamado la atención del operador de vídeo del estadio y había salido tres veces en la enorme pantalla del marcador.

JungKook se reunió con ellos pocos minutos antes del partido. Llevaba el pelo engominado y la funda de plástico para los bolígrafos en el bolsillo de su camisa negra de seda. Jimin le presentó a Hoseok, y él abrió los ojos y quedó boquiabierto cuando conoció al hermoso amigo de Jimin. A Jimin no le sorprendió la reacción de JungKook, pero sí le sorprendió que Hoseok sacara a relucir todo su encanto y le siguiera el juego.

Empezó el espectáculo previo al partido y Jimin supo que en quince minutos tendría que bajar al vestuario y desear suerte a los jugadores. Tendría que volver ver a YoonGi, a quien no veía desde que se habían besado en el estacionamiento y había perdido los papeles. Afortunadamente, en el último minuto había recuperado el juicio y no se había ido con él a un hotel. Eso habría sido muy malo en todos los sentidos.

No podía negar, sin embargo, que había perdido la cabeza por YoonGi. Estaba atraído por él, como si fuera un gigantesco imán y Jimin un trozo de metal. Y al parecer no podía hacer nada al respecto.

Había pasado la semana anterior viajando por el país, evitándolo en la medida de lo posible. Evitando al hombre capaz de irritarlo y enfadarlo, y capaz de hacer también que se derritiera. Durante la mayor parte del tiempo había conseguido mantenerse ocupado. Entrevistó a JungKook para la columna «Doncel en la ciudad», y escribió un artículo sobre los chicos buenos que acababan llevándose el gato al agua. Recomendaba a sus lectores que evitaran a los tipos que hacen que a uno le lata con fuerza el corazón y se lo pensaran dos veces antes de salir con los chicos buenos. Citó a JungKook y le dio lustre a sus palabras y, a cambio, se suponía que él hablaría con los entrenadores, pues seguían sin quererlo cerca del todo.

Hizo caso de su propio consejo y lo llevó a la práctica con bastante eficacia, evitando al tipo que hacía latir con demasiada fuerza su corazón. Pero después YoonGi lo había apoyado contra aquella pared y lo había besado. Tendría que haberse sentido sorprendido y conmocionado, pero acercarse, con los párpados entornados y un brillo de lujuria en sus ojos, lo había hecho sentir débil y excitado al mismo tiempo. En el momento en que sus labios se rozaron, sintió que las fuerzas lo abandonaban y se dejó llevar por lo que con tanta desesperación deseaba: YoonGi.

A pesar de que sus sentimientos hacia él eran poco más que un caos, no podría ocultar por mucho tiempo la verdad. Deseaba a YoonGi. Deseaba estar con él, pero quería ser algo más que otro amante al que llevar a un hotel.

Algo más que un admirador.

YoonGi lo había llamado «cabeza dura». No era un cabeza dura en absoluto. No le importaba que los hombres utilizaran palabras fuertes mientras hacían el amor. Era el autor de «Bomboncito de Miel», por amor de Dios, pero también un doncel decidido a conservar la dignidad, a luchar por si mismo. A luchar por no enamorarse como una colegiala de un tipo indeseable.

Juega y Gana  ➳ YoonMin (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora