Ocho

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Vaya Lanzamiento

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YoonGi estiró los puños de su camisa y colocó en ellos los gemelos. Esa misma mañana, en el entrenamiento, había oído decir que Jimin asistiría a la fiesta con JungKook. Sentía curiosidad por ver cómo iría vestido; de negro, sin duda. Alzó las manos y colocó el último corchete en el cuello de su camisa blanca almidonada. No había hablado con Jimin desde el partido contra Denver Nuggets Club.

El fullback de reemplazo había jugado los dos últimos encuentros, dejando que YoonGi disfrutara de un merecido descanso, y no había tenido oportunidad de hablar con Park. No es que tuviera nada que decirle, pero le gustaba provocarlo un poco para observar sus reacciones. Para ver si se reía o si entornaba los ojos y torcía la boca. O bien si podía conseguir que se ruborizara.

Se abotonó los tirantes grises y se preguntó si Jimin y JungKook tendrían una auténtica cita. No lo creía posible. O, por decirlo de otro modo, no quería creerlo. Jimin era una fiera y tenía ingenio a la hora de contestar, un cretino aficionado a los bolígrafos no era el tipo de hombre adecuado para Jimin. En particular, aquel cretino. No era un secreto que JungKook se había opuesto al fichaje de YoonGi para Warriors y que se toleraban el uno al otro porque no tenían más remedio que hacerlo. Según la opinión de YoonGi, Jeon JungKook era un pusilánime, en tanto que Jimin tenía agallas. Suponía que eso era lo que le gustaba de él. No se escondía ante la adversidad. La afrontaba. A pesar de su estatura.

YoonGi tomó el moño negro y se colocó frente a los espejos de las puertas del closet. Al tercer intento hizo un nudo perfecto. Por lo general no le molestaba ponerse el esmoquin y asistir a eventos, especialmente si se trataba de fiestas en honor a antiguos porteros, pero esa noche no tenía nada de usual. Esa noche, su hermanita asistía al baile del colegio con un chico que tenía un piercing en la nariz.

YoonGi cogió el reloj de la mesita de noche y se lo colocó en la muñeca mientras caminaba hacia la habitación de Sana. No pensaba salir de casa hasta que su acompañante fuera a buscarla. Sabía muy bien qué era lo que pasaba por la cabeza de un adolescente, y había pensado mirar a BeomGyu a los ojos y hacerle saber que estaría en casa para cuando Sana regresara, esperándola. Tenía que estar ahí para apretar la mano de BeomGyu un poco más fuerte de lo necesario y así hacerle entender que más le convenía que no se propasara con su hermana. YoonGi tal vez no fuera el mejor hermano del mundo; de hecho, no estaba ni a medio camino de serlo, pero protegería a Sana mientras viviera con él.

Había decidido no hablar del tema del internado hasta después del baile. Ella se lo había pasado genial eligiendo el vestido y los zapatos, por lo que no le había parecido el momento más adecuado para hablarle de eso.

YoonGi llamó a la puerta de Sana, y cuando ella murmuró algo entró. Esperaba verla con el vestido de terciopelo negro con escote cuadrado, mangas abullonadas y pequeñas rosas bordadas. Se lo había enseñado el día anterior, y él pensó que era muy apropiado para una chica de su edad. Pero en lugar de estar vestida, se encontraba tumbada en la cama con el pijama puesto. Tenía el pelo recogido en una cola y lloraba desconsoladamente.

–¿Por qué no estás preparada? Tu acompañante llegará dentro de unos minutos.

–No va a venir. Anoche llamó y canceló nuestra cita.

Juega y Gana  ➳ YoonMin (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora