3. El túnel de los condenados

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¡No!

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¡No!

¡NO!

¡NOOOO!

Sosteniéndose la cabeza y gritando internamente, Baek Hyun no podía caer en cuenta que estaba muerto y era ahora un alma errante. No podía ser verdad. Se pellizcaba y sentía dolor, percibió su aliento chocar con la palma de su mano por cerciorar que respiraba y para más sensación de que estaba vivo, sobrepuso su otra mano contra el lado izquierdo de su pecho, sintiendo los latidos de su corazón.

—No, no, no puedo estar muerto.

Se repetía observando las palmas de sus manos con color, no estaban pálidas y menos sus mejillas, todavía percibía calor corporal en él. ¿Qué más señales debía tener para saber que no estaba muerto?

Aquel callado muchacho que se sentó al fondo echó un vistazo hacia un inquieto Baek Hyun que se removía tres asientos más abajo. Su rostro se mantenía inexpresivo, observando detalladamente que el forastero debía ser la persona que su superior le mencionó estaría por llegar. Se acordó que mostró un gran interés porque llegará pronto y ahora que veía al susodicho no creyó que fuera tan menudo, pequeño y nervioso. Imaginó un personaje diferente si era de tanta importancia para su superior. Sin embargo, no podía juzgarlo, por algo tenía tal cargo, solo él sabía para qué lo necesitaba.

Baek Hyun ni siquiera se percató que el autobús empezó a quedarse vacío hasta ser los únicos viajeros, él, el chofer y aquel custodio.

—¡Eh, muchacho! Tu paradero.

Alzó la vista, desorientado y señalando con un dedo hacia sí mismo por asegurar que se referían a él.

—Sí, tú. Este es tu paradero.

Baek Hyun agarró su mochila y se paró tembloroso para sostenerse del tubo metálico en el techo y darse estabilidad en sus pasos a llegar hacia el chofer y las puertas abiertas del autobús.

—¿C-cómo sabe q-que debo bajar aquí? —preguntó temeroso, pues la calle tenía una intensa neblina y se veía desolada entre tantos árboles.

—Alguien solicitó verte —respondió, causando en Baek Hyun abrir más los ojos de la impresión y estar de piedra en su sitio por un breve lapso a raíz de oír una ronca voz que le avisó hacerse a un lado—. Es mejor que lo sigas.

Baek Hyun miró entre el chofer y aquel misterioso muchacho que hacía muestra de su espalda al bajar y caminar hacia cierta dirección entre la neblina. Comprendía lo que era un «custodio», similar a un vigilante, pero no de algún edificio o institución, sino de almas errantes como él.

Decidió no bajar.

Esa atrevida respuesta lo llevó a oír nuevamente la voz de aquella mujer en su cabeza que le advertía salir pronto de ese autobús. Pero, se puso firme en no obedecer, pese a que parecía un chalado quejándose contra sí mismo frente a aquel chofer que comenzó a removerse en su asiento y ser ajeno a los llamados de Baek Hyun por saber qué le ocurría.

El otro caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora