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No puedes parar

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—¿Y ahora a dónde vamos? —pregunta Sandra.

—No lo sé —Delanie se sienta en la acera—. Aquí tenía mis conocidos para que nos dejaran entrar y mira —mueve su cabeza al cartel en la puerta del sitio—. «Cerrado por problemas legales» —repite con voz chillona.

Nos quedamos en silencio. De reojo noto que Damon y Erick comparten una mirada, y el chico de ojos marrones sonríe, arrogante, antes de hablar.

—Bueno… yo conozco un sitio —las miradas se dirigen a él y este sube la comisura de su labio, más orgulloso—. Ustedes saben —comienza, abriendo los brazos—, la influencia. Ser hijo del candidato es beneficioso…

—Ve al grano —le corta Anthony su discurso, ganándose una mirada de indignación por el castaño, que abre y cierra la boca, para luego subir los hombros.

—Conozco un club —dice, al final—. Podemos ir. De vez en cuando voy.

—¿Y si nos dejarán entrar? —cuestiona Sandra, desconfiada.

—Obvio que nos van a dejar entrar.

Así que, tras decidirnos, nos vamos al lugar mencionado y…

—No los voy a dejar entrar —decreta el tipo moreno, cruzado de brazos.

—Vamos, Jhony-Jhony, tú me conoces. Siempre me dejas —le insiste Erick, persuasivo, aunque algo me dice que no va a funcionar nada de lo que le diga, ni un—: Dinero doble —sube y baja ambas cejas, creyendo que sí va a convencerlo—… multiplícalo por cinco, él ya es legal —señala a Anthony, que lo observa tipo «esto es una pérdida de tiempo».

Y no lo dudo.

El hombre niega, seguro.

—Tu padre dijo que te prohibiera entrar —Erick se queda sin saber que decir—. Dijo que te terminaría dando un coma etílico.

—Pero si él es el primero —murmura el chico, para sí mismo—. Vamos, papá no se va a enterar.

—No, además vienes con esta cuerda de adolescentes —nos repara y su mirada cae en mi—. ¿Cuántos años tiene esta? ¿Catorce?

Abro la boca, ofendida, poniendo mi mano al frente.

—Disculpe, señor, pero…

—Déjanos, Jhony-Jhony, no seas malo. Solo un rato —Sandra me atrae hacia ella, viendo mis intenciones de protestar.

Niega con la cabeza y Erick se da la vuelta mirándonos, resignado.

—Pues no —se pasa una mano por el cabello.

—Vaya influencia y ser hijo del candidato. Y, wow, yo soy Erick Russell, me voy a comer el mundo.

—A qué te quito la peluca —increpa Erick a Sandra y ella le saca el dedo medio.

—¿Entonces? —pregunto. Otra vez Damon y Erick comparten una mirada y el chico pelinegro niega con la cabeza.

—No creo —dice.

—Intentemos —insta Erick.

—Pero ¿Tu o yo?

—Ambos.

—¿Y si no?

—La llamamos. Ella nos ayuda…

—¿Pueden dejar de hablar como si estuvieran solos? —riñe Anthony y Erick se acerca, palmeando su hombro.

Pisando los erroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora