1 - Jennie

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Parte I - Jennie

Era más de la una de la mañana cuando escuché mi teléfono sonar. Se supone que no debía manejar el teléfono en el trabajo, pero a esta hora nadie venía y faltaban al menos 40 minutos para que ella llegara.

Fui a la parte trasera y lo tomé, era un mensaje de Jisoo. Reí incluso antes de leerlo completo.

Jisoo: Hey, ¿cómo va tu patético trabajo?

Yo: Patéticamente bien. ¿Qué haces despierta?

Jisoo: Estoy con Nayeon...

Yo: Asco.

Jisoo: Ya quisieras tú tener a una chica como la mía en tu cama.

Yo: Pff.

Jisoo: Hablando de eso, ¿dónde está el amor de tu vida?

Yo: No es el amor de mi vida.

Jisoo: Pero te gusta.

Iba a contestar, pero escuché la campanilla de la entrada, indicando que alguien estaba llegando al establecimiento. No tuve que alzar la mirada para saber quién acababa de llegar, sólo dejé el teléfono a un lado y suspiré para apoyar sus manos en la vitrina, esperando que ella llegase hasta allí.

Como siempre, su cabello estaba despeinado, pero le quedaba perfecto. Tenía una camiseta blanca sencilla, un pantalón deportivo rojo con franjas blancas a los costados, además, su atuendo iba a acompañado con una chaqueta de jean gastada, siempre la llevaba, cada vez que llegaba a la tienda.

- Buenas noches - saludó. Su voz ronca, cansada, débil.

- Buenas noches - devolví yo.

Yo siempre la veía, ¿cómo no hacerlo? Ella era hermosa, pero ella nunca levantaba la mirada.

- ¿Qué vas a ordenar? - Pregunté, aunque sabía lo que pediría.

- Un café con leche y vainilla, tibio - pidió.

Asentí relamiendo mis labios y me volví para comenzar a preparar el pedido. Escuché los pasos de sus botas viejas, yendo hacia el mismo lugar de siempre. Cuando terminé me volví hacia ella, viéndola desde mi lugar detrás de la barra. Ella tenía los brazos apoyados en la mesa, viendo hacia la ventana con el gesto perdido, pero veía el brillo en sus ojos característico de las lágrimas.

Ese día, al menos, no había llegado con ningún moretón, al menos no uno visible.

Suspiré y mordí mis labios dejando la taza de café hirviendo dentro del envase con hielo, para que se enfriase un poco, porque ella nunca lo quería caliente, sino tibio.

Mientras esperaba que se enfriase, tomé nuevamente mi teléfono y revisé la bandeja de mensajes, tenía uno de Jisoo y algunos viejos de otras personas, pero esos no me interesaban.

Jisoo: ¿Por qué me ignoras, hija de puta?

Jisoo: Oh, ya debe haber llegado... ¿Cierto? Apuesto que sí.

Yo: Sí, ya está aquí.

Jisoo: Entonces... ¿Hoy sí le hablaras?

Yo: No... ¿Estás loca?

Jisoo: Oh vamos, ¡ten pantalones! Llevas más de un año fantaseando con esa chica, deberías al menos saber su nombre, estúpida.

Yo: ¿Y si no le gustan las chicas?

Jisoo: ¿No tiene cara de lesbiana?

Yo: ¿Qué clase de pregunta es esa?

Jisoo: Bueno, ¿qué clase de pregunta es la tuya, idiota? Solo ve y háblale, si es hetero no importa, tienes una cara tan versátil que probablemente le gustarías. En serio, ve y háblale.

Yo: Pero ella siempre está llorando... ¿Cómo lo hago?

Jisoo: Acércate y dile "una chica tan linda no debería llorar". Entonces ella te habla, se presentan, se enamoran, se hacen novias, tienen sexo, me dan sobrinos y se casan. Y vivieron felices para siempre.

Yo: ¿Por qué nunca eres de ayuda?

Jisoo: Ya te di un consejo, úsalo.

Bloqueé el teléfono y saqué el café de aquella chica verificando que estuviese en la temperatura perfecta. Lo estaba.

Salí de la barra y caminé hacia ella con su café en mis manos, estaba nerviosa, ¿por qué? No lo sé, pero lo estaba.

Antes de llegar a ella, me detuve y la miré.

Yo no la conocía, no demasiado, pero en todo el año que había trabajado allí, ella siempre llegaba y... Lloraba, siempre, sin falta. Al principio no le tomé demasiada importancia, en ese entonces estaba en exámenes finales y no tenía tiempo para nada, aprovechaba la madrugada para estudiar y me enfocaba sólo en eso. Pero luego, cuando terminaron mis exámenes y ella seguía llorando, yo comencé a interesarme.

Al principio sólo lloraba en silencio, nada salía de su garganta, mientras pasaban los días todo fue empeorando. Ahora ella sollozaba, con dolor, pero yo no podía hacer nada porque me daba miedo, temía su rechazo.

No sabía por qué lo hacía, tampoco tenía sospechas... Hasta que un día ella entró por la puerta con la mirada más gacha que nunca, el cabello le cubría la mitad del rostro y cojeaba un poco con la pierna derecha. Estaba golpeada, su ojo izquierdo tenía un gran moretón, tenía el labio partido e hinchado, además, había varios rasguños en toda su cara.

Cuando esto se repitió dos o tres veces más en menos de un mes, supe que a esa chica la maltrataban, su padre, su madre, su tío, su hermano, quien sea, la maltrataba.

Recuerdo haber querido llorar junto a ella, recuerdo haber querido abrazarla, pero no lo hice, me quedé callada, quieta en mi sitio, escuchándola llorar aferrada a su chaqueta de jean vieja y desteñida.

Volví a retomar el paso y llegué hasta su mesa, cuando alzó la mirada por un par de segundos, le sonreí, pero ella no me devolvió el gesto, aunque no me importó.

Dejé el café a un lado y ella lo tomó sin mucho ánimo. Yo casi corrí a mi puesto detrás de la barra y fundí mi cara en el teléfono.

Pero la curiosidad me ganó y levanté la vista. Ella estaba leyendo la etiqueta, lo estaba haciendo. Mi corazón retumbó y apreté los dedos al rededor del teléfono, entonces ella volvió hacia mí y me sonrió.

Jamás había visto su sonrisa, pero estoy segura de que debía ser una de las siete maravillas del mundo.

Yo le sonreí de vuelta, con las orejas calientes y ella tomó otro sorbo de su bebida.

Fue la primera noche en la que ella no lloró.

***

Espero les guste esta historia y les ayude a aguantar mientras actualizo Faraway Land. 

Tears || JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora