Capítulo 2

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Tal como se esperaba. Una tormenta de nieve azotó el pueblo a la mañana siguiente. El viento soplaba con rudeza en el exterior de las casas y se escuchaba con claridad como las hojas de los árboles chocaban entre sí.

—Creo que vamos a tener que pasar encerrados por al menos una semana. —dijo Ranma apoyada en el filo de la puerta de su dormitorio con el cabello rojo suelto, luciendo mucho más bella que de costumbre. —Tendremos que esperar aquí adentro hasta que el clima se normalice si no queremos sufrir una hipotermia por el frío.

Ryoga asintió un poco inconforme.

—No pensé que este invierno fuera a iniciar tan fuerte. —dijo organizando las prendas de ropa de su armario. —Tendremos que buscar la forma de mantenernos en calor si es que la leña se acaba y la tormenta no pasa tan pronto.

Ranma sonrió para sí misma, pero se mantuvo callada. Espero que el chico arreglara todas sus cosas y dejara la cama despejada por completo. Tenía una idea en su cabeza, algo que quería hacer desde hace mucho y seguro que se estaba dejando llevar por sus hormonas, pero nadie tenía el derecho de juzgarla.

—¿Qué tal si nos calentamos de una manera diferente?—preguntó a su pareja mientras caminaba hacia él. —Puedo ayudarte si te interesa.

Ryoga sintió como su cara empezaba a arder ante la clara e indecente propuesta.

—No digas eso. —dijo poniendo sus manos en los hombros de la chica que era más bajita que él. —Po-Podemos preparar café y a-acostarnos en la cama o...

Ranma viró los ojos fastidiada.Había dejado de practicar artes marciales hace mucho, pero no perdió su fuerza así que agarró al chico del cuello de su camiseta y lo hizo caer contra el colchón de la cama.

—Hace mucho que no estamos juntos. —continuó sentándose encima de Ryoga y besando su cuello lentamente. —¿Ahora quieres hacerme creer que eres tímido?

—No lo soy, pero... —Buscaba alguna excusa para detener las acciones de la pelirroja. Sabía que después se le complicaría más detenerse, pero tampoco estaba dispuesto a tener que lidiar con la culpa.

Ranma decidió interrumpirlo de una vez así que juntó sus labios en un beso desesperado, pero caliente. y con la finalidad de llegar a su propósito.

Ryoga no sabía que hacer, siempre le sucedía, los nervios provocaban que su accionar fuera torpe y estúpido. En ese instante no hallaba donde poner las manos porque implicaría tocar el ardiente cuerpo de su chica.

Ella, por otra parte, se movía encima de la pelvis de Ryoga, iba de arriba a abajo tortuosamente sin dejar de besarlo y acariciando con sus manos el pecho trabajado del contrario.

Sería fácil solo ignorar todo, levantarse y salir de la casa, pero ni siquiera podría intentar abrir la puerta antes de que cayera encima suyo toda la nieve que trajo la tormenta. No había forma de escapar.

—Déjate fluir... —susurró la chica en su oído con voz baja, como si alguien pudiera escucharlos a la vez que daba pequeños saltitos en su entrepierna, podía sentir cómo su accionar no era indiferente para Ryoga quien intentaba pensar en todo, menos en las deliciosas sensaciones que estaban empezando a surgir.

Quería negarse, pero... demonios, no podía hacerlo cuando la tenía encima suyo moviéndose de esa forma tan sexy mientras lo miraba con demasiadas expectativas.

Ryoga finalmente se relajó, intentando enfocarse en la situación actual y ocultar la voz de su consciencia que le reclamaba sin cesar.

Apoyó sus manos en la cintura de la chica, todavía con un poco de arrepentimiento, pero ya no había vuelta atrás. Se permitió besarla de forma descendente, desde un lado de su mandíbula bajando hasta su cuello donde mordió con suavidad.

El alma en los labios - Ranma y RyogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora