—Creo que esto es tuyo.
Por un momento me asusté, tuve mis razones. Fue un momento extraño, pero tal vez más extraño fue darme cuenta de que ya conocía a esta persona, como si encontrarse en la calle a alguien endemoniadamente atractivo fuera usual.
Mantenía una sonrisa digna de un comerciante mientras sostenía mi celular.
— Si, gracias— Intenté tomar mi celular, pero de un momento a otro él movió su mano juguetonamente.
— Necesito una garantía de que es tuyo ¿Quién sabe? — Lo dijo claramente en broma sonriendo con malicia, no pude enojarme con él por alguna razón que no entiendo, pero eso no le quita que no me de confianza, después de todo es un alfa dominante.
Ahora que me paraba a pensar, Marco se encuentra vestido de manera casual, sin el aburrido uniforme que tenemos que usar en el instituto, aunque es obvio que realmente no importa como esté vestido, el cejón hacía parecer que el uniforme era una pieza única en un desfile de modas, de eso estoy seguro, benditos sean los amados por la genética.
— La garantía está en que es imposible que no notes que se me cayó de las manos en este preciso instante — intenté tomar el celular de nuevo y como era de esperarse de un alfa. Sus reflejos son envidiables.
— Hum, no me convences— mostró una sonrisa juguetona, habría sido algo encantadora si no mostrara unos colmillos aterradores. Si quieres distinguir a un dominante de otros, empieza por sus colmillos. Los alfas suelen tener colmillos algo grandes, pero los dominantes tienen colmillos aterradores ¿Acaso son vampiros? —Pero lo dejaré pasar porque eres lindo. — ¿Este tipo me acabó de llamar lindo? Debe ser una broma, literalmente soy casi tan alto y visiblemente más fuerte que él.
Mi celular fue devuelto sano y salvo, Marco solo siguió sonriendo mientras sentía como mi cara se deformaba en una expresión de ¿Asco? Podría decir, tampoco lo hice de adrede, el cejón no tardó en darse cuenta y soltó una risa estruendosa.
— Supongo que recibir cumplidos no es lo tuyo.
— Lindo no suena a algo que me dirían a mi — de hecho, la palabra suena muy anticlimática tanto con mi físico como con mi personalidad.
— Al parecer tengo el privilegio de ser el primero— Rezo porque sea sarcasmo, hasta que veo que pone una mirada que me pone de los nervios.
— Seguro que a ti también te dan cumplidos a menudo — suelto y el se ve claramente orgulloso— Aunque no todo lo que suena bien es necesariamente bueno, tal y como pasa con ciertas personas.
— Eres entretenido— sus ojos se entrecierran y esa sonrisa maliciosa. Es por esto que las personas que sonríen mucho son en las que menos confío.
Escucho de pronto el sonido de una notificación y reviso mi celular, es mi mamá, Dios, me va a matar si no llego temprano.
Decidí despedirme rápido de Marco e ir a esperar a que pase un autobús que me lleve a mi casa, parecía sencillo, debo recalcar que parecía porque en cuanto empecé a caminar el cejón me empezó a seguir.
Si caminaba un poco él caminaba y si paraba él lo hacía igual, no era divertido, me molestaba, mi paciencia es un regalo que no todos pueden tener o sencillamente soy solo un impaciente de mierda como me había dicho poéticamente Mari.
— ¿Necesitas algo? — Pregunté agotado dando mi mejor sonrisa torcida de amabilidad.
— No— Respondió su monosílabo con lo que parecía una cara ingenua, aunque nada convincente — Aunque quisiera seguir nuestra charla.
— Debo irme y ya me despedí— el me miró y volvió a hacerse el tonto
— ¿Lo hiciste? Solo recuerdo un balbuceo y que saliste corriendo, no es muy educado dejar a alguien que quiere hablar contigo.
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Un beta más
DragosteEn el mundo solo soy uno más, como lo sugiere mi casta, un beta más entre todos aquellos que viven para ser el escenario de ¨ellos¨ Vivimos para ser olvidados y solo aquellos que nacen para ser especiales dejan su huella. Solo soy uno más, solo uno...