Vakugan ; German usinger, unicornio

Capítulo 4

Estaba escribiendo concentrado en mi cuaderno el resumen de un trabajo de la facultad cuando alguien me tocó el hombro. Constanza se sentó a mi lado en el sillón del jardín del edificio, y me ofreció un mate.

—Gracias, Coty.

—Estás hace muchas horas estudiando acá solo.

—Me gusta estudiar solo, no puedo hacerlo en grupo.

—Yo estudio con mi primo, en realidad me lee un resumen porque me queda más en la cabeza cuando otro lo hace.

—Es muy buena idea esa, pero yo necesito leerlo muchas veces.

—¿Y cómo te sentís?

—¿Me lo preguntas por algo en especial?

—Escuche a la hermana de Iván hablando de vos.

Entonces agarré el mate para llevármelo a la boca y dejar el estudio de lado.

—¿Y qué escuchaste? Si no me molesta decírmelo. No voy a decirle nada.

No hablaba con Valula más de lo necesario como un saludo o una despedida, a veces, solo en ocasiones particulares teníamos una conversación más larga.

—Parece que está harta de vos.

—¿Harta de mí?

—Piensa mudarse con un tal Santiago.

Me levante rápido del sillón para entrar al edificio y subí las escaleras como si corriera por mi vida hasta el departamento. Iván abrió la puerta, mirando frío como siempre.

—¿No estabas estudiando, Ger?

—¿Valula se va a mudar?

—Ella nunca me dijo nada y si lo planea no me importa.

—Creo que se va a mudar con Santiago.

—Se lo voy a decir a mamá —ahora parecía molesto. —Ella no se lo va a permitir.

—¿A donde vas? —le pregunte al verlo darse la vuelta.

—Esa pelotuda de...

—¡Iván!

—Pensé que era más inteligente, ¿Pero irse a vivir con Santiago? Espero que no este embarazada o algo así porque si no se explica.

Casi me atragando con mi propia saliva.

—No digas eso.

—Me cuesta más a mí que a vos, Germán.

Iván abrió la puerta del cuarto de Valula y ella que estaba en su escritorio dibujando lo miró mal.

—Se golpea antes de entrar.

—Pausa esa cosa —le dijo, apuntando la notebook donde Valula veía Bakugan.

—¿Qué querés ahora?

—¿Te vas a mudar con el virgo de Santiago?

—No, ¿Quién te dijo?

—No te hagas la otra porque se lo voy a decir a mamá.

—Para, boludo. Te estoy diciendo la verdad.

—¿Y desde cuando me decís la verdad vos?

—No me voy a ir a ninguna parte, ¿Quién te dijo eso?

—¿Estás embarazada?

—¿¡Que decís?!

—Si o no.

—¡No! ¡Y no me voy a mudar a ninguna parte!

—¡Sos una mentirosa!

—¿Yo soy una mentirosa? ¿En que te mentí?

—No te vayas con él —pidió en un tono calmado que la sorprendió y a mí también. Iván solía explotar muy fácil.

—Me voy a quedar acá con vos. No me voy a ir a vivir con Santiago que seguro ni duro una semana.

—¿No te vas?

—¿Y para que me voy a ir?

—Porque estás harta de mí —conteste, sin mirarla.

—No dije eso.... —ese noto lo conocía. Me estaba mintiendo.

—No importa.

—¿No me crees?

—Valula hablas con volumen al cien. No pienses que nadie te escucha —le dijo Iván, saliendo del cuarto.

—¿Me escuchaste, Germán?

No la escuche, pero intuí que hasta Iván lo había hecho.

—Sí.

—No quería decir eso, Germán. Me enojo fácil y me la agarré con vos, pero no estoy harta de vos.

—¿No?

—No.

—¿No pensas irte?

—No, y menos con Santiago.

—Pensé que lo querías.

—Lo quiero, pero me iría a vivir con él.

—¿Germán? —me di la vuelta para verla con mis cosas para estudiar.

—Coty.

—Te olvidaste tus cosas, y se está haciendo tarde. El cielo esta oscureciendo.

—Gracias, sos la mejor. Yo lo hubiera dejado toda la noche.

Valula tosió de manera extraña.

—Hola, ¿Sos la hermana de Iván? —le pregunto Constanza.

—Sí —le contesto seria, como hacía con los desconocidos como Iván. Bueno, a Constanza él la trato bien.

—Su nombre es Valula —le dije a la rubia.

—Constanza, ese es el mío —le extendió la mano, para Valula no la tomo.

—¿Nueva amiga? —me pregunto Valula, ignorando a Constanza.

—Sí —conteste, sonriendo hacía la rubia.

Constanza me sonrió también y entonces me di la vuelta para mirar a Valula por reflejo. Ella nos miraba molesta, pero no entendía porque si estaba todo bien entre nosotros.