AHORA

31 6 2
                                    

La puerta de la habitación se abrió por cuarta ocasión en lo que restaba del día. Casey ni siquiera se molestó en regresar la mirada para comprobar de quién se trataba, no hizo falta, el sonido de los tacones acercándose a paso firme era suficiente para hacerle hervir la sangre de rabia.

— Buenos días, Casey —la voz de la doctora hizo eco en la habitación—. Veo que aún no has tocado nada de tu comida. No creo que sea bueno para ti en estos momentos perder fuerzas a menos que quieras ver de nuevo a Kevin.

"No se atreva en decir su nombre, maldita hija de perra".

— Esta bien. Es tu decisión —dijo la mujer, dando un paso hacia atrás, y luego otro y otro más hasta haber abandonado la habitación.

Ya fuera, dos hombres, uno alto con barba y el otro de tez morena, se aseguraron de echar llave a la gran puerta de acero inoxidable. El rostro de la doctora era tranquilo, inquietantemente relajado para cualquiera que la haya visto en los últimos días.

Tenía muy en claro que Casey no iba a decir ni una sola palabra, no importando cuan amables fuesen con ella.

No había de otra.

— Hagan que coopere. No olviden sus modales, y tampoco sean muy rudos con ella.

Los dos hombres uniformados asintieron, y cuando el paso firme y elegante de la doctora Staple se fue alejando por el pasillo, la puerta volvió a abrirse siendo que de allí solamente podía alcanzarse a escuchar los agonizantes y perturbadores gritos de dolor por parte de Casey.

Si las cosas no funcionaban a su favor, pensaba la doctora, tendría que forzarlo. Además, de nada les serviría si Casey moría justo ahora que más la necesitaban para atraerlo, o más bien para tener a los 24 bajo su mando.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 04 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

The Horde and UsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora