6 MESES ANTES

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Diciembre; una época invernal y llena de alegría y cariño para todas aquellas personas que pasan las fiestas con seres que aman. Pero en el caso de Casey, bueno, ella solo tenía a una (o más bien a 24) con quién pasar dichas fechas. Y eso significaba regalos. O al menos para aquellos que ella había logrado conocer más a fondo y que al merecían la pena.

Le había costado escoger que ofrecerles, y más cuando tus captores son bastantes estrictos al momento de dejarte salir al centro comercial, pero al menos con ayuda de Barry pudo decidirse: un disco de Coldplay para Hedwig, un suéter rosado y hecho de lana para Patricia, un par de lentes de mejor calidad para Dennis - con un pañuelo exclusivo para ellos y la limpieza de los mismos -, y para Barry un kit de dibujo para que siguiera plasmando sus diseños tan hermosos y elegantes. Y para Kevin... Nada. A pesar de haber hablado con él más de lo habitual en los últimos días desde el incidente de las pastillas, seguía sin conocerle del todo. Era como vivir con un completo extraño que un día miras con rareza, pero al día siguiente crees conocer como si fuera la palma de tu mano.

Era realmente extraño.

Cómo de costumbre, Casey salió de su habitación con una vestimenta acogedora para el clima de aquellas épocas. Ya fuera, se percató de los pequeños arreglos improvisados que Barry se dispuso a hacer; escarcha que colgada de las ventanas, los cojines con estampados navideños, el árbol por supuesto, y una que otra decoración como galletas de jengibre, renos entre otras cosas.

— Vaya. — susurró sorpresiva

— Oh, Casey. No oí cuando llegaste. — Barry recién salía de la cocina para ir a despertarla, llevando consigo un par de tazas con chocolate — Supongo tendrás hambre, así que, he hecho el desayuno.

— ¿Saldrás?

— Bueno, los demás tienen pendientes y preferirían tomar la luz por un tiempo para terminarlos antes de que lleguen las fiestas. Muchos detestan la navidad a decir verdad.

Casey iba a preguntar el motivo de ello, pero no lo hizo, pues sabía que Hedwig tarde o temprano se lo habría de decir inocentemente.
La conversación termino en un silencio y Barry salió poco después de la casa, mencionó que llegaría algo tarde pero que traería una sorpresa consigo. Ella se preguntaba a veces si las salidas de La Horda serían prudentes, sobretodo ahora que se comenzaban a ser reconocidos en los medios debido a los vídeos divulgados por Elijah.

Incluso, y aunque le costará admitirlo, le aterraba la idea de no volver a verlos. Pues si bien la tenían presa, ellos se habían convertido ya en su único refugio, lo más cercano quizás a una familia en realidad.

El resto de la tarde se la paso limpiando, oyendo música que Hedwig le recomendaba y leía un libro de vez en cuando. Dennis también tenía un gusto culposo por las novelas de terror psicológico; curiosamente descubrió que de esos libros en particular el hombre sacaba sus ideas retorcidas de tortura hacia las jóvenes.

«Despertaba con una migraña de los mil demonios. Sentia un punzar cerca de su cabeza y su sien derecha, palpo con cuidado la zona y se percató del pequeño camino de sangre seca que se había formado por su frente, notando a su vez la cicatriz que se había formado allí mismo.

Al despejar su mente del dolor, decidió explorar el lugar más a profundidad; se hallaba en una habitación pequeña y lúgubre, las paredes eran de piedra y tenían un color gris que le daba un aspecto espantoso y aterrador. Intento levantarse del catre en el que se encontraba, pero algo se lo impidió; una cadena que sujetaba su tobillo a la pared...»

Dejo el libro en donde estaba y se dirigió al baño para tratar de apaciguar el recuerdo que volvía a ella. Odiaba que su mente de manera involuntaria decidiera regresar a esa habitación, al antiguo hogar de La Horda, a el lugar donde sus compañeras fueron asesinadas por La Bestia.

The Horde and UsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora