Capitulo 1: Un sueño

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En un pueblo fronterizo, donde un solo muro divide dos mundos prácticamente opuestos, un muro que dividía a México y Estados Unidos. El nombre, Nogales, una antigua y pequeña ciudad con mucha historia, rodeada de un inmenso desierto que no hacia mas que hacer más curioso el lugar. Rondaba la década de los 2010's en cualquier casa se vio como, por enésima vez México caía eliminada de una justa mundialista algo que, no sorprendía ni a propios ni extraños. La ilusión tricolor volvía a quedar en eso, pero entre la población con mayoritaria afición al béisbol, una pequeña con grandes sueños con cierta impotencia, veía por la televisión de su escuela el pitazo final de aquél partido; su nombre, Ana Ruiz Nieto.

A pesar de la desilusión que inundaba al país en ese momento, ella no podía evitar soñar con un deporte completamente diferente al béisbol: el fútbol. En su corazón, albergaba una pasión inquebrantable por el juego, a pesar de la abrumadora preferencia de su comunidad por otro deporte. Mientras miraba el partido, algo dentro de ella se encendió. Decidió que ella sería la que cambiaría el destino de México en el fútbol. Cerró los ojos y visualizó a sí misma en la cancha, anotando un gol que llevaría a su país a la victoria en un futuro torneo mundial. Esa visión se convirtió en su motor, y estaba decidida a dedicar su vida a hacerla realidad.

Desde ese día, Ana comenzó a entrenar más duro que nunca. Aprovechó cada oportunidad para jugar al fútbol, y sus habilidades se desarrollaron rápidamente. A medida que crecía, también crecía su determinación. A pesar de las expectativas y las miradas escépticas de su entorno, Sofía estaba decidida a romper las barreras y llevar a México a lo más alto del mundo del fútbol.

Años después de ese partido, en el campo de futbol de una universidad de la ciudad, Ana se encontraba en un partido de un pequeño torneo local, donde se desempeñaba como una de la dupla de delanteras

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Años después de ese partido, en el campo de futbol de una universidad de la ciudad, Ana se encontraba en un partido de un pequeño torneo local, donde se desempeñaba como una de la dupla de delanteras. Quienes la acompañaban eran dos de sus amigas mas cercanas, la portera, Fernanda Obregón, una niña de carácter fuerte y Ashley Williams, una jugadora talentosa pero un tanto egoísta. El partido se hallaba en un 2 - 2, un partido a punto de culminar. 

El equipo de Ana, las Panteras, sufría un ataque por la banda derecha, la defensa había sido tomada con una mala posición y el equipo rival pasaba campante hacia el área a la cual no dudaron en lanzar un centro, la pequeña portera, de manera osada, saltó por el balón logrando capturarlo en el aire. Donde por ultimo recurso antes de que acabara el partido, logró enviar un pase hacia el medio campo donde sus compañeras lograban tomar e iniciar el contrataque. Las Panteras tenían una ocasión importante donde las mediocampistas pusieron toda la fe en los pies de Ashley, quien ni lenta ni perezosa, arremetió hacia el área rival dejando atrás a muchas de sus rivales. Ella tiró pero para su mala suerte, y quizá su exceso de confianza, estrelló el balón en el travesaño. ¿Eso sería todo? ¿Los equipos dividirán puntos? La respuesta se evidencio en cuanto el balón volvió a tocar el suelo, pero quien se encontraba allí era Ana esperando para realizar un remate de volea, anotando el gol del triunfo a escasos momentos del final. La euforia era obvia, pero Ashley sentía una ligera sensación de celos; una vez se hizo el saque central de reinicio, el colegiado dio por terminado el compromiso.

Las Panteras se llevaban el triunfo, y no solo eso, confirmaban su presencia en la siguiente ronda, el clásico mata-mata, al final del encuentro, Ana fue nuevamente rodeada por sus compañeras para darle de vuelta el crédito del triunfo mientras de...

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Las Panteras se llevaban el triunfo, y no solo eso, confirmaban su presencia en la siguiente ronda, el clásico mata-mata, al final del encuentro, Ana fue nuevamente rodeada por sus compañeras para darle de vuelta el crédito del triunfo mientras decían cosas como:

— *risita* ¡Ese tiro estuvo bien chilo.*!
—  ¡Eres la mejor!

* Chilo: Genial, chévere.

Ana fue abrazada por un brazo que se enredo en su cuello, donde Fernanda con un cariño rudo, le dijo unas palabras

— ¡Je, je, je! Esta vez si te luciste, Anamari.
— ¿Tu crees, Fer? — respondía Ana

Ashley, quien había estado observando la escena con una mezcla de admiración y rivalidad, se unió al grupo:

— Bueno, bueno, ¿y si en el próximo partido me pasas el balón a mí, Ana? No quiero que todas piensen que eres la única estrella aquí. —

Fernanda sonrió y, con un brillo retador en los ojos, respondió:

— ¡Vamos a ver quién brilla más en las finales, Ashley! Estoy segura de que Ana estará dispuesta a compartir el protagonismo.
— Pa'la otra, yo voy a ser la que meta ese gol... — respondió Ashley con una cara risueñamente traviesa

El campo se vio envuelto en risas y la noche llegó, las niñas se fueron a casa esperando con ansías empezar las finales. Ana y Fernanda, al vivir relativamente cerca, decidieron pasar el resto de la tarde en casa de Ana donde pasaron un rato juntos jugando una vieja consola de videojuegos en una habitación rodeada de posters, medallas y uno que otro trofeo.

— Fer. — Dijo Ana rompiendo el silencio en la sala.
— ¿Qué pasa? — respondió curiosa
— E-Estoy un poco nerviosa...
— ¡Ay, tú siempre con tus cosas, Ana!

Fernanda golpea el hombro.

— Ja, ja, ja. ¡Oye! — dijo Ana, reía y se sobaba el hombro.
— Je, je. No puede ser que estas alturas ya te estés echando patrás.
— Claro que no, haré lo que pueda para ganar ese torneo.
— ¡Así me gusta! —dijo Fernanda y abrazando a Ana

Pasaron un tiempo juntas, el nerviosismo era claro, pero gracias al optimismo alto de Fernanda, Ana pudo tomar control de ello y prepararse mentalmente para el siguiente partido el próximo fin de semana. Entusiasta y vivaz, Ana piensa en grande como un pequeño paso en convertirse en lo que ella quiere lograr con sus amigas. Esa misma noche, Ana en su cama pensaba que clase de obstáculos se avecinan en los futuros partidos pero aun preguntándose si podrán llegar lejos. Pero solo pensó y sintió que los ojos le pesaban y eventualmente concilió el sueño.

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