1.- Viento

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Una fuerte tormenta había caído en aquella ciudad, las nubes grises y frías y el toque tenue de las gotas que caían con fuerza cual un lamento triste y bajo mantenían a las personas. Las paredes grises hechas de mármol contrarrestaban a la tempestad que decidió caer en ese lugar. Varias personas con grandes abrigos negros y plomos caminaban por las veredas, un ser en particular con un abrigo negro hasta el tobillo caminaba con ambas manos en los bolsillos. Su mirada era en dirección al suelo, eso no pasaba de desapercibido por las personas, tal vez era por la calavera que llevaba puesta en la cabeza y unas cuencas negras vacías donde supondrían debían haber un par de ojos. Mas lo miraban y seguían su curso restándole importancia a ese suceso que no era extrañó para ellos.

Aquella persona llegó a un callejón, donde vio un niño llorando, tenía en ambas manos unas muletas. Noto varias lágrimas al rededor de esos ojos color café, su piel pálida contrarrestaba con el abrigo azúl que traía puesto. El niño noto al ser y se acercó con la ayuda de sus muletas.

—Oiga señor, me podría ayudar a buscar a mi madre, me he perdido–Pidió el niño secándose las lágrimas con el antebrazo del abrigo.

—Oh, pequeño niño. Tu vida se ha cortado, he venido por ti–Habló de forma calmada el ser esquelético, el niño lo miro confundió. Tan solo era de 6 años, como podría entender que la muerte había venido a reclamar su vida. No podía entender que esas simples palabras tal vez estaban fuera de su entendimiento. O que tal vez su cerebro le impedía procesar la información dicha por el hombre

Aquella persona con un aspecto para nada normal le toco la cabeza, el niño retrocedió pero que al instante su cuerpo lo abandono y dejó caer ambas muletas donde se apoyaba, salio de ahí dejando aquel cuerpo frío tendido en la vereda gris.

Camino por varios lugares, mundos remotos y dimensiones. Dándole un fin a varias vidas con un sólo toque hasta que llego a uno, donde se detuvo en un planeta con un peculiar ambiente, el cielo lila con varias lunas de diferentes tamaños, grandes prados con naturaleza. Muy cerca vio a tres personas tomando un té en una mesa redonda al costado unas sillas hecha de madera color rosado entre morado, uno era un anciano, el mayor era un alto similar a su altura pero su piel era rojilla y una larga cabellera blanca hasta la altura de los hombros. En cuanto al ultimo era un joven que probablemente le llegaba por debajo de su cintura. Lo estuvo observando hasta que llego un gato de aspecto humanoide junto a un ser alto de piel celeste y un cabello que desafiaba a la gravedad de color blanco, una curiosa túnica de color vino con símbolos. Veía la escena escondido entre los árboles pero se escondió cuando aquel ser de piel celeste le dedico una mirada, probablemente lo descubrió mas simplemente volvió su vista al menor.

Después de unos momentos aquellas dos personas se fueron como vinieron en un destello. Vio al joven de tes lila dirigirse al templo y lo siguió escondiéndose.

En una biblioteca lo observo revisando unos libros, sus rasgos eran hermoso, ojos negros como la noche pero que era acogedor y la pequeña nariz. Una boca pequeña. Sin duda a sus ojos, era la belleza encarnada. Nunca había visto a un ser con una peculiaridad de esos rasgos, tal vez era por que nunca se tomaba el tiempo de analizar a su víctima.

Lo alertó un estornudo y dejo caer unos libros al suelo, el menor de tes lila vio lo que paso y simplemente recogió los libros y los guardo en la repisa de donde se había caído. Lo vio salir de la biblioteca para ir a una parte del templo donde había un pequeño jardín, con flores silvestres y algunos animales maravillosos, vio a un conejo enfermo frente a unos milímetros de el y aprovechó que aquel joven acariciaba el pelaje de un lobo planteado para tocarlo y aquel conejo murió.

Se escondió de la vista del menor, el menor de tes lila vio al conejo y vio a todos lados pero no vio nada. Tomo al conejo en sus manos y se volvió una luz que se convirtió en una ave pequeña de alas blanca.

El ser de cabeza de calavera vio eso muy curioso se apoyo en un árbol y al instante el árbol se seco y las hojas se convirtieron de color anaranjado para caer al suelo. El menor abandonó el jardín y el lo siguió hasta que llego frente a una puerta donde se cerro cuando una voz le impidió que moviera la manija para abrirlo. Se escondió y vio que era el de piel rojiza que tocaba la puerta y el menor abrió ofreciéndole una hermosa sonrisa, se alejó de ahí y se marchó.

En la noche, en la misma habitación aquel ser decidió entrar. Vio al menor acostado en la amplia cama de sabanas color azul, lo vio tranquilo y una hermosa sonrisa adornaba ese angelical rostro que nunca vio antes, se acercó con cautela y extendió su mano esqueleto hasta el rostro dispuesto a tocarlo y darle un fin a esa vida como lo hizo con anteriores seres. Mas lo detuvo y lo contempló cuando aquel joven sonrió.

No pudo, alejo su mano como dudando en hacerlo. Era la primera vez que algo como esto le estaba sucediendo, estaba confundido porque no podía hacerlo. Con un solo toque bastaría para darle una muerte sin dolor para ese ser, mas no podía, su ser no podía hacerlo y eso el no lo entendía.

Lo miro un momento, lo suficiente para darse cuenta de que el menor se veía hermoso frente a sus ojos entre las sabanas. Un frío viento ingresó por la ventana y con ella la puerta se abrió, el ser esquelético se escondió entre las cortinas. Vio que era el anciano que simplemente había ingresado para cerrar la ventana y se detuvo para ver en una parte y luego salio de la habitación como si nada, el ser salió de entre las cortinas y le dedico una última mirada para abandonar la habitación pero que volvería para cumplir lo que tenia que hacer.

—Volveré por tu vida...–Dijo el ser esquelético, curiosamente el mechero que estaba encima de la mesa de noche donde shin dormía se había apagado.  El menor despertó, se tallo los ojos con la ayuda del torso de su mano y notó el olor a flores mojadas.

La ventana se abrió nuevamente y entro el frío viento de la noche, Shin se levanto de la cama y se acerco a la ventana para poder ver el exterior del planeta y cerrar sus ojos para seguidamente sonreír inconscientemente.

—Y yo te esperaré...–Susurró Shin.

Último ToqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora