La Hija Oculta [Sasuke Uchiha / Kiba Inuzuka X OC] (Naruto)

009. La Niña De La Niña

La noche pasaba, la luna cruzaba el cielo y las estrellas brillaban más que nunca. Kiba estaba durmiendo abrazando una almohada soñando de que Mahara estuviera a su lado, Akamaru sobre su cara hecho bolita y las sábanas esparcidas por todos lados. Por otro lado, Sasuke estaba solo en su apartamento, su posición al dormir era perfecta y su respiración era suave.

Mahara no podía dormir, de nuevo. Quería dormir pero simplemente no podía. Ella odiaba que todo eso fuera parte de su rutina. Bajo a la cocina para prepararse un té con leche para ver si eso le ayudaba, pero de nuevo, no funcionó. A veces se preguntaba si debía cambiar sus horarios para dormir ya que dormir en la noche era muy complicado para ella. 

Subió al baño para tomar una ducha caliente. Recargó su cabeza en el borde de la tina para intentar relajarse. Cerró los ojos para poder meditar acerca del caótico día que había pasado. ¿Así serían sus días a partir de ahora? Ella no estaba segura pero esperaba que si. 

Estaba contemplado seriamente en pedirle ayuda a Kiba. Quería hacerlo pero ¿no se vería muy egoísta? Él merecía una noche tranquila. Se comenzó a morder las uñas de los dedos mientras pensaba en las opciones que tenía. Ya había terminado de leer el libro de Kakashi y no lo quería volver a leer. Podría limpiar la casa, pero la casa estaba impecable. Además si limpiaba, probablemente despertaría a su padre. 

Mahara salió de la ducha, se envolvió en una toalla y se miró al espejo. Debía admitir que era extraño que para ser una persona que constantemente no puede dormir, no tenía ojeras. Su rostro se veía energético y saludable. Era todo un misterio. 

Mahara regresó a su habitación. Miro a Yuki en el armario desde su cama mientras se cepillaba el cabello. ¿De verdad pensaba en visitar a Kiba?

En menos de lo que pensaba, Mahara se encontraba lanzando gotas de agua en la ventana de la habitación de Kiba. Vio como el chico se había despertado para ver toda su ventana llena de gotitas. "¿Está lloviendo?" pensó Kiba mientras se tallaba los ojos, hasta que vio a Mahara llamando su atención con su brazo desde la calle.

—Mahara, ¿qué haces aquí?—. Se preguntó a sí mismo. Se puso unas sandalias y tomó su abrigo afelpado lo más rápido que pudo. Salió con suma precaución de su habitación, un paso en falso y su madre sabría que se estaba escabullendo de casa por que tenían instalado piso anti-ninjas. Se fue lo más lento posible hasta la puerta. La abrió y cerró con el silencio más remoto posible. Salió del patio y se acercó a ella.
—¿Qué sucede? ¿Estás bien? ¿Estás lastimada?—. Le preguntó Kiba en casi un murmullo mientras revisaba su rostro en busca de heridas. Mahara negó con la cabeza.

—Es tonto, pero...—. Dijo Mahara mientras se miraba los pies.

—Ningún problema es tonto, dímelo—. Pidío Kiba preocupado.

—No podía dormir y necesitaba ayuda—. Dijo Mahara mientras lo miraba a los ojos. Kiba no pudo más que sonreír. 

—No es nada tonto, yo estaré siempre para ti—. Le prometió Kiba. Mahara le sonrió cálidamente.

Los dos jovencitos vagaron por las silenciosas calles de Konoha, murmuran sobre sus gustos, sus anhelos y sus recuerdos. Kiba escuchaba atentamente todo lo que ella tuviera que decir. Amaba escucharla hablar sobre cómo le encantaba leer, cómo le gustan los mariscos y cuánto amaba a los animales. Mahara amaba escuchar las anécdotas divertidas que Kiba tenía con Akamaru, sobre lo estricta que podía ser su familia y sus leales amistades que mantenía con los chicos de la Academia Ninja. 

Mahara decidió contarle a Kiba sobre Rizu y cómo había obtenido su misterioso poder del control. Si le tenía lo suficientemente confianza como para molestarlo en medio de la noche, le tenía la suficiente confianza para contarle eso. Le contó cómo entró al hoyo, como Rizu le había hablado, como se sintió durante toda la platica y como terminó empapada. Lo único que no le contó fue como Sasuke le había ayudado. No quería empeorar la situación que tenían los dos sobreprotectores. Los chicos habían alcanzado la frontera de la aldea, pero no la cruzaron.