Capítulo 4. Mundo en caos

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—¿Quién soy?—preguntó  con la mirada perdida, como si intentara recordar algo importante.

—No te preocupes, somos tus hermanas te ayudaremos en todo lo que este en nuestra mano.

—¿Hermanas?—Hancock frunció ligeramente su entrecejo—No dejan de repetir eso.

—Hmm, no compartimos la misma sangre pero hemos estado juntas toda la vida—dijo Sonia.

—¡Si!, y tu eres nuestra hermana mayor muy sobreprotectora y exigente—Mary miraba a Han con admiración—Eres una mujer fuerte, eres una guerrera que lucha por la justicia y la libertad del pueblo.

Hubo un silencio sepulcral por pocos segundos. Y ante la mirada de preocupación de las hermanas, ella se levantó  y salió al exterior de aquel lugar.

Había oscurecido, por lo que el cielo a duras penas se podía observar. Hancock con extrañeza observaba como varias de las personas que se encontraban fuera de la casa se alegraban y agradecian a su dios de que estuviera viva. Algunos hasta intentaron abrazarla, a lo cual ella simplemente se mantuvo como una estatua.

—¡Todos estamos muy contentos de que estés aquí!—gritó una mujer de edad avanzada. 

Hancock pudo sentir la calidez de aquellas personas, le expresaban cariño sincero. Sin embargo, no podía dejar de sentir que no era la persona que ellos creían o esperaban.

Fue en ese momento que alguno de los guardias de aquella aldea hizo sonar la alarma. 

—¡Nos atacan! ¡Todos prepárense!—Sé escucharon gritos a lo lejos.

De inmediato se armo un gran alboroto, muchas personas corrieron de un lado a otro intentando resguardarse en sus hogares, otros, los que podían luchar tomaban sus armas.

—Hermana, esperamos en la casa, aun estas muy débil—exclamó Mary, ante la mirada de afirmación de su otra hermana Sonia.

—Nosotras nos ocuparemos.

—Pero... qué esta pasando, ¿quién les ataca?— Han no entendía nada de lo que estaba sucediendo, se sentía perdida.

—No es momento para explicar.

Las hermanas se fueron corriendo, a apoyar en la batalla una vez estaban totalmente listas.

Hancock volvió a la casa sintiéndose nerviosa, se le ocurrió buscar algo con lo que defenderse, para su pesar no encontró nada salvo un arco, que no tenía idea de como usar.

Los gritos cada vez se escuchaban más, y el fuego se empezaba a esparcir por las casas. Los atacantes habían acabado con la vida de muchos, más que nada los hombres. Hancock decidió entonces hacer algo, intento ayudar a algunas personas a huir, sin embargo, algunos de los que los estaban atacando la encontraron, y a pesar de sus esfuerzos por escabullirse lograron inmovilizada.

—Mira esta preciosidad, creo que ganaremos mucho dinero con ella—dijo uno de ellos.—Ya sabes qué hacer con el resto—le habló al otro sujeto.

—¡No!—Hancock gritó.

—¡Cállate!—le dio una bofetada en la mejilla haciéndola caer al suelo. Para luego ser levantado con brusquedad por otro de los tipos.

Hancock miro en shock como acababan con la vida de aquellas personas que la habían recibido con tanto cariño.

—Ellos no... merecen... acabar así—en su interior un gran sentimiento de frustración e ira despertaba.

Sin embargo, no fue hasta que distinguió los cuerpos ensangrentados de Sonia y Mary, que su voz resonó cubriendo gran espacio y kilómetros a la redonda y dejando inconscientes a todos los que allí se encontraban. Para luego ella misma perder la razón.

Mil Años Sin Ti | LuHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora