Capítulo 11. Memories

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—Ace, tu debiste ser el elegido, no yo. Nunca quise esto—su voz llena de amargura era solo un susurro que se perdía con ruido del viento.

—Ya veo que al menos eres capaz de decir algo inteligente de vez en cuando, estúpido hermano pequeño.

Luffy se estremeció ante aquella voz, rápidamente giro su cuerpo ante la persona detrás suyo. No lo había percibido llegar, de hecho no podía decir cuánto tiempo había estado allí. Su rostro reflejo una gran sorpresa, que hasta frotó sus ojos para corroborar que lo que veía no era una ilusión.

—¿A-ace?—Luffy no estaba seguro de aquello, al menos el hombre que estaba frente suyo era ya un hombre avanzado en edad. Sin embargo, esa forma de hablarle, sólo podía ser Ace, su hermano mayor—.No, es imposible. Te vi morir—negó con su cabeza, mirando sus manos, recordando ese fatídico acontecimiento, que lo atormentaba hasta día de hoy.

—No te sientas tan importante, jamás habrías podido matarme—una sonrisa torcida se dibujo en su rostro lleno de arrugas a causa de la edad—. El asunto es que, sí, odie a nuestro padre por años,  me deje cegar y fui manipulado, pero tú me pusiste en mi lugar, Luffy, y no te tienes que seguir culpando por eso—el anciano se aproximó más hacia el Dios sol—.Respecto a ella, se que sabrás tomar la mejor decisión, fue la enemiga de nuestra familia por años, pero tuvo la oportunidad de acabar contigo, con todos y... no lo hizo.

—Parece que no hay forma en que pueda estar... con ella, y ahora esta muriendo por mi culpa—Luffy miró al suelo, era frustrante que después de tantos años, tanto sacrificio, fuese algo imposible.

El anciano suspiró con cansancio, su hermano seguía siendo un cabeza hueca después de todo.

—En algún momento escuche al viejo decir que existía una especie de piedra maldita, la cual mandó a esconder o desaparecer, puesto que al parecer inhibia sus poderes. Debo admitir que la busque para enfrentarme a ti en mis años de juventud, era mi esperanza y llave ganadora. En ese momento nunca la encontré, al parecer el viejo logró su cometido de desaparecerla, pero ya han pasado muchísimos años de aquello, cuando la encontré pretendí utilizarla contra la emperatriz pero nunca tuve motivos suficientes para hacerlo, ademas ya no poseo la fuerza para enfrentarme ni siquiera a sus lacayos—Ace saca de su bolsillo una piedra reluciente y brillante. Y la entrega a Luffy, el cual a solo tener contacto con la palma de su mano pudo sentir como toda la fuerza se despojaba de él. Su apariencia volvió a la normalidad.

—Wow, esto puede ser problemático—dijo Luffy con impresión.

—Con esa piedra seguro no le harás daño, si eso es lo que quieres—el anciano lo miraba fijamente, el silencio los invadió.

Luffy no pudo resistirse, y lo envolvió en un abrazo, tampoco pudo evitar que las lágrimas brotaran de sus ojos.

—Ace, lo siento.

—Esta bien, Luffy, siempre serás mi estúpido hermano pequeño, por eso, solo sigue a tu corazón, yo ya debo irme...

Luffy sostuvo a su hermano hasta su último aliento. Sin embargo, sintió un alivio reconfortante en su corazón, era como si empezara a reconciliarse con su pasado.

Muchos años atrás...

Un pequeño Luffy correteaba  a su hermano mayor Ace, ambos solían jugar  y practicar combates juntos, ambos niños eran fuertes pero seguían siendo niños. Ace siendo el mayor era el heredero de su padre el reconocido guerrero Dragón, quien también ostentaba el título de Dios sol, al haber vencido en batalla al gran dragon llamado Akatosh, convirtiéndose en una deidad y siendo aclamado en la tierra como el Libertador.

Mil Años Sin Ti | LuHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora