Una propuesta casi fallida

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—Llevas diez minutos escribiendo el mismo mensaje —señala Shōko, como si Satoru necesitara el recordatorio.

Suspira, bloquea su celular y se acuesta sobre la mesa de la biblioteca. Si hubieran estado en una de las mesas de la cafetería escolar, Gojō no duda que la chica hubiera usado un tono más elevando. Tiene suerte, está vez.

Nunca ha tenido problemas para escribir un mensaje, ni siquiera para proponerle a alguien un plan, sin duda organizó una gran fiesta para finalmente tener tiempo al lado de Suguru y pareció finalmente tener más y más oportunidades de hablar más con el otro chico.

Le había hecho compañía en la biblioteca del campus, había usado sus horas libres que coincidían con Suguru para estar a su lado, un día incluso habían almorzado juntos y lo había acompañado un par de veces a recoger a sus hermanas.

No debería ser difícil invitarlo a ir con él, después de todo, Suguru fue el que comentó que deseaba ir a ver la proyección de la película de Your Name que estaría acompañada de una orquesta sinfónica (esto, por supuesto, antes de que sus hermanas le dijeran que las habían invitado a una fiesta y bueno, no iría).

Gojō se lo había comentado a Nanami —estaba cerca cuando Satoru se quejó de no poder llevar a Suguru— y él simplemente dijo que ya había cuidado de las gemelas una vez, no tenía razón para no hacerles ese favor. (Gojō ahora entendía porque Suguru parecía apreciar tanto a Nanami, ¡incluso le había dejado tocar su cabello!) (No importara que Nanami le dijera más de una vez que solo fue en una ocasión).

El problema, por supuesto, era la invitación misma.

Por más que había estado junto a Suguru las últimas semanas, realmente nunca habían salido solos. Siempre habían llevado a Nanami o a Shōko junto a Utahime (para consternación de Utahime). Así que redactar el mensaje estaba siendo realmente difícil.

—¿Y si me rechaza? —sus lentes se bajan, sus ojos a la vista de Shōko. Quién pone los ojos en blanco.

Estás siendo ridículo, dice todo su lenguaje corporal. Satoru no puede evitarlo; se vuelve a encoger sobre sí mismo, pensando en la mejor manera de preguntar.

Lo piensa otros dos minutos, justo en el momento en que nota que la hora en la que suele llegar Suguru se acerca. Hoy es uno de sus días ocupados, si Satoru no se da prisa, no solo no podrá preguntar, sino que seguramente no lo verá en todo el día.

Al final, solo escribe un simple "Oye, quería preguntarte algo en persona xp" que no suena nada como lo hubiera planeado en su mente si hubiera tenido un poco más de tiempo. Getō le contesta que estará cerca de la biblioteca en dos minutos y Satoru se pone de pie.

Shōko le desea suerte, mientras lo ve desaparecer por el pasillo; reconocer a Suguru no es complicado, es tan alto como él y su cabello hoy se encuentra trenzado; ligeramente puede ver una mariposa en su cabello, de seguro obra de sus hermanas.

Ya hay una persona hablando con Getō, una chica que Gojō jamás ha visto y, aunque podría esperar a estar más cerca para que el otro chico notara su presencia, también está seguro de que no quiere hacerlo.

—¡Suguru! —Grita, porque puede. Él levanta la mirada rápidamente, sus ojos chocando con los propios de Satoru, protegidos por sus gafas. A Gojō le gusta el sonido del nombre de Getō en sus labios, nadie lo llama por su nombre, demasiado formales o tímidos. Gojō lo proclama en cada oportunidad, para demostrarle al mundo que él puede.

Una sonrisa lo saluda; gentil, ojos achicados. —¡Satoru! —Su mirada se tarda un poco en él y luego regresa a la chica.

El peliblanco logra captar algunas palabras aquí y allá, planes, sábado, si tu... Gojō desconoce la expresión que ha colocado en su rostro, porque la mirada de Suguru cae inmediatamente en él, como queriendo descifrarlo.

Por supuesto, Nanami ya le había que Suguru suele ayudar a muchas personas a estudiar, a veces durante sus horas libres, Satoru lo había olvidado porque había pasado demasiado tiempo monopolizando al pelinegro.

Siente que esta es una petición fallida, si Suguru dice que sí, está seguro de que no tendrá oportunidad. Pero estará bien, tal vez le pueda dar las entradas a Utahime y a Shōko.

Getō le pide a la chica que le de unos minutos, camina los pasos que lo separan de Gojō, hasta que quedan frente a frente.

—¿Satoru? —Él lo mira—. ¿Está todo bien?

No, quiere decirle. No pude invitarte, llegué tarde. Pero asiente, puede notar como el otro chico no le cree, pero no insiste.

—¿Qué ibas a preguntarme? —Podría inventar cualquier cosa, hacer alguna pregunta tonta y ganarse un resoplido frustrado de parte de Getō, pero no se atreve a hacerlo. Cuando menciona que no importa, Suguru, el otro insiste—. Quiero saber —y luego, porque Suguru parece entender qué puede tener lo que quiera de Satoru si le habla de cierta manera, agrega de forma burlona—, por favor, Sa-to-ru.

Funciona y Shōko se burlaría de él por esto si se llegara a enterar, porque saca su celular y le enseña los boletos que ya había comprado, por si Suguru pudiera ir.

—Nanami dijo que podría cuidar a las gemelas —hay una mirada nueva en el rostro del otro chico, algo que hace a sus ojos brillar de una manera que Satoru no puede evitar encontrar... interesante.

Algo que quiere ver más.

—Me encantaría ir. —contigo, no agrega. Pero Satoru cree que puede escucharlo.

Se terminan de poner de acuerdo en llamada más tarde.

Al final, Shōko tenía razón; Suguru no lo rechazaría.

Alba (Satosugu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora