Ecos

Parte 2: El Espejo

El baño, un recinto que ya de por sí tenía una aura extraña, parecía transportarme a un mundo onírico, a una pesadilla que se desarrollaba en tiempo real. Mientras me encontraba frente al espejo, la realidad misma se deformaba. En el reflejo, una figura idéntica a mí emergió, pero su apariencia era frágil, como si hubiera sido esculpida por una presencia misteriosa. La imagen, sin previo aviso, comenzó a repetirse, como si alguien hubiera presionado el botón de rebobinar en una cinta de video, reproduciendo el mismo instante una y otra vez. Cinco veces, en rápida sucesión, esa figura espectral pasó detrás de mí, mientras yo quedaba petrificada por el terror.

La parálisis me dominó por completo. Incapaz de entender lo que ocurría. Mi mente no podía procesar lo que veían mis ojos, y solo pude recuperar el control de mi cuerpo cuando finalmente, la imagen desapareció del espejo. Fue entonces cuando reparé en un detalle espeluznante: mi mano derecha sostenía un cuchillo. En mi pánico, lo había agarrado precipitadamente, sin advertir la hoja afilada que yacía oculta entre mis dedos.

La sangre, ajena a mi percepción inicial, fluía de la herida en mi mano, teñía el cuchillo y manchaba el suelo del baño. El miedo que me invadió en ese momento eclipsó cualquier sensación física. No sentí el corte, solo era consciente de la sangre que se deslizaba por mis dedos, impregnando de rojo el blanco de mi mano. Con el cuchillo en mano, di un paso tembloroso hacia la puerta, mi única intención era salir de ese baño macabro, con la esperanza de utilizar el arma para defenderme, sin importar que la sangre en mi mano y el filo del cuchillo se confundieran en un danzón siniestro.