Primer amor I

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El invierno se encuentra ya en sus últimos días, pronto el sol será el protagonista del cielo. La nieve se derretirá y no habrá nada que lo haga venir. Él es como aquello que existe, que sabes que está ahí, pero que al mismo tiempo sabes que eres lo suficientemente incapaz de tocar.

Bo-gum, ese hombre, tan impredecible y a la vez tan frágil. Desde que lo vi, ya hace más de tres años, empecé a darme cuenta que él no sería como otras personas. Este hombre se robó mi aliento, mis pensamientos, mi admiración y no puedo dejar de glorificarlo, todo por el simple hecho de quererlo.

Para explicar con exactitud, trabajo en una cafetería. Bo-gum siempre viene en invierno, solo en esa época del año es que lo hace. No sé la razón del que haga tal cosa, puede ser un gusto adquirido, una costumbre debido a un recuerdo, o simplemente es una forma de sobrellevar el invierno.

Ahora mismo está sentado, observando por el cristal de la tienda que da hacia la calle. Sus manos, se ven tersas, enrojecidas por el frío. Sus labios son como las olas, suben y bajan de manera majestuosa. Sus ojos son grandes y rasgados, con un brillo de ingenuidad pero un ceño de madurez. Su sonrisa es tan inmensa como el espacio, tan brillante como las estrellas en la noche más cálida.

De hecho, yo declaré mis sentimientos hace un año. La secundaria es un lugar muy complicado, no se puede actuar sin pensar en las consecuencias que eso lleva consigo. Él era asiático, así que la popularidad que tenía cuando llegó era inimaginable. Hasta ahora, siempre tiene a alguien tras suyo, les parece exótico. No negaré que tuvo algunas novias. Cada vez que lo veía, mis sentimientos explotaban, mi tristeza y despecho eran demasiados.

Aún después de confesarle mis sentimientos, aquel día que me acorralaron los comentarios de todos aquellos que me expusieron frente suyo, él no ha dejado de tener parejas. Bo-gum sabe, yo sé que lo sabe por cómo me mira. Él sabe muy bien cómo es que lo quiero, y me conoce a pesar de no hablar nunca conmigo. Soy lo suficientemente incapaz de invitarle a salir, pero también lo suficientemente inteligente como para saber que terminaría rechazando mis sentimientos.

Cada vez que se levanta, viene hacia aquí, siempre me paga a mí. No espera a que alguien vaya a su mesa. Saca el dinero, lo pone en mostrador delante mío, y me mira sagazmente, como si quisiera decirme algo. Por mi parte, solo agradezco.

De pronto, por primera vez, suelta las palabras más inesperadas.

–¿Eso es todo? –intenta sonreír –¿Acaso yo no te gusto? Siempre me observas, y sabes, nunca me dio tanta curiosidad una persona.

Su tono de voz tranquilo me pone aún más nerviosa. Su mirada profunda me deja inmóvil.

–Sí, me gustas. Tal y como lo dije en aquel entonces.

Podré haber parecido seria, pero estoy demasiado nerviosa como para seguir así. Esto es demasiado, soy lamentable.

–Sabes, nunca quise acercarme a ti, pensé que eras más lista que yo, que quizá no sería tu tipo. Quizá mi apariencia te gusta, pero creía que mi forma de ser te llevaría a la desilusión.

Lo dice tranquilamente, como si esto no fuese lo suficientemente serio para él. Debo admitir que tiene esa personalidad impredecible, como si usara a las personas.

–Entonces si lo sabes, por qué haces esto Bo-gum. Qué quieres de mí.

Su sonrisa, esa belleza que tanto amo se muestra, pero para un fin burlesco.

–Quiero que lo intentes, que hagas lo que sé que eres capaz. Tienes esa mirada que parece que tuvieras todo calculado, pero sabes, en el interior eres diferente. Te dejas llevar por sentimientos, y eso no saca lo mejor de ti. Si tú quisieras, hace mucho que hubieras hecho conmigo lo que siempre quisiste.

Duele, duele mucho ver a esa persona que amas, destrozar la bella imagen que tienes de él. Sé que se hizo así por la vida que llevó, lo hizo arisco y desconfiado. Sin embargo, yo lo amo, y no importa lo que pueda decir.

–¿Qué crees que quiero exactamente? Si te refieres a sexo, no me conoces Bo-gum.

Su rostro curioso deshace toda su fachada de malvado. No lo intimidé, pero sé que solo no esperaba que yo dijera algo.

–Todas quieren eso, no creo que seas esa excepción. A nadie le he interesado de corazón, por qué serías tú diferente.

Su seriedad y tristeza se mezclan para mostrar un lado suyo que nunca había visto.

–Y tú qué querías de ellas, dime, ¿acaso alguna vez esperaste enamorarte? Honestamente creo que solo querías lo mismo que ellas. Y no entiendo por qué me haces esto. No tengo la culpa de eso, al menos no solo por el hecho de haberme enamorado de ti.

Su sorpresa enciende sus ojos, los abre y muestra esa ingenuidad que no puedo evitar querer ver. Su labios dejando un espacio entre ambos para que su boca se abra levemente, me muestra ese lado frágil.

–Gracias por el café.

Sin más, abandona el lugar y me deja sin aquel sentimiento que siempre dejaba cuando solo se iba sin decir nada.


Historias adictivas "Park Bo-gum"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora