Primer amor II

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Las palabras de Bo-gum me atravesaron como una daga al corazón, me dejaron sin ganas de querer volver a hablar respecto a mis sentimientos, y sobretodo, sin ganas de querer verlo por un tiempo. Lo peor es que sé que esto que siento lo olvidaré por completo mañana, o incluso podría ser en unas cuantas horas.

Un momento, aquel chico en la banqueta...

Es él, está sentado, aún con este frio y a estas horas por la noche, continúa sin ir a casa. Debería ignorarlo o debería preguntar.

–¡Oye! ¡Qué haces allí parada!

Sus manos simulando producir eco en sus palabras, intenta que lo escuche, es algo que no imagine haría, que me trataría como a una conocida.

Vamos, sé que puedo, a paso lento. Me acerco más y más, aún sabiendo que lo que siento es nerviosismo y vergüenza.

–Dime, ¿acaso trabajas en esa cafetería hasta estas horas? O solo fue una coincidencia encontrarnos.

Sin duda, esa actitud suya, la que dice todo sin llevar a cuenta lo que puedan pensar, es lo que me gusta de él. Su rostro egocéntrico es tan elegante y atractivo.

– Debo limpiar antes de irme. Hoy me tocó hacerlo. Pero tú...

–No pienses que estuve esperando a alguien, es solo que no quiero regresar a casa. No hay nadie en casa, eso me hace sentir extraño.

Ya me doy cuenta, es como si la casa se volviera solitaria. Entiendo ese sentimiento, como si un agujero negro te absorbiera y te llevara a la nada.

–¿Tienes hermanos?

Su mirada se fija en mí como si lo que acabara de preguntar fuera imperdonable.

–No, no los tengo. Solo son mis padres y yo. Sabes, mejor me voy, así te acompaño a casa. Lo digo porque sé que vives cerca de la mía.

Es alto, eso lo hace muy apuesto. El que se ponga de pie me intimida, pero a la vez, me acelera el corazón. Es imponente.

Su caminar es muy agradable, como si un modelo estuviera en una pasarela. Su mirada fija al frente es algo pulcro y bello. Sé que no es un Dios, que solo es un ser humano como yo, pero es la única persona que me hace creer que no hay comparación, que es casi perfecto.

–Sabes, me dijeron que un chico gusta mucho de ti. Incluso que es como un amigo tuyo. Es raro creer que ni siquiera lo hayas notado. No quiero menospreciar sus sentimientos, pero creo que te gusto tanto que no lo notas.

¿Qué dice? ¿Por qué se ríe?
Me siento extraña e incómoda. Yo sé de quien me habla. Aquel chico que intentó acercarse, pero que terminó siendo lo que pensaba, un total superficial y falto de moral. Nunca le di señales ni fui amable con ese chico, sin embargo, terminó diciendo que fue mi culpa que él malentendiera todo.

–Bo-gum, yo nunca entendí a esa persona. Jamás fue mi amigo. Y nunca rechacé a nadie.

–Entonces... ¿Yo qué significo para ti?

Detenerse a media caminata me deja inquieta, no puedo dejar de temblar. Qué debería decir ahora. Si digo la verdad, él ya lo sabe, pero no quiero quedar como una persona con pocos argumentos. Quitando eso, sería mi oportunidad de expresarme.

–Eres mi primer amor, Bo-gum. Eso significa que eres muy importante. Y no te equivoques, no es una confesión, eso ya lo hice hace mucho. Solo me estoy expresando, y veo que querías saberlo también.

El silencio se hizo venir, justo como pensaba. Ahora veo que lo dejé en blanco. Sus ojos vuelven a tener esa fragilidad, este es el Bo-gum que recuerdo.

–Entonces seamos amigos. No quiero fingir que no te noto, no sabiendo que te gusto. Es incómodo, y ahora, no tengo amigos, bueno, al menos no uno de verdad, ¿qué dices?

Acabo de ver la sonrisa más bella del mundo entero. Jamás creí que él me dijera tal cosa, esto es posiblemente lo más feliz que me ha pasado en mis diecisiete años de vida.

–Sí, quiero ser tu amiga. Prometo que te respetaré como tal, no desconfíes de que me dejaré llevar por mis sentimientos. Lo juro.

Escuchar su risa es como una dósis de felicidad. Me gusta, me encanta hacerlo reír.

–Sabes, siempre estás calmada y tranquila, con esa voz robótica. Pero sé que eres más sensible que cualquiera. Qué, ¿acaso no crees que puedo darme cuenta de cómo son las personas que me rodean? Mejor vamos a casa.

Sin darme cuenta, ya hablábamos como si fuéramos amigos de mucho tiempo. Es extraño que haya decidido tener una amistad conmigo, y también es extraño pedirlo. Se supone que la amistad solo se da con el tiempo y ya.

Respecto a lo que dijo, es verdad, muchas personas me dijeron que parezco un ser sin sentimientos, que mi rostro no demuestra nada, y que mis respuestas son frías e insensibles. No es mi intención, es solo que siempre he sido así y no sé como ser diferente. Uno no planea cómo ser.

–Bo-gum, dices que no lo parezco, pero... ¿Cómo dedujiste que soy sensible?

–Solo lo sé, haces pequeñas cosas que nadie nota, pero eso me hizo darme cuenta de que no eres como los demás. Me gusta mucho hablar con personas como tú. Todo es fluido y no aparentas lo que no eres. Me agradas, y siento haber sido algo torpe, es solo que quería oírte decirlo una vez más, que aún te gusto.

Su lindo rostro es cautivador, su bella sonrisa me lleva a un mundo de ensueño.  Tantas cosas que no puedo explicar con palabras pero que ahora mismo están sucediendo dentro mío.

–Bo-gum, ¿crees que te cansarás de esto?  

–Por qué lo haría si yo fui quien lo inició.

Ahí está de nuevo, ese hombre que me lleva al cielo en un segundo con sus palabras y también al sufrimiento. Si él quisiera, haría lo inimaginable por él. Creo que no hay nada que Bo-gum pueda hacer para que deje de amarlo.






Historias adictivas "Park Bo-gum"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora