Primer amor VII

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A veces la observo por más tiempo del debido. Cuando solemos conversar en tranquilidad, me doy cuenta que es muy cautelosa al hablar, y yo no soy lo suficientemente maduro para comprenderlo. Por un momento quisiera que me pidiera cosas que las chicas suelen pedir. Quisiera ver su lado caprichoso, o su lado inestable, pero nunca creí conocer a alguien con tanta prolijidad, además qué terminaría enamorándome de ella.

Quizá él no se equivoca del todo, desde aquel día me siento algo inseguro con respecto a mi personalidad. Este mes ha sido algo estresante, y la verdad, quiero con el alma que la mujer que amo me consuma, me toque, que conmigo haga de su antojo, pero sé que ella ve al amor como algo precioso, que el contacto es un pacto más allá de solo ser novios.

–Bo-gum, ¿estás bien? Si estás cansado, yo comprendo.

Qué estúpido, la invité a comer a este lugar lleno de estudiantes sabiendo que a ella le dificulta estar rodeada de personas, y lo peor es que no puedo ni sacar una conversación por pensar en sexo. Parezco cansado, pero estoy al límite, y si de verdad soy el inmaduro Bo-gum como dijo aquel estúpido. Lo peor de todo, es saber que yo soy el que está mal, el equivocado, el del problema, y aún con todo eso no poder cambiar lo que siento. Soy un estúpido, no él, soy tan fácil ante el rendirse. La amo, la amo tanto que eso me destroza, porque sé que podría hacerle daño.

–No, tranquila, es solo que estaba pensado.

Soy patético, demasiado.

–Ven, vamos.

Ella toma mi mano, su sonrisa rara vez aparece que ahora me conmueve, al salir de ahí, empecé a darme cuenta que sentí alivio, ella sabe cómo me siento, puedo sentirlo. Al llegar a ese pequeño parque, ese lugar en donde nos besamos por primera vez, me viene un miedo a perderlo, y también a no poder sobrellevar una relación que significa todo para mí. Quizá solo estoy deprimido. Sentados, como aquel día, como si volviera en el tiempo, es bello, como un amor de niños.

–Bo-gum, tú... ¿Quieres decirme algo?

Mírala, tan tranquila, todo lo que hace es majestuoso a la vista. Porqué, porqué quiero llorar, cuál es mi problema. Yo... Estoy mal, eso lo sé.

–No, yo... No sé qué me pasa.

No puedo detenerlo, las lágrimas no se detienen. Mis manos hacen lo posible por secarlas de mi rostro, ahora solo observo el suelo.

–Nada malo pasará, sabes que puedes decirme lo que sea. Perdón por no saber como demostrarte mi amor, te amo Bo-gum, te amo demasiado, pero no sé cómo demostrarlo. Perdóname.

¿Qué? Porqué está triste, su abrazo es intenso, me presiona con fuerza. Ella no debería sentirse mal por mi culpa, ella es así, sé que es diferente, pero por qué quiero algo más, como si quisiera que fuera como las demás. Su honestidad me hace sentir culpable, le es difícil expresarse, y aún así nunca aprecié su esfuerzo todo este tiempo.

–Perdón, perdón por dudar de lo nuestro.

–Eres libre de sentir, y si dudas, puedes decirme. No te juzgaré Bo-gum, porque ya te amo, y ese sentimiento nunca cambiará, no importa lo que hagas.

–Yo puedo... ¿Puedo besarte?

Al mirarnos a los ojos, no puedo descifrar su expresión, pero la mía parece como si rogara como un niño. De repente siento sus labios sobre los míos, sus pequeñas manos sostienen mis mejillas. Veo sus rostro, sus ojos cerrados, su inocente beso, todo eso me devuelve confianza. Ella se esfuerza, me hace sentir querido como nadie más.
Es cierto, a veces puedo sentir inseguridad por el futuro, por lo que aún no está pasando, pero ella sabe muy bien lo que esto significa, lo entrega todo y eso me basta.

–Bo-gum, sé que no tenemos mucho contacto, y que solías ser sexualmente activo con tus anteriores parejas. Ante todo eso, quise mantenerme firme a mi forma de pensar, yo siempre he creído que el contacto sexual es para personas con un compromiso de por vida, en todo caso, el matrimonio. Por eso el amar para mí... Para mí es especial, desde niña decidí apreciar este sentimiento, no permitir que mi voluntad fuera doblegada, y eso puede ser frustrante para ti.

Es verdad, mi cuerpo ya sabe lo que es el sexo, lo he hecho como si nada, y eso me hace creer que no es nada del otro mundo. Cuando pienso en estar contigo, me pongo nervioso, no como aquellas veces. Quiero decírtelo, que no me siento como aquellas veces, que solo rozar su piel con mi mejilla que revuelve el mundo, me cosquilllea el estómago. Creo que estoy triste por el miedo.

–Pero tú... Me haces dudar. Me haces desear cosas que nunca nadie antes me hizo sentir, y la verdad, nunca he sentido esto. Eres la primera persona que he amado, y a pesar de mi determinación y punto de vista de una relación, yo... A veces cuando veo tu cuello, o tus labios, tu sonrisa e incluso tus brazos descubiertos, deseo otras cosas. Empiezo a sentir... Deseo por un hombre. A pesar de poder razonar y siempre haberme dejado guiar por ello, esto que experimento es nuevo para mí, porque es fuerte, muy fuerte.

Incluso si me lo dice con su rostro poco expresivo de siempre, su voz me demuestra que se siente confundida. Después de todo, me pone algo feliz que le guste así. No sé qué tan atractivo soy, pero cuando ella me lo dice así, solo quiero su opinión, la de nadie más.

–Yo también, quiero decir, cuando veo tus labios, tu piel, todo de ti me hace querer algo más. Pensé que si hacía algo...

–Mañana, demos un paso poco a poco. Mañana, si también quieres... Podemos intentar afianzar esto.

¡Qué? Esto... No me lo esperaba, estoy sorprendido. Mírala, esta tan sonrojada, y por primera vez la veo mirarme así, está intentando ser determinada.

–Sí, cómo decir que no –sonríe.




Historias adictivas "Park Bo-gum"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora