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SOOJI

Conducía mi moto camino a mi casa, las lágrimas quedaban ocultas bajo mi casco.

No es que hubiera querido ser amada como a una chica ilusa ni ingenua. Sé que ese "te consolaré" era referido a lo que íbamos a hacer, que dentro de ese mundo que tenía con otras mujeres quiso que creyera que me estaba dando un lugar privilegiado.

Pero nada de llegar a ser unidos. Amantes. Novios. Esposos. Esas palabras eran para él como una cruz de plata para un vampiro. Era capaz de salir ardiendo si alguien las nombraba en su presencia.

Así que mis lagrimas no eran porque Jungkook no sentía lo mismo que yo, sino porque creía que no valía lo suficiente para salvar a una de las personas más importantes de mi vida.

No me dió el valor, no entendía lo importante que es esto para mí, y además esa persona a la que sí amaba, según él, era mucho más importante que yo.

Llegué a mi garaje y dejé la moto en el lugar de siempre.

Necesitaba un momento más para poder encarar lo que me iba a encontrar cuando entrara por las puertas de mi casa, cuando viera a mi madre, a mi padre y a Namu.

Me senté en el suelo escondida entre el coche de mi padre y la pared. Cogí mis piernas y eché mi cabeza entre ellas.

Sé que no soy la mejor, tampoco la más invencible pero por lo menos podría haberme dejado alguna pauta a seguir, le dije alto y claro que iría a por mi hermano, ¿Tanto le costaba decirme cómo debía hacerlo? ¿Como conseguir llegar hasta él? Fue soldado, fue uno igual que Hwason. Sabrá más que yo de todo esto, ¿no?

Me levanto secando mis lagrimas con mis dedos y oigo como suena mi teléfono.

Me entra la esperanza de que sea él, de que se haya arrepentido y por fin haya decidido ayudarme.

Pero no.

Adiós oficial de primera Jeon Jungkook. Que le vaya bien con su persona especial.

El nombre de DahKo parpadea en la pantalla.

—¿DahKo?

—¿Donde estás?

—En mi casa.

—Sal fuera, estoy aquí mismo en la calle.

—¿Eh?

—No contestaste a mi mensaje.

Me siento culpable, es verdad.

Cuelgo y salgo fuera del garaje. El sol empieza a aparecer en el horizonte. DahKo está ahí parado en la acera tan guapo como siempre.

La camiseta de manga corta deja sus tatuajes a la vista y su pelo mojado me dice que vino corriendo.

—Hola —le digo con mi mano en alto.

—Te voy a matar —viene hacia mí y me abraza—. Tuve miedo de que te hubiera pasado algo en esa explosión.

—Estoy bien, ¿no lo ves? Sucia pero bien —lo digo por mi ropa que huele fatal.

—¿No te dió tiempo de cambiarte? —se separa y me mira de arriba abajo.

—Es una larga historia —le sonrío un poco avergonzada.

—No escuchaste mi mensaje —me reprocha de nuevo.

—Bueno ya te tengo aquí para que lo hagas por tí mismo, eso es mejor que escuchar tu voz, ¿no crees?

Me río y él resopla.

—Estuve hablando con tu padre, me pasé por aquí en cuanto pude y me enteré de lo de tu accidente en el trabajo. Quería saber que estabas bien anoche. Pero —se aclara la voz— ahora que él me dijo que sí lo estabas, no vine a eso, en el mensaje te digo lo que ocurrió —se mira las manos y yo creo que sabe algo más y sé de qué va todo.

DESTINO POLICÍA. JK (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora