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JUNGKOOK

Tiré de Tae hacia atrás, mi mano agarró la tela de su espalda para separarlo de mi pecho. Quería verlo, necesitaba saber que estaba bien.

—No puedo creerlo, joder eres tú cabron —suelto el aire reprimido y aparco un poco lo que mi corazón está sintiendo al tener la certeza de que está vivo, ya que si no lo hago creo que las lágrimas saldrán por mis ojos.

Se ha convertido en todo un hombre. Sus ojos tienen un color mucho más profundo y firme, están llenos de una gran fuerza interior. Me está mirando con más determinación. El muy cabron tiene una mandíbula cuadra y bien definida, y su sonrisa no es nada tímida como esa que yo recuerdo.

Se alegra de verme.

Y como no, yo también estoy contento de tenerlo delante. El peso que no dejaba vivir a mi maldita conciencia, se aligeró al instante.

—Yo tampoco creo que estés aquí Jungkook. Anhelé tantas veces verte aparecer en este infierno de lugar —dice mordiéndose el labio con rabia y algo de desesperación.

Lo atraigo de nuevo para darle otro abrazo, le doy con ganas dos golpes con mi mano abierta en una espalda que se ha vuelto sorprendentemente más musculosa y dura.

—¿Cómo cojones has conseguido estar así de cuadrado?

Me separa dando una palmada en mi pecho con una sonrisa de suficiencia que no puedo creer que sea suya.

Tengo que decir que me tiene bastante orgulloso de lo que estoy viendo.

—¿Creías que iba a ser siempre un chico flaco y debilucho? Ahora puedo ganarte en una pelea, ¿A que mola?

—Ya lo creo, es un alivio saberlo...

Alguien nos sorprende de pronto saliendo por la puerta. Se detiene en la entrada al darse cuenta que me he puesto en posición de ataque.

Es una mujer afgana que tiene cubierto el rostro. Sus ojos son grandes y hermosos y los tiene bastante abiertos por la sorpresa.

Como un soldado que soy en tierra hostil y dentro de una misión peligrosa, saco rápidamente el arma de mi cinturón para apuntar a su frente.

—¡Un paso atrás y las manos arriba! —le advierto severamente.

—Dios...¡No! —Tae me da un manotazo y tira el arma al suelo.

Lo miro sorprendido y sin entender porqué lo ha hecho.

Hay que estar prevenidos y mantener el estado de alerta en todo momento. Disparar si es necesario cuando tengamos el peligro tan cerca, si no lo ha entendido todavía es que no ha cambiado tanto como pensaba.

—A ella no Jungkook —la advertencia que me da es clara y tajante—. A ella ni se te ocurra hacerle daño.

Su seriedad me deja claro que habla sabiendo lo que dice. La está defendiendo de mí.

No sé cómo tomar la situación. Ni qué decir tampoco.

—¿Te vas? ¿Ahora? —la mujer habla y él voltea para ponerse frente a ella.

Lo que ocurra entre ellos les es difícil de soportar. Sus rostros demuestran la compleja situación con la que están lidiando y el dolor que aletea a su alrededor.

No sé, pero creo que sobro en esta escena.

Tae no le está respondiendo, tiene la mandíbula tan tensa por haber apretado los dientes, que si no para le van a saltar por los aires. Los ojos de ella se enrojecen y aparto la mirada cuando la dirige a mí.

Debo distanciarme un poco, nadie tiene que decírmelo. Así que giro sobre mis pies y doy unos pasos para ir con los demás a contarles todo, aunque ellos nos están viendo desde la situación en la que se encuentran.

DESTINO POLICÍA. JK (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora