Cap V

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"A veces tengo miedo de mi corazón, de su hambre constante de lo que sea que quiere. La forma en que se detiene y comienza otra vez."

Edgar Allan Poe

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Culpa, miedo, rencor, odio, enojo, impotencia... si ya había pasado tanto tiempo...¿por qué seguía con esas emociones tan negativas? Oh, claro, tal vez porque ellos se siguen burlando de eso, abriendo cada vez la herida.

Siempre era lo mismo, una y otra vez, entonces, ¿cuando podrá olvidar todo eso? La respuesta es tan simple, nunca, nunca lo olvidará, ni muerto, mucho menos lo perdonará por lo que habían hecho, se había vuelto rencoroso. Ese era su principal problema, aquello de lo que no se podrá olvidar aunque lo intente, era un martirio tener que vivir con eso.

Sus pensamientos se disiparon en cuanto vió al rubio entrar al comedor, dispuesto a desayunar, pero en cuanto éste cruzó miradas con Izuku se dió la vuelta y se encerró en su habitación, quería pasar el mayor tiempo posible alejado de él, aún así eso le subió el ánimo, pues significa que logró causarle una reacción más allá de gritos y agresividad, con eso en mente salió de la casa que por mucho tiempo se había quedado solitaria cada vez que el se iba, únicamente con los empleados rondando por ahí.

Por otro lado Katsuki no salió de la habitación hasta que escuchó a Izuku irse, definitivamente odiaba tener que interactuar con el pecoso, lo odiaba de verdad, así que intentará evitarlo lo más que pueda por el mayor tiempo posible. Al menos hasta que no tenga más opción, así que bajó las escaleras y se encaminó hacia la cocina, pues su estómago le exigía alimento, al llegar no dudó en ponerse a cocinar. Por suerte en esa casa tenían de todo para preparar un buen festín, pero no iba a usar casi nada, solo hizo un estofado de res, al terminar se sintió orgulloso del resultado; pues nadie iba a negar que el era un excelente cocinero, se sentó a comer, pero sintió una mirada desde la puerta, volteó con la intención de mandar a la mierda a Deku, pues pensó que era el, sin embargo solo era aquel hombre que trabajaba como mayordomo en la casa.

-¡¿Qué mierda quieres?! -pregunta con obvia molestia, a lo que el hombre se mantiene tranquilo y con la misma expresión seria de siempre.

-Lo siento, no quise interrumpir su desayuno -dijo con neutralidad.

-¡¿Entonces qué mierda haces aquí?!

-Perdone mi impertinencia, solo quería confirmar algo por mi mismo.

¿Que quería confirmar ese viejo? Quizás quería ver lo patético que se había vuelto desde que Izuku lo metió a esa casa, eso sí que no lo iba a permitir, suficiente tenía con el peliverde que lo fastidiaba, y ni hablar de sus malditos amigos, porque ¿Eran sus amigos, verdad? Se comportaban como una pareja normal, aún cuando ellos estuvieron en la misma situación que Deku y el. Pero antes de que pueda gritarle que se largue, el hombre vuelve a hablar.

-De verdad no quise molestar, pero me daba cierta intriga ver al joven que se había vuelto la obsesión del señor Midoriya. -explica con calma.

¿Obsesión? Claro, la obsesión de hacerle todas esas cosas en la cama, un tipo de lo peor son lugar a dudas, pero no entendía porque ese viejo decía todas esas estupideces, ¿Deku estaba obsesionado con el?, de verdad que en esa casa todos están locos.

-¡¿De que mierda estás...?! -empezó a gritar pero cuando lo vió, ya no estaba, se había ido, que imbécil.

Con enojo se acabó la comida, debía encontrar una forma de salir de ese maldito lugar a toda costa...

Mientras tanto...

Entonces... Vienes aquí, con la excusa de tener una buena oferta con una nueva mercancía...—se pasa la mano por el pelo, mientras juega con una daga en su otra mano —de verdad que llegué a pensar que era cierto, pero no, es solo un maldito afrodisíaco más, algo que simplemente podría conseguir en una farmacia cualquiera.

You're MineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora