Cap I

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Dicen que el karma llega solo...

Ya sea tarde o temprano...

Pero siempre llegará...

¿Realmente lo merecía?

Quizás, había cometido demasiados errores....

Pero era demasiado testarudo para aceptarlo...

🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀

—Que bueno es volver a verte,  Kacchan...—repitió el peli verde, quien tenía una máscara hecha de metal, la cuál le cubría desde la nariz hasta todo el cuello, incluyendo sus orejas, lucía horrible a sus ojos, también usaba una camisa y un chaleco sin mangas, muy elegante —hace años que no nos vemos...

El rubio solo lo miraba con el ceño fruncido, no podía creerlo... o más bien no quería, pero reconocería aquella voz en cualquier otro momento.

—Espero que no te moleste, pero realmente te ves muy bien con esa falda —dijo en un tono sugestivo; acercándose al rubio pero sin tocarlo.

Esa falda, esa maldita falda, ni siquiera sabía porqué seguía usándola, quizás es porque no traía nada más que la falda y la blusa ridículamente cortas que estaba usando, ni siquiera tenía ropa interior.

—¡¿Que mierdas está pasando?! ¿Por qué estoy aquí? —gritó molesto, porque aunque estuviera en una situación de vulnerabilidad, no dejaría de hacerlo.

—Shhh...tranquilo, no es necesario que grites —se acercó más, pero el rubio por instinto retrocedió, imponiendo la mayor distancia que pudo.

—¡Entonces responde! ¡¿Que carajos hago aquí?!

El peliverde soltó un suspiro entremezclado con una risa, sin duda alguna Bakugo seguía siendo el mismo imbécil de la secundaria, pero por alguna extraña razón eso le prendía aún más.

—Simple, te compré, así que es justo que quiera tenerte en mi hogar, ¿no?

Entonces los recuerdos de lo que pasó hace días, llegaron a la mente del rubio...

Hace varios días atrás...

—¡Dynamight! ¡¿Me darías un autógrafo?! —chilló emocionada aquella chica, la cual ni siquiera le interesaba ver su cara.

—No, ahora largo...—se le tensó la mandíbula —¡Vete al diablo!

Y así se fue caminando por las calles a otro lugar, cuando su teléfono empezó a sonar, se detuvo en un callejón poco transitado.

—¡¿Que mierda quieres?! —dijo al contestar, ni siquiera le importaba quien le había llamado.

—También es un gusto volver a hablar contigo...Kacchan...

Aquella voz desconocida, pero extrañamente familiar fue lo último que escuchó cuando sintió un dolor en el cuello, era un ardor fuerte, como si algo le hubiese atravesado la piel, se pasó rápidamente una mano en el cuello, quitando la causa del molesto dolor; al verlo se sorprendió, pues era un dardo, de inmediato empezó a sentir como sus músculos se dormían, sus piernas se volvieron débiles, y a pesar de esforzarse por salir de aquel callejón, no pudo avanzar más de dos pasos, pues de inmediato tres hombres con la cara cubierta aparecieron y lo sujetaron, pudo escapar, pero no pudo hacer nada. Cayó al suelo con los músculos dormidos, no podía moverse, y solo pudo sentir como lo sujetaban y le colocaban un saco en la cabeza, lo último que supo era que lo habían subido a un auto, después de eso, el sedante surtió efecto y quedó inconsciente por quien sabe cuanto tiempo.

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