Cap VI

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“Es curioso cómo nos agarramos a lo que nos destroza, incluso cuando ya se nos ha caído la venda de los ojos. La tristeza nos debilita hasta el punto en que no hay más opción que largarnos, rotos y exhaustos.

Es una retorcida ironía de la vida, esta obsesión por aferrarnos a lo que nos hace sangrar. Como si encontráramos alguna extraña satisfacción en el sufrimiento, en el masoquismo emocional. Seguimos sujetando el dolor con manos temblorosas, ignorando las señales de alerta y las cicatrices que nos decoran el cuerpo y el alma.

Pero llega un momento en el que la tristeza nos golpea con una fuerza insoportable. Nos roba la energía, nos arranca las ilusiones y nos desgarra el corazón. Y entonces, en ese instante de desesperación, nos vemos obligados a enfrentar la realidad: es hora de decir adiós.”

Alexander Zapata.✍🏼🖤🔥

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Los días parecían eternos para el rubio de ojos granate, al igual que los momentos insoportables que tenía que pasar cada vez que el pecoso se le acercaba, pues por más que luchaba, casi siempre terminaba con las piernas abiertas, cansado, con el trasero adolorido después de eso. Y ésta vez no era la excepción...

—¿Sabes? Me encanta hacerte mío cada vez más —dijo con una sonrisa el peli verde mientras se acomodaba la ropa, sin mirar a Bakugo, quién estaba acostado en la cama, sin ropa, se encontraba realmente exhausto, al menos en esta ocasión no terminó desmayandose, pero eso no le impedía demostrar lo desagradable que le parecía todo eso.

—Eres un maldito...—decia entre dientes mientras apretaba sus puños.

—Tranquilo, con el tiempo te acostumbrarás —dijo despreocupado, lo cuál solo hacia enfurecer más al rubio, antes de que este pudiera responder, volvió a hablar —, por cierto, te recuerdo que eres de mi propiedad, por lo que debes respetarme.

Lo decía con una frialdad que podría congelar el infierno mismo.

—¡Yo no soy un objeto! Maldito bastardo —gritó furioso, pero Izuku hizo caso omiso, se levantó de la cama y con tranquilidad caminó hacia la puerta.

—Le diré a Dominic que te entregue ropa limpia, te aviso que desde hoy estaré en un viaje de negocios, por lo que voy a ausentarme por unos días, espero que en ese tiempo te portes bien, ¿De acuerdo?

No esperó respuesta, pues con rapidez salió de la habitación de Katsuki, dejando la orden de darle ropa a Bakugo, sin embargo, lo pensó mejor y ordenó que llenaran el armario con ropa en aquella habitación, pues así ya no tendría que preocuparse por si Katsuki necesitaba ropa, lo cuál sucedía cada vez que estaba con el.

Pero no le dió demasiada importancia y fue a preparar su equipaje.

Por otro lado, Katsuki estaba hirviendo en cólera por todo lo que había pasado durante el tiempo que permanecía en ese lugar, pero de algo estaba seguro, y es que no iba a desaprovechar la oportunidad mientras Izuku no estaba, así que con toda la fuerza que le quedaba quiso levantarse, pero solo se quedó sentado debido al dolor, el cuál empezaba a ser costumbre, pero no por eso dejaba de ser horrible.

Minutos después escuchó unos toques en la puerta así que decidió  cubrirse con las sábanas antes de que alguien entrara, puede que lo que le hace Izuku no sea nada bueno pero no dejaría que nadie más lo viera en esa situación, patético, ¿no?, la puerta fue abierta con lentitud, y detrás de ella apareció el mismo hombre, traía la ropa, además de una pastilla blanca y un vaso de agua en una bandeja.

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