Capítulo 96

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Minjae

Me desperté sobresaltado, miré mi móvil y vi que eran las diez y media de la mañana, no tenia ninguna llamada ni mensaje, raro pero lo agradecía, eso solo significaba que el vicepresidente estaba haciendo bien su trabajo. Miré a mi lado y vi que Misuk no estaba, en su lugar había una nota que decía que se había ido a la playa.

Suponía que el guardaespaldas se habría marchado con ella, o al menos eso esperaba porque si no alguien iba a morir hoy. Necesitaba un café bien cargado. Me puse el bañador y una camiseta azul oscura. Me estaba empezando a quedar sin ropa limpia...

Sali derecho a por un café en el bar de los desayunos y luego me encaminé a la playa, no me había fijado hasta ese momento en todas las mujeres que había en el complejo, la verdad es que no me interesaban lo mas mínimo.

Eché un rápido vistazo a la playa para localizar a Misuk, pero no la vi, seguramente estuviera en el agua, había varias personas dentro. Lo que si vi fue a una mujer de espaldas que debía de haber salido del agua y mi instinto cazador se activó por completo. Llevaba un tanga que le hacia un culo maravilloso, pero estaba al lado de un hombre, seguramente su marido, al fin y al cabo aquel era el destino favorito de los recién casados.

¿Dónde demonios se habría metido Misuk? Fui hasta las hamacas y a medida que me iba acercando a la pareja me di cuenta de que eran ella y el guardaespaldas que charlaban demasiado amigablemente. Me dieron ganas de echarle la toalla encima para taparla, seguro que otros tipos la habían mirado de la misma forma que yo y encima eso me cabreaba, pero tenia que mantener la calma, ella había vivido en otra cultura y por lo poco que la conocía la posesividad no era algo que la gustara. 

- ¿Os lo estáis pasando bien? – pregunté en ingles sobresaltándoles. Ambos estaban hablando en español muy animadamente y no me habían sentido llegar.

- Te voy a poner un cascabel Belzebú – me dijo ella mientras se escurría el pelo y se hacia un moño alto.

- Señor Park – saludó el guardaespaldas de cuyo nombre no me acordaba. Tuvo al menos la decencia de levantarse de la mecedora.

- Puedes retirarte mas lejos – le dije sin disimular nada mi desagrado. Misuk me miró divertida.

- Quítate la camiseta y vamos al mar – me dijo agarrándome de la mano.

- ¿A que se debe tanta confianza gatita? – le pregunté con una sonrisa socarrona.

- A que ayer estuve a punto de follarte, por ejemplo – no se puso ni colorada, lo dijo con tanta naturalidad que no pude evitar reírme, aquella mujer siempre me pillaba con la guardia baja. No se porque me sorprendía, pero creía que hoy se habría arrepentido de lo de ayer y estaría avergonzada, que por eso se había marchado sin despertarme, al parecer no era el caso. Me quité la camiseta y la seguí hasta la orilla. 

- No pienso meterme mucho mas de la cintura – le dije nada convencido siquiera de meterme mas allá de las rodillas.

- Confía en mi, te va a encantar – lo dudaba mucho, pero apreté su mano y nos metimos poco a poco. La verdad es que allí era mas fácil para mi controlar mi miedo, el agua estaba tan cristalina que podía ver perfectamente y mi talasofobia no parecía activarse por el momento – Adoro el mar caribe – me dijo cuando llegamos a un sitio donde me cubria por la cintura y a ella casi por el pecho. Se sumergió para peinar su pelo y yo hice lo mismo para mojar mis hombros y mi cabeza. El sol ya apretaba bastante.

- ¿Esto es lo que me iba a encantar? – le pregunté desilusionado.

- Claro que no – dijo ella acercándose y pegándose a mi pecho, en un pequeño salto enredó sus piernas alrededor de mi cintura y yo por inercia le agarré del trasero que al llevar tanga estaba completamente al descubierto. Las pulsaciones se me aceleraron a la vez que la sangre viajaba hacia otro sitio- pensabas que cambiaria de opinión, lo veo en tu sorpresa – me dijo acercando su rostro al mío ¿Eres tú el que ha cambiado de opinión? Si es así... yo.. – no le dejé terminar la frase cuando atrapé su boda con la mía con ansias.

- De hoy no pasa... y no te follo aquí porque no tengo condones ahora mismo – le dije al oído soltando sus labios y ella se rio.

- Ahora disfrutemos de un relajante y placentero baño en el mar caribe... - dicho aquello se apartó de mi y nadó en dirección contraria. Me lancé a por ella porque iba nadando hacia la orilla, si hubiera tomado la otra dirección estaba seguro de que no habría podido ni dar un paso. No quería que saliera del agua, quería seguir con lo que estábamos haciendo.

- Te atrapé gatita, de aquí no sales sin que yo... - en un movimiento que casi no pude ver, soltó la parte superior de su bikini a la vez que volvía a colgarse de mis caderas y apoyó sus senos desnudos sobre mi pecho.

- No hagas eso si no quieres que te saqué fuera y te lleve en brazos al dormitorio – le avisé. La voz me salió ronca como nunca antes me había pasado y es que nunca antes había estado con una loba como ella.

- ¿A si? Pues antes de que me arrastres fuera déjame jugar un poco mas contigo – me giré un poco para que los que estaban en la orilla y detrás de nosotros no vieran su espalda desnuda y en ese momento ella bajo su mano entre sus piernas para bajarme un poco el bañador y colocar mi polla sobre su coño cubierto por el bikini – no lo voy a apartar no vaya a ser que termines embistiéndome Belzebú... - aquel juego allí en publico casi me vuelve loco, mi polla estaba pulsando como nunca y cada vez que ella se frotaba deseaba liberarme, pero por otro lado quería reservarme para después. La aparté un poco de mi pecho y agarré uno de sus senos con mi mano mientras con la otra seguía agarrando su culo y presionándola contra mi sexo. Su pezón estaba duro, tanto como yo.

- Vámonos a la habitación – le supliqué. Nunca había suplicado a ninguna mujer y allí estaba yo, suplicándole a ella.

- No te resistas, córrete para mi – me dijo al oído frotándose con mas intensidad y yo me dejé llevar, ya no merecía la pena luchar contra ella, aquello me supo tan rico, me supo tan bien comerme su boca mientras me liberaba... era la primera vez que hacia algo así en publico y joder que me cayera un rayo si no me había gustado tanto como para convertirlo en mi nuevo fetiche.

- Vamos a tumbarnos un poco en las hamacas – me dijo arrastrándome fuera del agua, ella seguía con los pechos al aire y yo casi la tiro al suelo para cubrirla.

- Se te ha olvidado ponerte la parte de arriba – le dije entrando en pánico y dándole la vuelta para que solo yo pudiera verlos.

- Aquí se permite hacer topless, mira – dijo señalando a la playa donde había bastantes mujeres con el pecho descubierto

- No soy lo suficientemente moderno para esto lo siento – le dije ayudándole a ponerse el top. Ella se rio, pero finalmente cedió, sabia que me había dejado ganar porque hacia que me sintiera incomodo, no tenia nada que ver con que otros hombres pudieran verla, aunque eso también me importaba.

Llegamos a las hamacas bajo la atenta mirada de nuestro guardaespaldas y fue en ese momento en el que me di cuenta de que el tipo había visto todo lo que habíamos hecho. No me importó, me alegraba que supiera que ella era mía y que no tenia que acercarse demasiado.

Y al final, Pasó lo impensableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora