Capítulo 1

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La primera impresión que tuve del clan Gojo al venir a Tokyo fue lo grande que era el lugar.

Todo estaba bastante bonito, los árboles eran grandes y hermosos, el sendero era bastante espacioso teniendo a muchas personas a cada lado mientras nos recibían, comenzaba a tener mis dudas de si podría vivir en un lugar tan bonito y amplio como este.

Miyagi era hermoso, pero no se compraba en nada con este lugar que París ser sacado de cuento de hadas. Me asome por la ventana del carruaje viendo que también el clan había acogido a muchos de los que no pertenecían a castas. Criaturas que antes eran humanos y que ahora se convirtieron en otra cosa gracias a la lluvia de estrellas.

Les sonreí con amabilidad puesto que llevaban una cara bastante desgastada y cansada, además de tener moretones también, no sé que condiciones tengan aquí, pero si puedo hablar con el jefe un día sobre el buen trato a la servidumbre que no sean solo de casta entonces estaré más cómoda.

Si voy a llegar a casarme, no será que me impongan cosas que no quiero, mucho menos un trato que no parezca justo.

Al saludarlos, algunos estaban confundidos, no es para menos, ¿una hechicera de casta siendo amable con los no magos? Era de esperar.

Pero yo sabía algo que probablemente la mayoría queria ignorar y es que le tenían miedo a los que antes no eran mágicos.

Mí clan decía buscar una "cura" cuando en realidad solo hacemos medicina para ayudar a cada criatura o casta con la nueva etapa que se está llevando.

Por ello los peces gordos quieren eliminarnos, porque no pueden tolerar que los "no magos" tengan poder porque podrían perder cualquier beneficio monetario que se generó desde tiempos inmemorables.

Simplemente no soportan el cambio.

Al llegar a la entrada, el carruaje subió, ¿anticuado u ostentoso? ¿Cuál de los dos podría describirse mejor para este tipo de situaciones?

Podría decir que ambos, vinimos aquí en tren y en auto, pero al llegar a un punto dónde perder a los perseguidores seguimos en carruaje ya que era menos ruidoso, no levantaba tanto polvo, no hacía humo y en un lugar donde se podía camuflar el sonar de las ruedas con el crujir de la madera era perfecto para él.

No tenía duda que el lugar parecía mágico, me perdí tanto en mis pensamientos que no note cuando ya habíamos llegado a la casa principal en la cima de la colina.

¿Acaso era un pequeño pueblo lo que pasamos hace un momento con casas tradicionales? Sin duda, si no fuera porque el hijo del señor Gojo fuera un idiota sin remedio, podría vivir aquí por siempre sin cansarme.

—Musume.

Mi padre, tocó mi hombro llamando mí atención, de nuevo, comencé a vagar en mis pensamientos sin darme cuenta. Él ya estaba esperándome abajo, fuera del carruaje, mientras que yo ni siquiera había salido.

Asentí sin darme más chance de imaginar cómo sería una vida para mí en este lugar sin la necesidad de estar casada, tomando la mano de mí progenitor colocándome a un lado de él observando a las personas frente a mí con una pequeña reverencias.

—Soy Itadori _________, es un gusto conocer a la que será mí nueva familia.

Blanco.

Mis ojos no dejaban de mirar esas motas de color blanco que llevaban las cabezas de la familia principal, pero el más blanco de todos como la nieve misma era él suyo. Era el de Satoru Gojo.

Amaba la nieve, es mí estación favorita en todo el año porque me gusta patinar, me divierto con mis hermanos una y otra vez sin cansarme y puedo pasar horas enteras en mí habitación leyendo sin tener que salir a socializar porque si, me gusta mí soledad, me gusta pasarla bien conmigo mismo en mis cuatro paredes con música puesta mientras hago lo que me gusta.

Matrimonio ArregladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora