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Cierta noche, Atsushi regresaba cansado de su trabajo, cargando a Natsu en su portabebé. Le dolía todo su cuerpo, y tenía síntomas de fiebre. Ni siquiera sabía cómo había llegado a casa de lo mal que se sentía.

Caminó sin fuerzas hasta su dormitorio, y cerró la puerta tras de sí. Se quitó sus zapatos, y trasladó a un soñoliento Natsu a su cama, para luego dejarse caer sobre la misma, panza abajo, teniendo el cuidado de no aplastarlo.

El bebé exigía atención, pataleando y agitando sus bracitos. Miraba hacia los lados, hasta ubicar a Atsushi y empezar a quejarse con su llanto, mientras que el albino mayor estaba por llorar también. Se sentía débil y temblaba un poco por la fiebre del momento.

—Natsu... P-Por favor, no llores... O papá se molestará...

No pasó mucho tiempo para que su padre entrara a la habitación y estrellara la puerta de golpe, asustando más al bebé albino.

—Atsushi. ¿Qué te dije de ese bebé? O lo callas, o lo das en adopción. Es una molestia para mí y para tu madre. Es como tenerte otra vez siendo un bebé, es detestable.

—P-Papá... No me estoy sintiendo bien, tengo mucho frío y me duele aquí... ¿Crees poder ayudar...?

—Lo siento, pero tu madre y yo tenemos una cita con dos amigos nuestros. Te lo diré más de mil veces si es necesario, Atsushi. Tú mismo te provocas los problemas, así que supongo que sabes qué hacer. Ve a la clínica y de regreso, deja a esa criatura con su mal padre.

Dicho esto, salió de la habitación, para posteriormente abandonar la casa junto a su esposa y dirigirse a la acordada cita con sus amigos. Nunca les importó el bienestar de su hijo, y mucho menos ahora, con el tan horroroso error llamado Natsu.

Atsushi sentía mucho dolor en una zona cercana en su abdomen. Con esfuerzo, alcanzó a hacer una llamada para pedir ayuda, mientras alimentaba con su biberón a Natsu para tranquilizarlo.

No pasó mucho tiempo para que la ayuda llegara a casa. Chūya había dejado a su pequeña Hanami al cuidado de Dazai, y traído su cangurera o mochila para bebés, para poder llevar a Natsu colgado en su pecho, si así lo requería.

—Oye, chico tigre. ¿Puedes caminar hasta afuera o también tengo que cargarte?—. Preguntó serio, acomodándose mejor a Natsu en la cangurera.

—M-Me duele mucho, Chūya-san, pero... Puedo hacerlo.

—Bien. Iremos en mi moto, pero tendrás que sujetarte bien aunque tengas mucho dolor. No queremos dejar huérfano al gatito.

★*°•°•°•°★°•°•°•°*★

Dazai y Chūya conocían la situación de Atsushi con sus padres. Sabían que no era feliz con ellos, y que de ningún modo les agradaba ni él ni Natsu. Al ser dos años mayores que él, buscaban siempre la manera de apoyarlo en todo lo que necesitara, aun cuando todos seguían siendo estudiantes de dieciséis y dieciocho años.

Después de varios minutos de camino, llegaron al hospital.
Atsushi fue trasladado a la sala de urgencias donde le hicieron estudios, y todo indicaba una apendicitis aguda y debía ser operado quirúrgicamente de emergencia, siendo Chūya quien dió su consentimiento diciendo que era su hermano mayor.

Natsu hacía pucheros. Chūya no era un extraño para él, ni mucho menos Dazai, pero extrañaba el calor que Atsushi le brindaba. Sus ojitos empezaron a derramar lágrimas muy pronto.

—Natsu, cariño. Te llevara con tu papá para que lo conozcas pero, se acaba de quedar huérfano hace unas semanas y se encuentra mal. Sus dos padres fallecieron en un accidente de tren, y ahora él está sin ellos, y con una tristeza enorme. A menos que hagamos el plan del tío Dazai...

Hablaba "solo", pero al bebé, siendo observado de manera extraña por las personas de su alrededor.

"Entrometidos. Ahora está prohibido hablar con los bebés".

Pensó con ironía, mirando a todos de manera amenazante y para nada simpático.

★*°•°•°•°★°•°•°•°*★

En el templo que Akutagawa visitaba frecuentemente con sus padres...

El azabache lloraba en silencio, solo y sentado en una banca, recordando los bellos momentos que pasó con sus padres en ese lugar. Las palabras que decían, las cosas que bromeaban, las oraciones de rezaban, y la manera en que los miraba, felices y sonrientes.

Sin darse cuenta, sus lágrimas ya habían mojado su regazo y se vió obligado a limpiarlas con las mangas de su gabardina. 

Aquí es cuando el tan esperado plan de Dazai, estaba por comenzar, y Oda Sakunosuke era uno de los protagonistas.

—Eres Ryūnosuke Akutagawa-kun ¿Verdad?

Preguntó Oda, una voz completamente desconocida para el azabache, quien volteó confuso.

—S-Sí. ¿Por qué? ¿Quién eres?

—Lamento ser maleducado. Mi nombre es Sakunosuke Oda, y a partir de hoy seré tu tutor. Tengo muchos niños huérfanos a mi cargo, y tú tienes dieciséis años ¿No?

Akutagawa se levantó de la banca con intenciones de alejarse. No le agradaba hablar mucho, y menos con extraños.

—Sí. Puedo cuidarme solo. No necesito tutores.

—Me recuerdas mucho a uno de mis huérfanos. Es tan terco como tú, y se llama Atsushi Nakajima. Creo que es de tu edad... Tal vez...

"Jinko".

—¿D-Dónde está su orfanato?—. Preguntó apresurado, esperando quedar a la par con los pasos del mayor.

—No es un Orfanato como tal. Pero, los chicos son felices. Somos una gran familia. ¿Quieres unirte a nosotros?

Aceptaría, sin imaginar que le esperaría una pequeña sorpresa muy pronto.

TREMENDA ADICCIÓN [SKK & SSKK +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora