Capítulo 4

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JOSEPHINE

Me marea el hecho de que volveré a verlo. 

Así hemos quedado. Esta noche, iremos a cenar. Me ha dicho que pasaría por mí, y realmente no puedo esperar para verlo. No sé en qué punto el agrandado empresario hijo de Norman me ha comenzado a gustar, no sé en qué momento se ha metido en un espacio casi intocable de mi corazón, pero lo ha hecho. 

Y ahora no creo que haya vuelta atrás. 

Nada de lo que me pongo parece lindo, ninguno de los labiales que me coloco parecen aptos. Mi pelo no queda como me gustaría, y lo mismo me pasa con el outfit que tenía pensado. Para complicar más la situación, mi compañera oficial, Bobby, no parece darme indicaciones de lo que debería utilizar. 

No me siento lo suficientemente linda, y eso, es porque estoy nerviosa. 

Detesto que un chico tenga este poder sobre mí. Pero lo cierto, es que no es cualquier chico. Sucede que es Thomas, y a pesar de ser el tipo más insoportable que tuve la infortuna de cruzarme, también resulta ser la persona más increíble que tuve la fortuna de conocer. 

No le creo nada, y le creo todo. Lo odio, y también lo quiero. 

Mi celular suena debajo de una pila de labiales y polvos, en mi escritorio, y antes de responder debo pasarle una mano por encima porque está completamente cubierto. 

¿Si? 

─Jo, hola. Soy Tom. ─ su voz me hace sonreír en automático, y no tengo la menor idea de cuándo es que ésto a comenzado a suceder. 

─Oh, hola ─ lo saludo casi en un canturreo de felicidad ─ Estoy casi lista, ¿estás abajo? Mierda, no había visto la hora ─ le digo tras ver el reloj en mi pared. 

─No, aún no. Solo- Está bien, en cinco minutos salgo hacia tu edificio, ¿si? 

─Como quieras, Steve Jobs. ─ bromeo ─ ¿Estás bien? ¿No llamabas para cancelar, cierto? 

─No ─ se apresura a decir, pero su tono de voz sigue demasiado... lejano ─ Solo... quería saber como estabas. ─ promete. 

─Pues.. bien. Estoy bien ─ le respondo ─ ¿Nos vemos más tarde? 

─Allí estaré ─ me dice. 

Algo en su tono no termina de convencerme. Las palabras que suelta están, ante mis oídos, cargadas de inseguridad. Cargadas de desconfianza e inseguridad. Tal vez, también está tan nervioso como yo lo estoy. Quizás, tampoco sabía que utilizar, y por eso llamó para re-confirmar nuestra cita. Quizás todo lo que quería era escuchar mi voz... no. No me lo compro. Algo anda mal. 

Sin embargo, apenas unos momentos después, al bajar, me lo encuentro. 

Está parado justo a un lado de su auto. Es la primera vez que aparece en mi edificio sin tener un contrato de por medio. Es la primera vez que elige verme. Otra vez se me acelera el pulso, y más lo hace cuando él me toma de la cintura y me acerca hacia él para dejar un beso en mi mejilla a modo de saludo. 

Muero por besarlo en ese mismo momento, pero no lo hago. Espero. Porque algo me sigue pareciendo extraño. 

Sin embargo, no noto nada extraño cuando él me lleva a cenar. Pide comida italiana, levanta la mirada por encima del menú y me observa. Le sigo la corriente, porque no tengo idea de qué pedir, porque ni siquiera observé el menú, solo sus ojos celestes moverse de un lado a otro en búsqueda de algo digno. Ordeno el vino, como si supiera de vinos. Termina por gustarnos. Sobre todo, porque el mozo nos ofrece toda una historia de por qué el vino se llama de esa forma, y finalmente, nos da el nombre en francés. Yo sonrío porque sé perfectamente que no recordaré ese nombre más tarde. 

O eso creía, porque cuando Tom lo repite, con una excelente pronunciación, ese nombre extraño y olvidable se transforma en mi momento favorito. Y no puedo esperar para preguntar cuando el hombre se marcha. 

─¿Hablas francés? ─ intento que en mi voz no se note la cantidad de admiración que siento en este momento. El, luego de beber, niega. 

─Algo. Fui a un colegio bilingüe. 

─Pues... parecías muy.. bueno.

─¿Eso fue un halago? 

─¿Es ésto una cita? 

─Bien. ─ setencia, me hace sonreír. 

Resulta que me gusta el plato que Tom ordenó, y me gusta Thomas, así que estamos en armonía. 

─¿Qué? ─ le pregunto. No deja de mirarme mientras como, y me hace pensar que tengo algo en el rostro.

─Nada ─ dice.

─Pues ésto no saldrá muy bien si te vas a portar tan enigmático. ─ le respondo. 

─Iba a decirte que te ves hermosa. 

─¿Eso fue un halago? 

─Lo fue. ─ responde, pero sin mirarme.

Quizá sí había llamado simplemente para escuchar mi voz. 

Quizás, él también lo sentía. 

Midnight Rain │Tom HiddlestonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora