Capítulo 4

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A la mañana siguiente Bill descubrió que no era el primero en levantarse, pasó por la habitación de Bob y la halló vacía. Arrugó la frente y pensando que estaría en el baño se dirigió a la cocina dispuesto a preparar el desayuno, recordando como la noche anterior tras besarse apasionadamente Bob le soltó y dándole las buenas noches entró en la que ya era su habitación.

¿Ya estaba? ¿Eso era todo? Le llamaba guapo y le besaba, y luego se iba como si nada. ¡Si a él le costó caminar de lo empalmado que estaba! No le quedó más remedio que aliviarse en el baño antes de acostarse, y una vez en la cama con los ojos cerrados no pudo evitar recordar como su cuerpo se estremeció con ese orgasmo que obtuvo mientras que la cara de Bob flotaba en su cabeza, como se lo imaginaba con él en la cama en esos momentos, los dos desnudos mientras hacían el amor a un ritmo lento...

— ¡Buenos días!

La voz de Bob le hizo pegar un bote y llevarse una mano al pecho, donde su corazón latía desenfrenadamente.

— ¿Café?—preguntó Bob esbozando una amplia sonrisa.

Bill asintió al tiempo que admiraba lo que había sobre la mesa. Bob se había esmerado, había zumo de naranja recién exprimido, tostadas, café y hasta un cuenco con fresas con nata.

—Vaya, se te da mejor cocinar que a mí—comentó entre risas Bill.

—Hoy me he levantado con ganas—explicó Bob dejando una taza de café ante Bill—Lo que hace el no discutir antes de irte a la cama...

No pudo evitar derramar algo de café al escucharse, nuevamente recordaba algo de su pasado.

— ¡Bob!—exclamó Bill emocionado.

—Lo he vuelto a hacer—susurró Bob—De repente y sin saber como digo algo sobre mi pasado.

—Verás cómo antes de que te des cuenta ya lo recuerdas todo—le animó Bill.

—No creo, ha sido un pequeño detalle nada más sin importancia—dijo Bob tomando asiento—Ahora ya sé que solía discutir mucho, pero ni idea de porque o con quien.

Bill le miró con lástima, parecía que se iba a derrumbar de un momento a otro. Bien era cierto que no había sido gran cosa, pero no debía darse por vencido.

—Demos un paseo tras el desayuno—dijo Bill tratando de animarle—Tal vez recuerdes algo por la calle.

— ¿No tenéis que ensayar o algo para la actuación de esta tarde?—preguntó Bob.

—No lo necesitamos—aseguró Bill cogiendo una tostada—La fiesta empieza a las 8 pero tenemos que estar media hora antes para revisar que esté todo preparado, y hasta entonces podemos irnos de compras tú y yo solos. No puedes pasearte por la calle con una camiseta manchada de sangre o una que te está demasiado pequeña.

Bob tuvo que darle la razón, Bill había sido muy amable en prestarle algo de ropa pero su talla no era la que él usaba y la camiseta negra que llevaba en esos momentos le quedaba demasiado estrecha, marcando sus músculos de los que Bill no podía apartar la mirada mientras desayunaba.




Decidieron entonces ir a comprar algo más de ropa, unos vaqueros y algún par de camisetas, pero nada más. Bob no quería abusar de la hospitalidad de Bill y le prometió devolverle el dinero en cuanto recordara quien era...y si tenía, claro. Aun recordaba haber mencionado que tal vez su economía no pasaba por un buen momento, y no podía dejar de pensar que estaba en lo cierto.

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