No me dejes...

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Mei...

Su sonrisa se mantuvo hasta en las peores batallas, en las tormentas más abrumadoras, su sonrisa siguió allí, cálida, contagiosa.

Su risa, que también perduró en el último de sus días, cada vez que reía sentí sus alegrías, esa risa dulce y contagiosa jamás la olvidara.

El brillo de sus ojos...

Su voz...

Su delicadeza...

Su cuerpo...

Como sanaba ese dolor?

El acababa de perder a su esposa... La dueña de su alegría... La madre de su hija.

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Allí estaba en el patio de su casa todo muy bien arreglado, intentaba contener toda lágrima, pero su dolor es tan grande que no puede contenerse, sentía un fuerte vacío dentro.

No podía hacer nada más que pensar en su esposa, mientras que Natsuhiko le decía palabras de aliento, pero esas palabras no tenían efecto sobre él.

—Enano?—el contrario hizo un sonido que que lo escuchaba—Tu hermano está aquí—señalo el más alto.

Sus débiles ojos ámbar miraron a la dirección donde señaló el castaño, era cierto, veía la borrosa silueta de su hermano, las lágrimas nublan su vista.

No tenía ganas de verlo, Mei ya lo hubiera sermoneado.

"Siempre consigues lo que quieres... No?"
Dijo en sus adentros, esperando que su amada lo escuchará.

Una mano se posó en su hombro derecho, no estaba con el genio para hablar con su hermano, no estaba es sus cabales, no iba explotar en pleno funeral de su esposa.

—No me toques...—murmuro seco, para volver su mirada hacia arriba... No era su hermano—Ma-

No termino la oración, su madre ya lo había abrazado, acariciaba sus cabellos negros mientras susurraba "ya mi niño, todo va a pasar, mamá está aquí" correspondió el abrazo.

Su hermano lo miraba con atención, una mirada triste abundaba su rostro, a su lado estaba Nene quien también lo miraba pero... La peliblanca lo miraba con tristeza y forzaba una sonrisa, Nene siempre le dejaba sonrisas calidas... Y del otro lado su padre que lo miraba con indiferencia, la frialdad de su mirada caía en él.

Su madre corto el abrazo y rápidamente sintió ser abrazado de nuevo... Ahora era Yashiro.

—lo siento mucho...—le decía con calidez, correspondió el abrazo.

Se levantó de dónde estaba y dirigió su vista a su hermano.

El momento era incómodo.

—y mi nieta?—pregunto la mujer mayor.

—Eh...—se había olvidado completamente de Yukiko—Ella... Ella está durmiendo, se puso muy mal ante la noticia y pues estuve con ella hasta que durmiera.

El corazón se le extrujaba al recordar los sollozos de su pequeña "No... No!!! Mentiroso!! Mami está bien... Ella... Ella está bien... No! No!"  Su hija, su Princesa... No paraba de llorar y patalear.

—vamos a ver a mi nieta hijo...—toco el hombro de su hijo menor el cual asintió.

Entraron a la casa... Toda había sido decorada por Mei, cada detalle ella lo planeo, cuadros llenaban las vacías paredes, cuadros que no tenían formas en específico pero igualmente eran hermosos.

Pasaban por los grandes pasillos de la casa, hasta llegar al cuarto de la menor.

Tsukasa abrió la puerta con cuidado, dejo pasar a su madre y luego paso el. La mujer se sentó en un borde de la cama de la niña al lado de su hijo.

Tsukasa acariciaba el cabello de la pequeña , los ojos hinchados de la menor, su nariz roja, le duele, lo quema por dentro.

—hijo... No has pensado en mudarte...

—de que hablas?

—esta casa te dara más tisteza... Te traerá recuerdos... Quiero tu felicidad hijo—acaricio la mano de su hijo.

No... Como su madre le pedía hacer tal cosa, no iba hacer eso... Es una decisión... Delicada.

—no... Yo y Yuki no haremos eso.

—pero-

—mama está no es tu decisión... Es mi decisión y de Yukiko—frunció el ceño, mudarse le generaría mucho más dolor.

El teléfono de la mayor empezó a sonar y salió de la habitación.

—papa...—la débil voz de la pequeña llegó a oídos del ojo ámbar el cual se arrodilló frente a la cama de la pequeña oji-azul — nos mudaremos?—pequeñas lágrimas escaparon de sus ojos.

—que te he dicho de escuchar conversación de adultos...—su voz se quebró —no... Mi vida, no nos mudaremos ¿Bien?—la pequeña asintió—vamos abajo... Allí están tus primas y tus abuelos...

La pequeña lo siguió.

Bajaron a la planta baja, ambos con la misma mirada de frialdad, son padre e hija ¿no?, ambos estaban dolidos.

El tiempo paso volando, en un abrir y cerrar de ojos ya estában el y su hija en la sala de su casa, sentado viendo el televisor apagado.

—Tsukasa...—Amane se sentó frente a Tsukasa

—umm.

—yo y Nene tenemos que irnos... No quieres que Yukiko que venga nosotros? Así podrás respirar y-

—no, yo soy capaz de cuidar a mi hija, gracias por tu oferta.

—esta bien...

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Lloro... Siempre me invento webadas

Una A.U en donde la enfermedad de Mei volvió y pues no resistió, como en el manga.

Siento que el pasado de Tsuchigomori, Mei, Yako, Kako y Mirai son un completo misterio, no sabemos de qué murieron en específico. Pero anyways todo seguirá su rumbo y Aidario nos dejará sin estabilidad emocional.

𝑇𝑠𝑢𝑘𝑎𝑚𝑒𝑖 𝑂𝑛𝑒~𝑆ℎ𝑜𝑡𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora