Caminaron hasta la casa en silencio. El cielo había adquirido un color gris oscuro, hacía un frío horroroso y la plaza del pueblo estaba prácticamente desierta.
Tenían muchas cosas de las que hablar, pero Hoseok parecía absorto en sus pensamientos y él no quiso interrumpirlo. No se le ocurría nada que decir que no sonara evasivo o falto de tacto, y otra conversación sobre trabajo habría resultado frívola. Sabía que él sacaría a colación su grave falta de decoro tan pronto como se encontraran dentro de las paredes de la casa. Al menos eso le concedía unos minutos más para idear algún tipo de excusa, aunque lo único en lo que podía pensar era que el deseo de acariciarle íntimamente había sido tan fuerte que el doncel debería agradecerle que no se hubiera inclinado para succionarle la piel del cuello... delante de lady Claire y de todos sus criados. No obstante, supuso que a Hoseok no le haría ninguna gracia enterarse de eso.
Cuando llegaron a la verja de la propiedad, él esperó a que abriera la puerta antes de pasar. En ese instante, sopló una gélida ráfaga de viento que le bajó la capucha y la hizo estremecerse.
-Hace frío -murmuró Taehyung, que se sintió ridículo de inmediato por señalar algo tan obvio.
El doncel se detuvo en seco en el sendero de piedra y se dio la vuelta, con lo que casi consiguió que chocaran. Taehyung reaccionó y le aferró los hombros con las manos enguantadas para evitar que cayera.
Sus enormes ojos lo miraron con expresión acusadora, pero el doncel no intentó apartarse.
-Sí, Taehyung, hace frío -convino con tono prosaico-. Y puesto que parece que solo te sientes cómodo conmigo si hablamos del clima, discutamos sobre ese aspecto -Alzó la barbilla un poco con un gesto inexpresivo-. Mis labios se están congelando, y me gustaría que los calentaras.
A Taehyung se le atascó la respiración en el pecho. Nunca habría esperado algo así. Dejó caer los brazos a los costados y se apartó de manera instintiva.
Fue evidente que a él no le gustó semejante reacción. Su mirada se endureció y sus ojos se entrecerraron hasta convertirse en meras rendijas. Entrelazó las manos enguantadas frente a su regazo con tanta fuerza que el cuero se tensó a la altura de los nudillos.
-Somos un hombre y un doncel que se sienten físicamente atraídos el uno por el otro, Taehyung, y lo sabes muy bien -dijo con tono serio-. Decide en qué quieres que se convierta nuestra relación y yo lo aceptaré, pero creo que ha llegado la hora de que dejes de tomarme el pelo.
Él parpadeó, tan atónito que sin duda él se dio cuenta. En esos momentos no solo estaba molesto con él, estaba furioso. ¿Tomándole el pelo? ¿Eso creía que estaba haciendo? Supuso que sí. Dos noches atrás le había susurrado junto al cuello que no podían ser amantes y apenas media hora antes la había acariciado con descaro entre los muslos.
El viento helado sacudió un mechón de pelo sobre su mejilla y Taehyung estiró la mano para acariciarlo con los dedos y colocárselo detrás de la oreja. Hoseok se estremeció de nuevo, pero no dejó de mirarlo a los ojos, desafiándolo a que desmintiera lo que había dicho.
Se puso tenso con el mero hecho de pensar en besarlo, tal y como le había pedido. Sintió que su cuerpo se ponía rígido una vez más, aun a pesar del frío que hacía. Comprendió de repente que nunca se había sentido tan desesperado por hacer algo. Había llegado el momento de dar un paso hacia delante, de admitir el interés que no había logrado demostrarle acariciándolo a escondidas o con simples palabras. Lo agarró del codo con firmeza por encima de la capa, lo giró hacia la casa y lo condujo por el sendero de piedra hasta la puerta principal.
-Taehyung...
-Si tengo que besarte, Hoseok, no pienso hacerlo aquí fuera, donde cualquiera podría vernos.
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The Promise
RomanceAl margen de ser uno de los jóvenes más bellos de la Francia de 1849, la mejor virtud de Jung Hoseok es su inteligencia... que pone al servicio del espionaje británico. Cuando sus servicios son requeridos en el sur de Inglaterra para desmantelar una...