Hoseok estaba sentado cómodamente en el sofá, con los pies desnudos bajo el vestido y un chal de lana sobre los hombros, contemplando la lenta danza de las llamas. Hacía apenas media hora que había regresado de la reunión de té de la señora Rodney, pero ya estaba oscureciendo y Taehyung, que había estado observando la propiedad de Rothebury desde lejos, aún no había regresado. Las nubes habían vuelto a cerrarse una vez más durante el camino de vuelta a casa y habían descargado sobre el doncel la primera lluvia de la tarde, que le había empapado el pelo y la ropa. En esos momentos, las gotas golpeaban contra el tejado con una cadencia constante y relajadora.
Llevaba contemplando las llamas alrededor de veinte minutos mientras meditaba sobre todo lo que había descubierto en las últimas horas, aunque en realidad era en Taehyung en quien más había pensado. Esa primera semana juntos había resultado de lo más anodina, ya que él había mantenido las distancias. Hoseok sabía que no le parecía irritante ni desagradable, pero no tenía la más mínima idea de si le gustaba estar con él ni de si lo encontraba deseable como doncel. Le había llevado unos cuantos días aceptar que si bien era irrelevante lo que opinara de él en el ámbito personal y no debería importarle, le molestaba no saberlo. Sin embargo, el principal problema era que la posibilidad de una relación íntima con Taehyung no era uno de esos temas sobre los que se podía charlar a la hora del desayuno, por no mencionar el hecho de que sus descarriados pensamientos le impedían concentrarse en el trabajo. Para ser sincero, ni siquiera estaba seguro de querer mantener una relación de ese tipo con él. Sin duda alguna, no haría más que complicar su relación profesional, y su trabajo, fueran cuales fuesen sus circunstancias personales, siempre era lo primero. Jamás haría nada que pudiera ponerlo en peligro. Los amantes iban y venían, pero el trabajo era lo único que le proporcionaba una satisfacción constante en la vida.
Una vez que entró en calor, se quitó el chal de los hombros y lo dejó sobre el brazo del sofá. Apenas había terminado de hacerlo cuando sintió una presencia en la estancia y miró hacia la puerta.
No lo había oído entrar. El sonido de la lluvia había ocultado sus pasos. Sin embargo, la dominante figura masculina llenaba el vano de la puerta mientras él se sacudía el agua del gabán sin dejar de mirarlo.
-Hola -dijo con voz suave.
Una palabra inocente que no implicaba nada.
-Hola -respondió mientras estudiaba las gotas de agua que se habían quedado adheridas a su cabello, las leves arrugas que surcaron su frente cuando se concentró en desprender los enormes botones negros del abrigo y la piel húmeda y resplandeciente de su rostro, iluminada por el fuego de la chimenea.
-¿Ha habido suerte hoy? -preguntó Taehyung, que dejó el gabán en la percha antes de pasarse los dedos por el pelo.
A toda prisa, antes de que él se diera cuenta de que lo estaba mirando, Hoseok bajó la vista hacia la alfombra donde había apoyado los pies.
-Pues la verdad es que sí -contestó, retorciendo los pies contra el suave cuero de color castaño-. Fue una de las típicas reuniones sociales, así que la mayor parte de la conversación se centró en los chismorreos. Pero descubrí algunas cosas que merece la pena resaltar, y un par de ellas bastante interesantes -Escuchó que se acercaba a él con ese paso lento e irregular y cambió de posición en el sofá para mirar hacia delante, con las manos sobre el regazo-. ¿Qué tal la tarde?
-Fría -replicó él-. Y desagradable en general. La vigilancia es la parte de este trabajo que menos me gusta.
-Así que no ha averiguado nada -afirmó el doncel en voz alta.
Taehyung cogió el atizador de hierro y avivó las brasas de la chimenea.
-Tampoco lo esperaba después de solo tres días; sin embargo, está claro que Rothebury no tiene muchos visitantes. Se mantiene aislado y sale de la casa en muy raras ocasiones -Dejó escapar un suspiro e hizo un gesto negativo con la cabeza-. Aun así, me pregunto a qué se dedica a diario, ya que no hay mucha propiedad que dirigir.
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The Promise
RomanceAl margen de ser uno de los jóvenes más bellos de la Francia de 1849, la mejor virtud de Jung Hoseok es su inteligencia... que pone al servicio del espionaje británico. Cuando sus servicios son requeridos en el sur de Inglaterra para desmantelar una...