Capítulo 8

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Eran bien pasadas las diez cuando salieron de la casa. El resplandor de la luna menguante que se alzaba en lo alto aplacaba un poco la oscuridad reinante. El ambiente era frío, húmedo y muy silencioso. El aroma persistente del aguacero que había caído poco antes y el olor a tierra mojada inundaron los sentidos de Hoseok, que caminaba detrás de Taehyung por el patio en dirección al grupo de arbustos que conducía hasta el pasaje del lago.
En los últimos días, las sospechas sobre Richard Sharon habían aumentado. Hoseok estaba seguro de que el contrabandista era él, si bien era cierto que más por intuición que por otra cosa; no obstante, confiaba en sus instintos. Se basaba en la intuición muy a menudo, y nunca le había fallado. Con todo, comprendía que al final lo más importante eran los hechos constatables, y puesto que ya tenían nuevas pruebas, estaban actuando en base a ellas.
Por tercera noche consecutiva se prepararon para pasar muchas horas bajo el terrible frío y se colaron en la propiedad del barón para observar todo lo posible de forma clandestina, ya que Taehyung había recibido un mensaje urgente de sir Riley en el que se informaba de que se había robado otro cargamento de opio en los muelles de Portsmouth cinco días atrás. Habían pasado varias semanas desde el último robo, y esas noticias no podrían haber llegado en un momento más oportuno para su investigación. Eso también le dio a Hoseok la oportunidad de acompañar a Taehyung a la propiedad Rothebury, cosa que no había podido hacer con anterioridad. Por supuesto, no tenían ni la menor idea de si verían algo, pero sus cálculos estimaban que las cajas robadas llegarían a Winter Garden en los días siguientes, y era más probable que se descargaran de noche. Si Taehyung y él lograban ver o escuchar cualquier cosa, tendrían las pruebas al alcance de la mano.
Apartaron los arbustos para detenerse el uno al lado del otro junto a la orilla del lago. El agua resplandecía como si de densa tinta negra se tratara y, gracias al reflejo de la luna en la superficie, logró ver la mansión a lo lejos, oscura e imponente, recortada contra las sombras. Hiciera lo que hiciese el barón, estaba claro que se retiraba temprano. Ninguna de las ventanas estaba iluminada.
Taehyung le dio la mano con afabilidad para ayudarlo con el último tramo del sendero, o eso supuso, que levantó la cabeza para mirarlo. Él miraba más allá del agua y sus marcados rasgos de guerrero estaban contraídos en una expresión de absorta contemplación. Acto seguido lo miró y la sombra de una sonrisa asomó a sus labios.
El corazón de Hoseok comenzó a latir a toda prisa a causa de la anticipación... una sensación poco habitual en él. Muchos hombres lo habían excitado con anterioridad, pero nunca uno tan ferozmente masculino, y desde luego nunca con una simple mirada. De pronto sintió un intenso deseo de besarlo de nuevo.
Aunque fue obvio que él tenía otras ideas.
Le sujetó la mano con fuerza y se dio la vuelta para seguir el sendero a través de la densa vegetación en dirección sur, hacia el hogar de Richard Sharon.
Habían hablado muy poco en los últimos días. Al igual que él, Taehyung se había mostrado retraído, y cada uno se había dedicado a sus competencias en bien del gobierno. Hoseok había acudido al mercado con el pretexto de comprar alimentos y había conocido a unos cuantos lugareños; Taehyung, entre tanto, había visitado a unos cuantos miembros de la clase alta local. Habían asistido juntos a la iglesia, donde muchos habían encontrado ciertamente peculiar que la gente prestara más atención a la presencia de ellos dos que al reverendo y su largo sermón sobre lo importante que era perdonarles las menudencias a los vecinos. También habían vigilado el hogar del barón desde lejos las últimas dos noches, ocultos entre los árboles, pero hasta el momento no habían visto ni averiguado nada relevante. Hoseok no creía que las escasas conversaciones que habían mantenido desde que se besaron hubieran sido una manera de evitarse. Habría sido más correcto decir que habían centrado su atención en los asuntos que los habían llevado hasta Winter Garden. También se había dado cuenta de que, dejando a un lado el trabajo, los días transcurridos desde aquel beso no habían sido fáciles para Taehyung. Y ésa era la razón por la que no había entablado una discusión acerca de ese tema. Por el momento.
-He estado pensando, Taehyung -dijo con aire reflexivo mientras caminaban por el sendero para romper por fin el silencio.
Él levantó una rama de árbol y la sujetó para que él pudiese pasar por debajo, pero no le soltó la mano. Tampoco respondió de inmediato, así que el doncel decidió continuar. No había nadie en los alrededores que pudiera verlos u oírlos, y todavía quedaba un buen paseo hasta la propiedad del barón.
-He estado pensando en el beso que me diste el sábado pasado -comentó con aplomo.
-¿De veras? -inquirió él con voz queda, sin mostrar la más mínima señal de sorpresa por el tema de conversación que había elegido-. ¿Y a qué conclusiones has llegado?
De modo que iba a ponerse pragmático... Esbozó una sonrisa.
-Dejando a un lado el hecho de que fue un poco apresurado y algo intempestivo -señaló con voz calma y una sensación de triunfo inminente-, lo encontré bastante... ardiente.
El doncel intuyó que lo miraba de reojo por un instante, ya que tenía la mirada clavada en los oscuros matorrales que había más adelante y no podía saberlo con seguridad.
-¿De veras? -replicó él con cierta indiferencia. Tras una breve pausa, añadió- . La consumación puede ser algo maravilloso si tiene lugar por propia voluntad. Y cuando las dos personas la desean desesperadamente.
Eso lo confundió un poco, ya que no tenía muy claro lo que había querido decir y estaba casi seguro de que él lo deseaba de ese modo.
-Fue obvio que no había mucha delicadeza en tus movimientos -añadió Hoseok- , pero tampoco puede decirse que fueran fruto de la indiferencia.
Él rió por lo bajo, pero no lo interrumpió.
-Así pues, tras unos cuantos días de reflexión -continuó -, he llegado a la conclusión de que se debió enteramente a que estabas demasiado enfrascado en la situación. El beso te consumió por completo; no por el deseo de complacer, sino por su pura intensidad. Pusiste todo lo que tenías en él, pero al tiempo te refrenabas para que no fuera más allá en el plano físico, incluso después de que yo prácticamente te lo suplicara -Hoseok bajó la voz hasta convertirla en un susurro-. Creo que jamás había observado una respuesta tan peculiar en un hombre.
Taehyung se detuvo a media zancada y tomó una larga y lenta bocanada de aire.
Hoseok aprovechó ese momento de inseguridad.
-¿Y sabes qué otra cosa creo, Taehyung?
-No, pero me da miedo preguntar.
El doncel sonrió de oreja a oreja y le dio un apretón en la mano.
-Creo que fue el beso más maravilloso que me han dado en muchos años.
Ese comentario, absolutamente sincero, lo dejó inmóvil. Se volvió para mirarlo a los ojos.
-Si eso es un cumplido, me siento muy halagado -dijo con mucha cautela-. Pero albergo serias dudas de que un doncel tan sofisticado y hermoso como tú considere que mis torpes besos son maravillosos.
-¿Me encuentras hermoso, Taehyung? -lo presionó con suavidad, llena de satisfacción. Sabía que ya lo había dicho antes, pero esa vez tenía un significado más profundo.
-Te encuentro arrebatador más allá de lo que se puede explicar con palabras -susurró al instante.
La satisfacción se convirtió en una calidez sublime que lo inundó por dentro y le impidió responder de inmediato. ¿Cuántos hombres habían comentado su belleza a lo largo de sus veintinueve años? Muchos. Sin embargo, hasta esa noche ninguno le había provocado una sensación tan placentera.
El persistente olor de la lluvia y el gélido aire nocturno los envolvían como una manta cuando Hoseok se colocó a escasos centímetros de su cuerpo.
Muy despacio, aferrándose a su mano y mirándolo a los ojos, susurró.
-Espero, Taehyung, que nos besemos de nuevo en los días y semanas que están por llegar. Porque, verás, lo que hizo ese beso tan maravilloso no fue tu delicadeza o tu experiencia, ni tampoco tu falta de ellas, sino el hecho de que te cautivó por completo. Hasta el pasado sábado, ningún hombre me había hecho sentir, aunque fuera por un pequeño instante, que yo era el centro de todo.
Se dio cuenta de que la sonrisa de Taehyung se había desvanecido y que sus labios estaban un poco entreabiertos; rogó en silencio que él se inclinara para apoderarse de su boca y le hiciera sentir de nuevo ese embriagador placer.

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