Capítulo 7

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Lo primero que hice luego de despertar, es observar los milagros que Tighnari y Barbara combinaron para salvarme la vida.

Me observé el pecho sin la ropa, destacando un montón de cicatrices de garras y mordidas de los acechadores, también se quedaron los moretones de golpes de enemigos grandes, pero es increíble que en medio de todo...aún se perciban los restos de los ataques de la Shogun Raiden.

"Vaya, no me explico cómo pude amigarme tan fácil luego de ganarle la pelea a Ei...aunque Don Sombrero es un aliado ahora y me hizo cosas igual de peores con ese mecha gigante en Sumeru".

Esas cosas ya pasaron hace tiempo, pero siento que me entra una sensación desagradable al recordar las peleas con Arcontes y dioses creados por la infame Academia de Sumeru.

Todas las quejas de mis amigos están justificadas, estuve acumulando todo el dolor y yo traté de usar una solución temporal con Paimon, cambiabámos las vendas constantemente cada mes después de explorar una zona nueva.

Estoy incluso peor que cualquier aventura peligrosa de Bennett, él al menos se aseguran de ir a la Catedral todo el tiempo.

Dejando eso a un lado, hoy Sacarosa pasaría a quedarse en mi Relajatetera y también viene Noelle para comenzar su entrenamiento...buenas formas para distraerme, quizás y hasta pueda charlar con ellas si todo va bien.

No estaba preocupado por ahora en practicar con mi espada, la tengo descansando en la Relajatetera y no forzaré a mi cuerpo a hacer algo que aún no se puede.

– Paimon, ¿tienes hambre? –.

– ¡La duda ofende, viajero! –. Rápidamente se levantó cuando hice mención de su momento favorito del día, después de vestirme de nuevo.

Pensaba poner las manos en la cocina, pero siendo ya de día pasadas las nueve, una presencia en la sala nos encontró cuando bajamos las escaleras.

– ¡Barbara! –

– ¿Barbara sigues aquí?, ¿se te quedó algo? –.

Ella parecía vernos algo sorprendida, sus manos estaban detrás de su espalda. Lo más raro, es que cargaba un traje diferente y más casual.

– Ahora mismo no estoy ocupándome de mis deberes en la iglesia, es evidente que por eso no llevo puesto el traje de diaconisa. En este momento debo prepararme para la firma de mi nuevo álbum –.
Paimon y yo nos miramos perplejos casi boquiabiertos.

– ¡Oh es verdad!, tu eres una idol y cantas. Paimon lo olvido, porque apenas te hemos escuchado cantar en tus presentaciones –.

– Aether, ¿acaso tu también lo olvidaste? –. La pregunta tenía un tono de sorpresa y tristeza.

"Si le miento me convertiría en un cobarde, apenas recuerdo escuchar a Barbara tararear una sola vez". Me puse rígido, bajando la cabeza dando un suspiro porque traté de encontrar en mis pensamientos alguna vez cuando haya escuchado a Barbara.

– Si...sabia de tu papel de Idol, pero jamás te vi en acción y solo recordaba a la Barbara diaconisa. Espero no haberte lastimado, pero es la verdad –. Hablé bastante incómodo, me costó verla al responderle.

Rápidamente ella cambió, pasando a sonreír con cierto brillo en sus ojos.
– Bueno no hay problema, ahora que tienes tiempo de sobra, puedes aprovechar para escuchar alguna de mis funciones, hasta podrías acompañarme hoy para darte un disco gratis con mi firma, jajaja, ¿qué dices? –.

– Espera, ¿tienes una jornada de firmas en Mondstadt? –.

– Elegimos la iglesia al ser el mejor lugar para instalar el puesto, no quería molestar a la maestra Jean y mis compañeras se ofrecieron a dejar todo listo para esta noche –.

La Fase Popular de AetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora