Si había algo que Cherry Tanaka odiaba, era cuando las personas invadían su espacio personal sin permiso.
También la gente ruidosa.
O la gente optimista.
Monkey D. Luffy era todo eso.
Pero, por una razón inexplicable, no podía evitar sentirse atr...
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🏴☠️
ERA OFICIAL, ESTABA PERDIDA.
La brújula se había estropeado el día anterior cuando sin querer, tomó asiento encima de ella, y la partió por completo. No había visto ningún barco cerca para que pudiera ayudarla, y desde entonces navegaba sin rumbo fijo, rodeada solo de agua y más agua salada. La chica soltó un suspiro, apoyando la cabeza en el timón, y cerrando los ojos por unos segundos.
Llevaba días en el mar. Estaba cansada. Harta. Y con sueño. Al estar sola, no podía arriesgarse a dormir por mucho tiempo, o perdería totalmente el rumbo. Aunque, lo había perdido igualmente de todos modos, como si fuera inevitable, o como si el destino le estuviera diciendo que no estaba tomando la decisión correcta, que no sabía lo que estaba haciendo. Había gritado y llorado. Nadie vino a rescatarla. También había contemplado la idea de volver a casa. Pero se mantuvo fuerte, entre lágrimas, y continuó hacia East Blue, o hacia donde creía que se encontraba el East Blue.
Su sentido de la orientación no era muy bueno, no cuando nunca había pisado el mar. En realidad, nunca había salido de la ciudad, ni siquiera en vacaciones.
—¡Oye tú, chica de pelo rojo!
Automáticamente alzó la vista, y entrecerró los ojos, divisando un cuerpo, algo borroso por la distancia, y una barca que incluso desde la lejanía, no parecía muy estable. La vela estaba mal cosida, un poco doblada, y había demasiados barreños como para soportar el peso.
—¡Agradecería mucho tu ayuda!
—¿Cuál es el problema?—gritó, analizando si era buena idea acercarse. El chico, que parecía de su edad, se rascó la cabeza.
—¡Creo que me estoy hundiendo!
Cherry se mordió el labio, indecisa. No lo conocía de nada. El chico continuó sacando agua de su barca con un cubo de madera, mientras que de vez en cuando acomodaba su sombrero de paja con la mano libre. Le dió varias vueltas al asunto, acercándose con sigilo. Era joven y delgado, no parecía una amenaza. Y quizás, si lo ayudaba, el le devolvería el favor, dándole las indicaciones que tanto necesitaba para llegar a su destino.
—¿Qué ha pasado?—preguntó, una vez estuvieron frente a frente. El le sonrió en grande, y la chica frunció el ceño.
—¡Oh, has decidido ayudarme, genial!
—No he decidido nada—lo cortó, mirando de reojo la cicatriz en su cara. A pesar de sus palabras, el moreno no perdió la sonrisa, y tampoco paró de sacar el agua con el cubo, más rápido—. Llevas demasiado cargamento para una barca tan pequeña, por eso te estás hundiendo.
—Necesito la comida para sobrevivir.
Ella observó los barriles—. ¿Todo eso es comida?, ¡Qué locura, la vas a desperdiciar!, ¡Deberías haberlo pensando mejor ante de traer tanta cantidad, idiota!
