Capítulo 7 Disculpas

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(perspectiva de Ceris)

Me quedé atónita con lo que Barsen me acababa de soltar, ¿acaso esa molestia no eran celos? ... ¿Celos? ¡Oh, Dios! Barsen estaba celoso, ¡por!... Lo vi marcharse y desaparecer entre el pasillo, yo, en cambio, fui por el camino contrario yendo a mi alcoba, donde supuestamente me esperarían la modista y las criadas...

Al llegar al cuarto, me senté en la cama y mandé a llamar a Ann para que me ayudara con todo esto y comentarle lo sucedido. Me siento algo afligida por el conflicto. No sabía que le molestaría tanto lo de Roman, es más, yo ni siquiera me sentí cómoda.

Se me fue el tiempo pensando en el problema, realmente si me fastidiaba, tanto que de golpe llegó Ann.

— ¿Ceris? ¿Estás bien? - Dijo Ann con preocupación

— Sí, estoy bien, pero no dejo de pensar en que Barsen me haya confrontado tan fuerte... En fin, empecemos con las medidas -

Ann dudó extrañada por un momento, pero dejó el tema porque sabía que no me gustaba que insistieran.

(...)

Pasaron los días y yo cada día estaba más ocupada con los estudios y los preparativos, cada día me sentía más distanciada de Barsen. No cruzábamos palabra desde el miércoles y ya estábamos en sábado tarde. Me siento tonta de tener tanto orgullo, pero podría haberme pedido perdón, ya que yo en ningún momento le había hecho algo malo, es más él se enfadó solo.

Sentada en el joyero de mi cuarto le explicaba a una de las criadas como me sentía o si podía contarme como estaba, mientras me cepillaba el cabello.

— Su majestad, he notado al príncipe bastante desanimado estos días y la razón es bastante obvia. Creo que debería tratar de hablar con él. No digo que se disculpe, simplemente que trate de hablar con la excusa de la coronación -

Lo que dijo la criada tenía sentido, aparte, yo estaba preocupada por él; Sé que no es un chico muy expresivo con sus sentimientos, pero no dejaba de ser mi mejor amigo...

— Tienes razón, muchas gracias. Cuando gustes puedes retirarte - Le sonreí con una amable sonrisa.

Al irse la criada, alguien tocó la puerta y creí escuchar a alguien, creo que preguntó algo, pero no pude entender por lo flojo que se escuchaba.

— Adelante - dije firmemente.

Estaba extrañada por no poder distinguir la voz de esa persona, pero igual no perdía nada. Abrieron la puerta y no pude suponer quién era, tampoco me esperaba que viniera a verme.

— ¿Barsen? ¿Qué haces aquí? - Lo mire sorprendida

Barsen estaba parado cabizbajo y mirándome con cara de vergüenza.

— Perdona que te interrumpa pero... Necesitaba aclarar las cosas contigo...— Dijo acariciándose el brazo

Mantuve la compostura en cada segundo que pasaba, no quería que se notara que su presencia me alegraba y más que fuera a querer arreglar las cosas. Me preguntó de salir a los jardines para hablar más en paz.

Al salir hacía algo de frío y Barsen me brindó su casaca. Ese gesto hizo que me sonrojara. Se puso frente a mí parando de repente nuestra caminata.

— Ceris, perdóname, yo... No pretendía chillarte por una tontería. Es mi culpa, no tendría que haberme entrometido en tu vida. Simplemente, no fue de mi agrado, pero eso no debería de afectar a tus decisiones. Sé que soy un tonto egoísta y egocéntrico - Dijo mirando hacían un lado algo avergonzado

— Ay Barsen... Perdóname a mí también. Fue mi culpa por haber hecho que me chillaras. Podría haber intentado otra manera que me dijeses lo que te pasaba y lo que hice fue fatigarte. — Le cogí su cara suavemente e hice que me mirara a los ojos.

Se le iluminó la cara y continué hablando — Los dos tenemos la culpa de no haber sido lo suficientemente maduros para poder haber hablado las cosas como es debido - Al darme cuenta del gesto que hice le solté la cara y me sonroje.

Él sonrió, tomó mi cara y depositó un beso en mi frente, siempre lo hacía cuando estaba feliz conmigo, pero, esta vez fue diferente... , y yo se lo agradecía dándole una sonrisa dulce y alegre.

— Y para tu información, principito, yo en ningún momento le devolví ningún gesto o comentario. Simplemente, me beneficia que estuviera adulándome en un par de ocasiones - Reí gratificada

Nos abrazamos en señal de paz hasta que escuchamos que personas se acercaban. Con rapidez, Barsen tomó mi mano escondiéndonos en un viejo granero. Me miró e hizo el gesto del silencio, asentí y nos sentamos a escuchar a lo que distinguimos que era una criada y un joven el cual era...

— ¡¿Roman?! - Dijimos a la vez, pero en voz baja

Nos miramos sorprendidos y soltamos unas mudas carcajadas

— pensaba que le gustabas o algo por el estilo, pero al parecer al joven conde le gusta jugar con toda clase de damas - Subió la ceja y sonrió

— Bueno, y si fuera así, ¿qué te incumbe? - sonreí pícaramente

Barsen se acercó a donde yo estaba y sonrió

— Claro que me afecta, es decir, me da igual con cuantas sea, pero con mi diamante... Me niego... —

Se acercó tanto que nuestros labios estaban a punto de tocarse. Me dejé llevar por el momento y... por poco nuestros labios se juntaron. Me separé bruscamente sonrojada y cabizbajo

— No creo que esto esté bien... — dije avergonzada

— Perdóname Ceris, no era mi intención esto, yo... simplemente me dejé llevar por la situación y-y... — Soltó un suspiro

Se dejó caer en el heno cubriéndose la cara con sus manos. Me senté a su lado y le cogí de una de sus manos posando en mi regazo

— Oye tonto, no hace falta que te escondas de mí, ¿sabes? Soy tu mejor amiga, siempre estaré para ti - le sonreí amablemente.

— Lo sé, diamante... — dijo mientras cerraba los ojos

En un par de minutos cayó dormido: No sé si era por el cansancio de esta semana o para evadir esta situación. Le acaricié su sedoso pelo rubio oscuro. Él realmente es muy lindo... aparte de ser atractivo había algo que me atraía: su personalidad

Susurrando dije — Si no fueras tan alejado ni yo tan impulsiva no acabaríamos sin uno del otro... — 

El diamante del imperioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora